RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 30 de julio de 2014

5.000 DIAS

Son, ¿cuántos?, unos 30.000 días, 35.000 con un poco de buena/mala suerte. De todos ellos si deducimos los primeros 1500, de los que apenas queda huella, y restamos los últimos 6000 que pueden ser un castigo, nos quedan 22.500. De ellos hay que extraer 7500 porque aunque el mundo onírico puede resultar interesante no pertenece a la vida consciente. Luego tenemos el tiempo productivo, que puede computarse si uno tiene el dudoso privilegio de formar parte de la fuerza de trabajo, eso suponen otros 5.000 días quedándonos 10.000 días. Aún tenemos que restar un montón de tiempos muertos e instantes perdidos: véase todo ese espacio cubierto de compromisos, obligaciones no laborales, cada minuto que pasamos con aquell@s con quienes no queremos estar, también hay que quitar el tiempo que o bien no queremos recordar o quizá mejor olvidar, como por ejemplo esos 100 días al borde de la depresión por sentirte el ser más inútil de este mundo, y otras mil razones que también pueden suponer deducción, de forma que podemos a estar hablando de otros 2.000 días. Pero eso no es todo, todavía nos queda todo ese espacio vacío que tendemos a rellenar con la tele, la video consola o el móvil, y que tranquilamente son otros 3.000. Finalmente sólo nos quedan 5.000.

Hechos los cálculos sólo falta ponerle color a ese montante que quizá sea el único gran tesoro con el que nacemos, aunque no lo sepamos. Ahí están esos días de atolondramiento en nuestro primer mal de amores, la emoción del primer viaje de esos de verdad, los viernes por la noche con esos vinos con tapa, esas tertulias con la abuela y sus recuerdos lejanos, el instante casi eterno del primer beso, el largo pero especial día de nuestra boda, las dos noches en vela en el hospital esperando la bienvenida a esa nueva alma que es sangre de nuestra sangre, los sábados soleados de cuando eras adolescente en aquellas salidas con tus padres, el tiempo de reflexión consentida, la madrugada de pluma fácil al dar a luz aquel relato, los minutos mágicos cuando suena esa canción y también y como no, cada uno, desde el primero al último, de los kilómetros recorridos gastando suelas, derrochando ilusión y trasladando el cuerpo de un sitio a otro con la esperanza de alargar esos escasos 5.000 días en los que buscamos la eternidad

MARTES 29: UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA. TOCABA BOMBÓN DE PRALINE

Ya lo decía Forrest Gump.."La vida es como una caja de bombones: nunca sabes qué te va a tocar". ¡Y menosmal que así es!, porque de lo contrario todo sería muy aburrido y previsible. El entreno del martes fue de los de bombones praline, como a mi me gustan, y mira que el comienzo fue un tanto regular, en el contexto de un horrible día en el que venía de haber dormido poco y en el que me hallé muy cansado en toda la jornada. Llegué a casa del trabajo y traté de echarme una siesta pero resultó imposible. Después llegó Mercedes y me dijo si me iba a correr con ella (los martes toca juntos), pero yo le contesté que prefería irme después de cenar (una rara costumbre que he cogido). Así que se fueron Jorge y ella al parque donde podían compatibilizar ambos sus diferentes ritmos y entrenamientos y yo me quedé con Inés. Cené temprano y cuando regresaron mi hijo y mi mujer aún aguanté tiempo para irme ya de noche. A las 22:15 sin ganas y totalmente desmotivado salía la puerta como cochinillo que va al matadero, sin embargo fue echar a correr y descubrí que iba a transcurrir mejor la sesión de lo que había transcurrido la del lunes: las piernas iban, hacía fresquito y pronto comencé a disfrutar. Subí el Cerro del Ángel por la cara sur, con la idea de hacerlo en cuatro repeticiones, pero los perros de la finca colindante me estaban poniendo nervioso porque cada vez los oía ladrar más cerca, como si no estuvieran dentro de la finca de su dueño. Por ello sólo fui capaz de hacer dos series. Después bajé por el carreterín y aproveché para coger el camino ascendente que también me llevaba a lo alto, y las piernas genial en todo momento. Bajé y retomé el carreterín para luego coger la vía de servicio de la AIV sentido Madrid. Después, el circuito que tanto suelo hacer, el que rodea los Cerros de la Aguzadera (cerros por decirles algo). Bajé por la mencionada vía como "alma que lleva el diablo a todo lo que me daban las piernas y en esta ocasión eso fue mucho porque me sentí ligero y rápido, algo inesperado. Por el camino de vuelta las sensaciones siguieron siendo muy buenas, pese a la irregularidad del terreno que se lleva mal con la linterna frontal (las piedras se confunden y reflejan). Lo mejor estuvo en el final por el Camino de Membrilla, ya en la zona asfaltada, donde según los tiempos medidos fui a una media de 3´45´´ en los tres últimos kilómetros.

