RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 12 de noviembre de 2012

DOMINGO 11: A RODAR COMO NO LLOVIENDO

Llegó el domingo, pero no llegó la lluvia, porque ella ya estaba con nosotros. Quise salir por la mañana temprano pero la persistente caída de agua impedía ser valientes. Finalmente, a eso de las 12:45 me fui dirección al Peral y al poco de comenzar a correr empezó a diluviar. Peor aún fue cuando enfilé dirección noreste, porque el viento, que soplaba muy fuerte, me acompañó hasta la llegada del paraje, es decir más de 5 kilómetros pasándolo mal. Las gotas de agua picaban al darme en la cara y me lo tomé como un entrenamiento enfocado al sufrimiento de cara a lo que me toca el domingo en Valencia. Sin embargo, en cuanto cogí el camino de vuelta, el inicio del camino del Peral, tuve el viento de espaldas y todo lo que había sufrido antes se convirtió en una ayuda para avanzar rápido, tanto que comencé a estirar zancada y a ponerme en un ritmo cercano a los 4´ e incluso por debajo en algunas fases. Tarde menos de 25´en hacer los últimos 6 kilómetros y aunque llegué a casa como una sopa, también llegué muy satisfecho. Finalmente hice 12 kilómetros invirtiendo un tiempo de 59 minutos.

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