RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 18 de abril de 2013

LOS RIESGOS DE CORRER LA MARATÓN. ALGÚN DÍA IRÉ A BOSTON

¿Corremos riesgo al correr un maratón?

Pregunta directa de respuesta complicada. ¡Claro que corremos riesgos!, toda actividad humana conlleva un riesgo para la salud o la integridad física, pero lo contrario, es decir, no hacer nada para evitar dichos riesgos sería una auténtica muerte anticipada. 

Desgraciadamente, con los hechos recientes acaecidos en la Maratón de Bostón, los maratonianos añadiremos como riesgo el de un posible ataque terrorista, pero claro, ¿quién nos garantiza que esto no nos puede pasar en una feria, un congreso o en cualquier encuentro multitudinario?. Que estén tranquilos los organizadores de las maratones más importantes, que los runners seguiremos acudiendo en masa para disfrutar de lo que más nos gusta, aunque hacer lo que hacemos conlleve riesgos, pero nosotros sabemos muy bien cuál es la forma en la que tenemos que vivir (no quedarnos apoltronados en el sofá de casa viendo el fútbol con una cerveza en la mano y con ocho botellines vacíos sobre la mesa). 

¿Quién nos dice que yendo a Roma a disputar la maratón no voy a sufrir un accidente aéreo, o de tráfico, o simplemente, quién me dice que no me voy a intoxicar con la pasta de aquel restaurante que tenía el tomate con unos niveles tremendos de ese tóxico presente en ese fertilizante ilegal que aquel hortelano puso para ahorrar costes?. Los riesgos existen y simplemente vivimos con ellos. No nos deberían impedir hacer aquello que más nos gusta.

Pero si de riesgos de deportista se ha venido hablando en los últimos años, han sido los casos de muerte súbita entre deportistas en general y entre maratonianos en particular. Saco un extracto de un texto sacado del siguiente link:
http://www.consumer.es/web/es/salud/problemas_de_salud/2007/08/29/158090.php



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En general, la incidencia de muerte súbita durante la actividad deportiva es escasa y varía según el país y el deporte practicado (alrededor de 0,26 casos por 100.000 habitantes al año). En deportistas de competición de las high schools americanas se estima en torno a 1 caso entre 200.000 al año, mientras que en corredores de maratón la incidencia es de 1 por 50.000 y en joggers de 1 por 15.000 practicantes al año. En España se calcula que más de 12 millones de personas practican deporte, con más de 6 millones de deportistas federados. No hay datos concluyentes sobre los casos de muerte súbita asociada al deporte en nuestro país. Según los datos de la Mutualidad General Deportiva, entre 1994 y 1997 se produjeron 191 fallecimientos, la mayoría de origen traumático y sólo 21 (10,9%) de causa cardiaca.



Actualmente la Federación Española de Medicina del Deporte está diseñando un Registro Nacional de Muerte Accidental y Súbita en el Deportista (MASD) que indudablemente tendrá un valor extraordinario para conocer la incidencia y causas reales de este proceso entre los deportistas de nuestro medio. Dentro de las causas que provocan muerte súbita entre los deportistas, la patología cardiovascular es la más frecuente, al igual que en la muerte súbita no asociada al deporte. En practicantes de mayor edad predomina la enfermedad ateromatosa coronaria, mientras que en los más jóvenes destacan las cardiopatías de origen congénito. Se han publicado diversas series de muerte súbita asociada al deporte que difieren en cuanto a la población estudiada y al método de estudio. Una de las más interesantes es una serie española procedente del medio forense, que revisa los casos ocurridos en España desde 1995 hasta el 2001. En el estudio se recogieron 61 casos de muerte súbita en una edad comprendida entre los 11 y los 65 años, siendo 59 de ellos varones y 2 mujeres. 


Los deportes más frecuentemente implicados fueron ciclismo (21), fútbol (13) y gimnasia (5). Las causas más habituales de muerte en estos pacientes fueron la enfermedad ateromatosa coronaria en 25 casos (40,9%) y la mayoría mayores de 30 años, miocardiopatía arritmogénica en 10 (16,3%), miocardiopatía hipertrófica en 4 (6,5%) y la hipertrofia ventricular izquierda idiopática en 3 (4,9%). En 10 casos, todos menores de 30 años, el origen de la muerte fue indeterminado. En 16 casos existían antecedentes patológicos y en 3 se había diagnosticado la enfermedad que provocó el fallecimiento. Estos datos revelan que las principales causas de muerte súbita identificables en deportistas menores de 30 años son la miocardiopatía arritmogénica y la hipertrofia ventricular izquierda grave aunque un 30 % son inexplicables.




En la cima de la negra estadística de la muerte súbita se encuentran el fútbol y el ciclismo. Es probable que el mayor número de casos sea debido a que son algunos de los deportes más practicados, aunque hay que tener en cuenta que, sobre todo el ciclismo, es un deporte que exige un alto nivel de esfuerzo y en el que se encuentra bastante extendido el uso de sustancias no autorizadas (dopaje). 



Se ha propuesto una clasificación de los deportes, con vistas al riesgo cardiovascular y muerte súbita que pueden comportar, de acuerdo con sus componentes estático y dinámico. Los ejercicios dinámicos producen gran consumo de oxígeno y sobrecarga de volumen. Por el contrario, en los ejercicios estáticos lo más característico es el gran aumento de la presión arterial y la sobrecarga de presión en el corazón. La mayoría de los deportes asociados a muerte súbita tienen un componente dinámico alto y estático moderado o alto.

Queda visto con este artículo que existe riesgo, pero vamos, ¡podemos correr tranquilos!.


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