Así que buena sesión con ritmos variados, buenas cuestas y sobre todo estupendas sensaciones. Me salieron unos 11800 en una hora y un minuto.




martes, 29 de julio de 2014

LUNES 28: CANSADO Y ENTRENANDO POR OBLIGACIÓN

Hay un abismo entre la devoción y la obligación, pero también lo hay entre la rutina y la obligación. Muchas veces uno disfruta entrenando y así da gusto, otras entrenas por rutina y muchas de esas sesiones acaban siendo disfrutadas también, pero otras, que se dan de vez en cuando, sales a correr por auténtica obligación, y te preguntas mil y una veces por qué lo estás haciendo; en esas ocasiones llegas a casa al final y todo ha sido incómodo. Eso me ocurrió el lunes: tocaba interval y nada más echar a correr me hallé cansado. No hacía mucho calor y sin embargo me sentía sin fuerzas y muscularmente agotado. Aún así traté de poner el piloto automático y abstraerme, algo que no ocurrió porque tuve que sufrir el entreno desde el principio hasta el final. Los cambios de ritmo no ayudaron mucho, solo eran una piedra más en el camino. Lo mejor es que al final terminé la sesión y hallé consuelo en el hecho de haber hecho mis deberes. Algo menos de 1 hora y unos 10.800 metros.



DOMINGO 27: TIRADA CON MERCEDES

Mi recuperación muscular fue más que positiva y el domingo me encontraba como si no hubiese corrido el día anterior. No fue un domingo muy divertido, porque tenía trabajo en mi buhardilla y por la tarde, cuando el calor ya no apretaba tanto nos fuimos Merche y yo a hacer un entreno suavito, pero largo, al menos para ella. Nos fuimos por la Carretera de San Carlos del Valle para coger el camino que nos llevaría al Peral. El calor hacía mella así que nuestra llegada a dicho paraje fue bien recibida, refrescándonos en la fuente todo lo que pudimos. Nos quedaban algo menos de 6 kilómetros que fueron hechos sin incidencias, para completar 1 hora y 21 minutos de entreno y algo menos de 14 kilómetros. Comentar que me sentí suelto durante todo el entreno y que a Mercedes su rodilla le dio una tregua.


domingo, 27 de julio de 2014

PORQUE SIEMPRE DEBES PENSAR QUE LO BUENO ESTÁ POR LLEGAR: JOHN MAYER

Verano caluroso, de planes de otoño, la maratón de Valencia ya es una realidad y tiemblo de pensar lo que me ocurrió allí la última vez. Busco el recorrido y lo estudio, nada que ver con el de 2012 y para mi eso es importante. A la vez busco música que escuchar y sale un tal John Mayer, ¿quién es ese?. Bueno, pues parecer ser que tenía que ser descubierto, porque seguidores tiene unos cuantos, y discos también. Lo bueno siempre debe estar por llegar, lo bueno también debería llegar en Valencia.


Lo tenéis en mi gramola

JAVIER BERMEJO: TODO UN EJEMPLO

El tiempo pasa, ¡vaya si pasa!. Corría el año 96 cuando un servidor había regresado al atletismo esta vez no para arrastrarse por la pista, sino para dedicarme a sacar adelante una modesta escuela de salto de altura en Valdepeñas. Sea como fuese siempre recordaré aquel día de septiembre de aquel año como la mañana en la que estuve con Arturo Ortiz, recordman español de Salto de Altura con 2.34 m....


