RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 21 de abril de 2013

VIERNES 19: UNA HORA DE TROTE TRATANDO DE HACER CUESTAS

El viernes en la tarde-noche tocaba hacer una hora y en la misma tenía pensado subir el Cerro del Ángel campo a través. Fui por el Camino del Peral y desvié hacia el noroeste cogiendo caminos hasta cortar el Camino de la Membrilla; desde ahí volví al sur y luego al pie del Cerro del Ángel, con la idea de subirlo campo a través. En una zona un tanto pedragosa me torcí el tobillo izquierdo y maldije, pero no pasó a mayores. No me encontraba mal y el dichoso isquiotibial no estaba dándome guerra. Ya subiendo el Ángel por camino tuve que dar media vuelta porque un perro, que seguro que ya me conoce de otras ocasiones, me hizo cambiar de planes porque no estaba por la labor de dejarme pasar. Así que bajé para luego coger el camino asfaltado que me llevaba a la rotonda en el pie del cerro, y de ahí a casa por la Avenida de las Tinajas. Últimamente parece que no logro cumplir al 100% lo que tengo planificado debido a agentes externos (el otro día unos adolescentes en las gradas, y en esta ocasión el perro), pero esos son los imponderables que nos tenemos que encontrar. Un entreno más con el que terminaba otra semana. Al sábado siguiente tocaba tirada larga, que aunque no fuesen muchos kilómetros, sí los suficientes para ser respetados y tenerlos en cuenta.


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