RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 27 de mayo de 2013

¿DE QUÉ COLOR SON LOS SUEÑOS?. DEDICADO A GERMÁN FERNÁNDEZ GONZÁLEZ


Tras mi participación en la Carrera Popular Ciudad de Manzanares, hace ahora poco más de tres semanas, mi mente no hacía más que devolverme pensamientos negativos en forma de negros fracasos: ¿que me había pasado?, ¿por qué había sido tan blando?, ¿no he pecado de ambicioso?. Toda esta repetitiva cantinela deambulaba en mi cabeza y todo por el hecho de haberme parado en el kilómetro cinco. Mi expiación se había consumado cuando unos segundos después había dejado el orgullo en la cuneta y había reanudado la marcha, olvidándome ya de marcas y puestos, buscando algo más básico, más vital: terminar con dignidad la prueba. Mercedes, en su primera carrera seria, llegó muy cansada y como confesó después, en algún momento pensó en retirarse, pero buscó y encontró el pundonor suficiente, ese que luego te hace sentir satisfecho de lo conseguido. Hoy escribo estas líneas volviendo a esa carrera, y no lo hago con el objeto de redundar hablando de nuestras historias; hoy hablo de una historia que estaba sucediendo justo allí, tan sólo había que fijarse, estar atento...

"Trato de capturar la esencia de esta entrada, como algo que se escapa entre las yemas de nuestros dedos, que está ahí flotando pero que rara vez podemos alcanzar a rozar, y mientras, se nos esfuma el tiempo y también ese algo escurridizo; quizá el centro de nuestro universo sean nuestros problemas, quizá la vida se condene a ser menos vida desde el momento que decidimos que hemos comenzado a morir ...";

...siguieron llegando corredores y cuando ya había pasado el tiempo de control, más allá de la hora y cuarto de carrera, llegó él. Mi hermana Mari Carmen exclamó: ¡ahí llega, es el hombre mayor que corre tantas carreras!, ¿por qué no vamos a saludarlo?. Nos acercamos ante  la silueta de aquel anciano exhausto. Hubiera costado encontrar en él un halo de juventud o esplendor, su apariencia no era la de un hombre mayor al que la vida le hubiera tratado bien, sino más bien, la de un anciano muy cansado, que prácticamente había sido superado por un gran esfuerzo. Pese a todo no me inspiró pena, sino más bien una dulce admiración y una rara especie de envidia, como si él tuviera algo que yo quisiera tener y no supiera cómo conseguir. Le saludamos, le felicitamos y él, con una sonrisa sincera, nos contestó un simple pero casi imperceptible "gracias". Se alejó en busca de su bolsa de corredor en un avanzar lento, casi agónico. El episodio se me quedó grabado y en seguida fue archivado en el cementerio de los recuerdos no urgentes. Este oscuro almacén es especial porque revive recuerdos catalépticos que nunca llegaron a ser cadáveres, simplemente estaban aletargados. Por eso hoy, de forma espontánea ha vuelto a la vida.

Germán Fernández González es madrileño. Su pasión por el running es tal que a sus 80 años multiplica las carreras en las que participa. Es como sí pensara que le queda poco tiempo y tiene que aprovecharlo al máximo.  Ya sabe qué se siente al terminar un maratón, acumula un montón de medias maratones en sus maltrechas articulaciones, y viéndole uno sólo puede pensar que le está echando un auténtico pulso a la vida. A la misma vez que yo andaba jugando al mus con mi ego buscando explicaciones sobre mi rendimiento, Germán avanzaba paso tras paso en su lenta pero segura carrera hacia una nueva meta conseguida, un nuevo revivir. Hoy creo que el verdadero protagonista de aquella prueba en Manzanares fue él, aunque para muchos pasara totalmente desapercibido.





Germán hace cuatro años

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