Fue a raíz de una invitación la cual aceptó gustoso. La idea era un tanto descabellada: montar la colchoneta, los pilares y resto de enseres de salto de altura en plena Plaza de España de Valdepeñas para que el bueno de Arturo realizase una exhibición. Apareció muy temprano, venía de Tudela creo recordar, de una competición, y apenas había dormido. Justo antes de comenzar la exhibición y tras ver el tipo de superficie sobre la que tendría que talonar (piedra redondeada y resbaladiza), me pidió que compráramos unas coca-colas, que se le había ocurrido una idea... Si embadurnas este líquido en la suela de tus zapatillas ésta se vuelve pegajosa y agarra mucho más. A las 11 de la mañana había media plaza llena de gente para ver saltar a este crack, y no iba a estar solo, un montón de chavales de mi escuela también iban a saltar, y..., sí allí apareció un chaval llamado Javier Bermejo, de 17 años. Yo ya le conocía, le había visto saltar, y estaba allí porque no quería perderse la oportunidad de compartir batidas con Arturo, todo un ídolo. Pronto se quedaron ellos solos saltando, y pese al cansancio y a las condiciones, Arturo creo recordar que consiguió saltar 2.10, exprimiéndose más de lo que debía. En cuanto a Javier, si no recuerdo mal saltó 1.90 y Arturo no dudo mucho en decirme: "Javi, este chico apunta muy buenas maneras, si sigue llegará alto" (nunca mejor dicho).

Han pasado casi 20 años y ayer tuve la oportunidad de poder ver al bueno de Javier Bermejo en la tele, el día de su retirada. Yo corro para el Pozo Norte de Puertollano y me siento de alguna manera ligado a la localidad de donde es Javier. Hoy se puede decir sin temor a equivocarme que si Arturo Ortiz dejó el listón muy alto con su subcampeonato de Europa, y varias veces olímpico, su presagio se cumplió, y Javier Bermejo también  llegó lejos, o más bien alto, ¡vaya que sí!. Sus 2.28 lo sitúan como el tercer mejor saltador de altura español de la historia (tras Arturo y Gustavo Adolfo Becquer Lasso), fue tercero en el Campeonato de Eurpa Sub23 de 1999 con 2.22, y primero en los Juegos Iberoamericanos de 2010 con 2.24, además de 18 veces Campeón de España, y su participación en 3 Mundiales, 4 Europeos indoor y dos veces olímpico. Ayer Javier Bermejo colgó literalmente las zapatillas del listón, pero antes hizo emocionarnos a todos: había tirado el listón dos veces en 2.17, en las últimas competiciones sus marcas están por debajo de 2.15, pero como buen competidor que es se dejó el último intento esa altura, 2.20. siendo poco probable que la superase. En su cara se veía concentración, preocupación y unos ojos llorosos que delataban el hecho de vislumbrar que estaba ante su último salto, el último salto de su carrera como atleta, y Javier no quería terminar así, no quería dejar un recuerdo tan gris. No me digáis de donde sacó la fuerza y el coraje pero ese no fue su último salto, porque a sus 35 años se elevó por encima de la barra en un portentoso intento que hizo emocionarme hasta soltar las lágrimas, y mi mujer y mis hijos festejaron el intento válido con gritos y aplausos. Javier estaba eufórico, ¡ahora sí podía retirarse contento!. 



Después lo intentó sobre 2.22 pero no fue posible, eso sí, ¡Subcampeón de España!, sintiéndote con los deberes hechos y reconocido por todo el mundo, no sólo por la calidad como atleta, sino también, y sobre todo, por ser la gran persona que es. Todos sus rivales fueron más que nunca lo que nunca han dejado de ser, sus amigos..., abrazos, enhorabuenas, levantado en hombres y todos orgullosos de ti. Si te vio Arturo ayer seguro que también lo estuvo, se acuerde o no de aquella primera vez que te vio saltar en la Plaza de España de Valdepeñas hace 18 años.

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¡¡Enhorabuena Campeón!!

