RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 12 de agosto de 2012

SE TERMINAN LOS "SUEÑOS OLÍMPICOS" DE LONDRES

Una vez más, como cada cuatro años, hemos tenido la oportunidad de gozar y vibrar con este grupo de privilegiados y de sacrificados que sacan todo lo mejor de sí mismos para la gloria unos, para mejorar sus marcas otros, para superarse, en definitiva. Estos juegos me han traído viejos recuerdos, rememoraciones de viejos sueños olímpicos, y es que no puedo olvidarme de las sensaciones sentidas en aquellos Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Yo por aquel entonces, además de ser un niño recién entrada en la adolescencia, llevaba un par de meses corriendo, y este evento me marcó sobremanera. Recuerdo como vibraba y como se me disparaba la adrenalina. Me ilusioné tanto que pensé que yo debería estar en los siguientes juegos, en el 88. Obviamente eso era totalmente imposible, pero al fin y al cabo era sólo un sueño, y soñar es gratis. Los dos o tres años siguientes sirvieron para ir disipando el sueño, y en los siguientes juegos, los de Seúl, vibré y sentí, pero no soñé tanto, ya tenía los pies más cerquita de la tierra. Barcelona supuso una orgía de emociones, difícil escapar a ella, pero tampoco soñé, ya sabía yo que era un mal deportista y que jugaba en otra liga. Atlanta fue menos emocionante, y ya no digamos Sidney, cuando mi cabeza no estaba en el deporte, sino en otras cosas. En Atenas pasó algo similar que en Atlanta, pero sirvió para que me mirase al espejo y me viese pasado de forma. Creo que comencé a hacer un poquito de joggin motivado por esas olimpiadas. Pekín fue emocionante, pero no me sentía deportista, el año anterior me había pegado un atracón a correr, pero ese año 2008 lo había dejado. Sin embargo, Londres ha vuelto a traerme emociones e incluso sueños. No sueño con ir a unas olimpiadas, porque si entonces era imposible, ahora no hay adjetivo que se pueda utilizar, pero comoquiera que me siento deportista y siento el sacrificio, el esfuerzo, el conseguir logros, incluso siento el fracaso, pues me han aflorado los sentimientos. Sueño que participo en unos juegos pero sé que es un sueño de los de verdad, de los irrealizables, de los de una sonrisa melancólica. Creo que toda esa gente es una auténtica privilegiada, pero por extensión, todos lo que sentimos con el deporte también lo somos, esas son las verdaderas olimpiadas.

Yo tengo mi propia "pequeña e insignificante" cruzada, mis maratones venideras, esa es ahora mi pequeña olimpiada, ese es el otro sueño en el que vivo, éste menos meláncolico, más real.

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