Desde que inauguré este blog he escrito algunas entradas relacionadas con el peso en general y también con mi peso en particular. Obviamente mi peso ha evolucionado a la baja, como en el fondo estaba previsto. Si hace 15 meses alguién me hubiera dicho que a día de hoy iba a pesar poco más de 63 kilos, no me lo hubiera creído, máxime si tenemos en cuenta que hace 15 meses mi peso estaba bastante más bajo de lo normal, ya que pesaba 69 kilos largos.
Cuando comencé la aventura de preparación de la maratón, allá por agosto, mi peso era de 68,5 kgs y en una de las entradas me fije como meta pesar 63 kilos en mayo. He alcanzado este objetivo en abril, aunque la mayor pérdida de peso se produjo en otoño del año pasado ya que allá por diciembre mi peso era de 64,5 kgs. Ahora a lo largo del invierno y de la primavera he consolidado una pérdida de 1,5 kgs, que no ha sido traumática, ya que he comido de todo. Quizá a la maratón llegue con 62 kilos y pico y ahí este mi bache de peso, ya no puedo ni debo bajar más. Durante todos estos meses me he sentido en todo momento fuerte, no he tenido debilidad física, ni he pasado hambre alguna, ni he notado mareos, ni nada parecido. La pérdida de peso ha sido una consecuencia lógica de la adaptación de mi organismo a la carga del entrenamiento. También he sufrido un cambio ostensiblemente visible a nivel muscular. Estoy más fibrado en mis extremidades y tengo más abdominales que nunca, a pesar de haber hecho apenas ejercicios para fortalecer esa zona.
Por tanto, ya no puede ser una cuestión de peso, porque ya estoy en el peso óptimo para gastar poco y rendir al máximo.
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