SÁBADO 26: 47.150 METROS POR SIERRA PRIETA

Ayer fue de esos días en los que el entreno sale tal y como uno tiene previsto. No hubo sorpresas ni positivas ni negativas, las sensaciones fueron más o menos como las había imaginado, sufrí un poco justo donde pensaba que podría sufrir, no me perdí en la sierra pese a que casi ocurre y ese era una de los temores que tenía. Todo se desarrolló con normalidad, todo salvo una cosa: hice algo que para mi no hubiera sido normal hace unos meses: más de 47 kilómetros seguidos en un entreno realizado en solitario.

El viernes había preparado concienzudamente toda la logística, a saber: las dos botellas con mi isotónica neutra a la que había añadido una cucharada de maltodextrosa, dos cápsulas de sales minerales y dos de glutamina, un botecito con frutos secos, un botecito de energía rápida, un sobre preparado para añadir al agua para consumir una tercera botella de medio litro, la ropa, mis gafas de sol, mi pañuelo, mi garmin, la linterna frontal, el mp3, el móvil por si acaso, y lo más importante, una chuleta manuscrita a ordenador con el recorrido por kilómetros que me serviría de guía para elegir convenientemente en los cruces y bifurcaciones, ese era mi equipaje.


























Sonó el despertador a las 05:05 horas, y pese haber dormido sólo 6 horas y venir de una semana dura en cuanto a descanso, no me costó excesivamente poner el pie derecho en el suelo y bajar a desayunar. Tomé un café, una barrita energética y una galleta con cereales; no quería comer demasiado por no saturar tan pronto mi sistema digestivo, ya que el entreno se iba a basar en el avituallamiento durante la sesión, el mismo tipo de avituallamiento a realizar en la Madrid-Segovia. Subí a cargar el mp3 de canciones y el ordenador no se encencía (sin duda se debía al calor de la buhardilla que había provocado este problema, así que desenchufé la alimentación, probé varias veces hasta que arrancó). Cargué las canciones deseadas, imprimí mi guía para no perderme  y perdí un tiempo precioso, lo que me llevó a estar preparado para comenzar a las 06:05 horas, en lugar de a las 05:30 como había previsto.

Arranqué muy ilusionado ante mi pequeña aventura, escuchando buena música y aún de noche cerrada. Salí de casa hacia el carreterín que lleva a la Carretera de Daimiel, enseguida cogí el camino a la izquierda que me llevaría hacia la sierra, cumpliendo a rajatabla el ritmo previsto, 6´el kilómetro. Cada 15 minutos tocaba sorbo de bebida y la chuleta fue haciendo su función a la perfección aunque en estos primeros kilómetros era fácil ya que no había llegado a la sierra, donde sería fácil perderme. A los 5 kilómetros ya no necesité la luz del frontal y con casi con 7 kilómetros recorridos enfilé el camino que me llevaría a la Finca Castellanos y a la derecha ví aparecer un precioso Sol anaranjado que bien hubiera merecido una fotografía, pero iba desprovisto de medios para esa actividad. Escuchando a Eagles se pasa el tiempo volando, y pese a que el doble LP que me había descargado era de bastante duración, las canciones se iban sucediendo casi sin enterarme. A los 45 minutos tocó una buena ración de frutos secos, ayudados con un trago de isotónica, y cayeron los 10 primeros kilómetros, con muy buenas sensaciones y con las piernas intactas.



























Alcancé la Finca Castellanos, en una zona totalmente virgen para mi, como lo iba a ser la mayor parte del recorrido. Había un muchacho trabajando que me miró con cara de pensar que había que estar loco para ir por ahí corriendo a esas horas. El camino se convirtió en senda, más técnica e interesante y en el 12,8 realicé mi primera parada técnica: había llegado a una bifurcación que no estaba convenientemente indicada en mi chuleta, ya que en ese punto kilométrico yo había escrito: "se bordea por senda hacía oblicuo izquierda". Me quité la mochila, metí el frontal, me apreté el pañuelo, me puse las gafas de sol e hice lo único que podía hacer: coger la senda de la izquierda, interpretando lo mejor posible lo que decía el manuscrito.

Pronto comencé a correr por una zona llena de piedras que contaba con un cruces y bifurcaciones que no había indicado en la chuleta, así que iba con los dedos cruzados para no perderme. Guiado por el instinto no dejé la senda, pese a que salieran otras sendas o caminos más importantes a los lados. Y así, esquivando piedras tratando de evitar un esguince llegué al 14,1 donde me esperaba un camino perpendicular como el que había descrito en el punto 13,9, ¡no me había perdido!. Desde ahí lo tenía todo mejor identificado, tocó subir una pendiente considerable, seguí las indicaciones que me llevaban a la Finca La Peralosa, famosa por sus monterías de caza de jabalíes, enganché un carreterín asfaltado en pronunciada cuesta y seguí subiendo hasta que el carreterín dio paso a camino de tierra de fácil tránsito. El paisaje era el típico de monte bajo, por cierto, con signos del último incendio habido en la zona hace un año. Entre el kilómetro 13 y el 15 tocó subir 100 metros, lo que da una media de algo más del 5%, aunque mis piernas apenas lo notaron. Iba disfrutando un montón y mantenía la media, incluso por debajo de los 6´el kilómetro. Para colmo, todo era muy emocionante corriendo por una sierra que siempre ha estado ahí pero que nunca había tenido la oportunidad de conocer.

En el 17 ocurrió un imprevisto, tengo una enormes necesidades de tener un momento "Allbrand", y me doy cuenta que no hay nadie que me moleste. Hago mi segunda parada técnica, y tengo "mi momento", mientras suena un buen LP de ACDC, ¿qué más se puede pedir?. La chuleta, o al menos la mitad de la misma en la que estaban grabados los kilómetros ya hechos, acaba teniendo una utilidad que no había estado prevista, ya me podéis entender, y desde ahí reanudo la marcha, más ligero y a gusto si cabe, hasta que llego a una encrucijada marcada en el punto 18,2, en el papel el 17,9, donde la Finca La Peralosa se queda a la derecha como marca claramente un cartel, ¡no me estoy perdiendo!.

Sigo subiendo, aunque también hay alguna bajadita, el ritmo es bueno y estoy disfrutando cada vez más, voy cogiendo las bifurcaciones señaladas quedando a la izquierda un cerro con un repetidor del que había oído hablar, continúo hasta que comienza la bajada, tal y como tenía indicado en el papel. Atravieso una zona muy bonita, por estrecha senda, terreno más técnico y alcanzo el kilómetro 20. La senda se difumina y se transcurre por un valle pedregoso con cantos rodados de considerable tamaño, con grandes surcos hechos por la fuerza del agua y con alternativas de sendas muchas veces a ambos lados. Pienso que por aquí es difícil ir en bicicleta de montaña, difícil por no decir imposible. Ahora me siento disputando un trail, y todo rueda a la perfección hasta que me despito y giro a la izquierda, comienzo a subir y me doy cuenta que me he perdido. No son más que unos minutos pero en ese tiempo me invade la angustia al pensar que no seré capaz de encontrar el camino. Regreso sobre mis pasos e intuyo el camino a seguir; en unos segundos todo ha quedado en un susto y en 200 metros extras, ¡no pasa nada!.



























 
El terreno se pone peor aún, y yo disfruto aún más. Es difícil no dejarse un tobillo pero mi sonrisa va de oreja a oreja, así hasta que en el 23,5 llego a una valla donde a la izquierda se ve un camino más ancho que sin duda es el descrito en el papel. A estas alturas ya me había tomado dos cápsulas de sales y otra de glutamina y las piernas van estupendamente, pero en el punto señalado, paro, mi tercera parada técnica, y rápidamente saco el botecito de "energía 5 horas", lo abro y me lo tomo. A buen seguro que la cafeina, gimseng y resto de sustancias estimulantes harán su efecto. Dos minutos después estoy de nuevo en marcha y unos metros más adelante me cruzo con unos ciclistas de montaña que me miran incrédulos. El camino se ensancha, se hace más rápido y la pendiente hacia abajo ayuda a disfrutar, a coger buen ritmo. Me voy abriendo paso por el valle hasta que veo en el horizonte el Moral de Calatrava. Alcanzo la población en el kilómetro 26,8, bordeo por una calle para regresar por la calle paralela a la carretera 412 y llegar a la gasolinera, kilómetro 27,5. Allí realizo mi cuarta parada técnica: lleno el bote de agua, hecho los polvos de isotónica, me quito el mp3 que hace 20 minutos que se quedó sin batería, me refresco el cuello los brazo, me mojo el pañuelo y acometo mis últimos 20 kilómetros, que sé que van a ser duros, sobre todo por el calor que ya comienza a hacerse notar. Reanudo la marcha y cojo por una calle a la derecha. En frente mía veo una laguna muy grande llena de aves, es curioso como nunca he estado tan cerca de semejante maravilla que tan sólo está a unos pocos kilómetros de casa. Cojo un camino que transcurre paralelo a la carretera y avanzo. La última parada ha provocado que pierda un poco el ritmo y no me sienta tan redondo, pero aún así me encuentro bien. Avanzo, avanzo, y cae el 30...




























Un kilómetro más adelante me despito y acabo en la carretera, saliéndome del camino. Me toca correr casi cuatro kilómetros por el asfalto, pero no importa, las rodillas no lo notan. Alcanzo el punto donde se haya el camino con el cartel "Hacienda Real". En el circuito de hace dos semanas yo aparecía por ese camino y cogía esa misma carretera para luego coger otro camino a la izquierda. Sé bien qué voy a hacer, lo cogeré en sentido contrario que hace dos semanas y así dejaré de ir por ese terreno más duro. Discurro por el camino, que por fin conozco, alcanzo el carreterín de "Las Agrupadas" y allí hago una miniparada técnica, de menos de un minuto, he corrido 38,5 kilómetros, llevo 3 horas y 50 minutos, hace mucho calor y me termino de beber la segunda botella de isotónica, me digo que no queda nada, pero pienso que en la Madrid-Segovia son muchos kilómetros con el Sol encima mía minando mi autoestima. Reanudo la marcha sin perder el ritmo, aunque ahora sí que cuesta disfrutar. 





























Atravieso el carreterín que lleva a la depuradora nueva y sé que no quedan más de 3 kilómetros para llegar al Polígono Entrecaminos, pero no se ve en el horizonte.  Sigo bebiendo cada 15 minutos, alcanzo el 42,200 en prácticamente el mismo tiempo que la semana pasada, un minuto más para ser exactos, 4 horas 11 minutos, y sigo avanzando, deseando llegar a casa. Es entonces que cuando me llega la preocupación: pese a no estar sufriendo, voy incómodo y pienso en esta misma situación cuando aún me quedasen 57 kilómetros, con el calor impartiendo justicia. Trato de abstraerme y me concentro en el ritmo, que pese a todo no ha decaído hasta que por fin veo el polígono a 500 metros delante mía. La zona del Entrecaminos es dura, con el calor dando con su mazo, sin sombra. Paso por delante de Sumac, donde unas semanas antes se había montado el chiringuito en la carrera nocturna con la gente del Extenuación. Llego a la rotonda y cojo a la derecha hacia casa, quedan 2,5 kilómetros y el negativismo se me ha ido. Me siento mejor y sólo echo en falta un poco de agua fresca en mi cabeza y mis brazos. Estos últimos kilómetros los hago sin pasarlo mal  y alcanzo mi casa en unas magníficas 4 horas y 41 minutos, 47.150 metros.






















La media a 5´58´´ con un +289 de desnivel positivo. Sin duda mucho más duro que lo de la semana pasada, y prácticamente al mismo ritmo.

En casa me ducho, estiró, repongo líquidos y compruebo que las piernas están perfectas, apenas están cansadas. Las sensaciones mejoran por la tarde, y esta mañana cuando me he levantado me encuentro con bastantes ganas de volver a correr, algo que haré esta tarde.





















Otro reto superado.

CUARTA SEMANA DEL PLAN PARA LA MADRID-SEGOVIA

Agotada la cuarta semana y avanzo "viento en popa", en pleno verano. Contento por conseguir mantener el ritmo exigente del plan marcado pese a las dificultades de tiempo y al calor. Todos sabemos bien que una buena planificación y ejecución no garantiza resultados en esto del running, aunque para corredores sin calidad como es mi caso, es la única fórmula de progresar y conseguir los objetivos, siempre que estos no sean muy ambiciosos.

Esta semana ha sido bastante satisfactoria.

  1. Sábado 19: realicé una tirada de 42.200 entrenando el avituallamiento con bebida isotónica neutra añadiendo azúcares lentos. También tomé sales y glutamina, junto con mis frutos secos. Llegué a casa a una buena media de 5´57´´ tardando 4 horas y 10 minutos.
  2. Domingo 20: no costó entrenar al día siguiente porque las piernas se encontraban perfectamente. Realicé un entreno de 77 minutos en Linares para realizar casi 14 kilómetros, y con cuesta pronunciada.
  3. Lunes 21: tocó interval que hice a razón de 1,5´fuertes-3,5´ suaves. No me encontré mal, pese a ser lunes.
  4. Martes 22: carrera nocturna con Mercedes a ritmo suave. 13300 metros.
  5. Miércoles 23: tocó otra carrera nocturna a ritmo moderado con cuestas campo a través, casi 12 kilómetros.
  6. Jueves 24: rematé la semana con un entreno suavito con Merche, algo más de 9 kilómetros.
  7. Viernes 24: descanso.
De esta forma cumplí con los 101 kilómetros planificados, y por poner un pero, no conseguí realizar un segundo entreno de calidad, que hubiera tocado el jueves, ya que preferí salir con mi mujer.




viernes, 25 de julio de 2014

MAÑANA INTENTO RÉCORD DE KILÓMETROS EN UN ENTRENO SIN PARAR: 47 KILÓMETROS

Mañana es el día propicio para acometer esta supertirada. En esta ocasión me voy a explorar Sierra Prieta, para acabar en Moral de Calatrava y de ahí a casa. Tengo previsto madrugar bastante y salir a eso de las 05:30 horas.


JUEVES 24: CARRERA CONTINUA DE NUEVO CON MERCEDES

Tan sólo me quedaba rematar la semana, y eran pocos los kilómetros que tenía encima de la mesa, así que no me costó decir que sí cuando Mercedes me dijo que saliésemos juntos a eso de las 21:00 horas. Ella está regular de sus rodillas, pero no quiere perder el ritmo, así que comenzamos suave, pero pronto fuimos apretando, exigiéndole a ritmos que por momentos bajaban de 6´. La vuelta por el Camino del Peral se hizo más rápida aún, aprovechando que tan sólo sentía molestias y pudimos realizar un buen entreno, sobre todo para ella, y una sesión que a mi me permitió cerrar los 101 kilómetros programados. Al final algo más de 9 kilómetros.

Para terminar la semana un premio, poder descansar el viernes...


MIÉRCOLES 23: TRAS LA CENA ESTA VEZ YO SOLO

Tocó miércoles caluroso, así que decidí repetir la fórmula de últimamente: calor = salida tras cenar. Costó comenzar pero una vez puesto uno se siente bien. Rodeé por algunos caminos de la zona norte para acabar bordeando los Cerros de la Aguzadera, volviendo por la vía de servicio de la autovía, para llegar al pie del Cerro del Ángel, subir por el carreterín y enseguida coger el camino empinado. Desde ahí bajé haciendo auténtico trail por el camino de la cara sur y a casa. El ritmo no había sido malo y me salieron algo más de 11 kilómetros y medio en 67 minutos.

miércoles, 23 de julio de 2014

MARTES 22: TIRADA NOCTURNA CON MERCHE

El martes también fue un día agotador y cuando llegué a casa lo que menos apetecía era cambiarse y ponerse a entrenar, pero sabía que no podía eludir mi obligación autoimpuesta. Esperé a que llegase mi mujer y los críos, y le propuse a ésta salir a correr después de cenar; me dijo que sí, así que a eso de las 22:30 cogímos dirección a La Vega guiados por mi potente linterna frontal y regresamos por el Paraje del Peral. Cuando quedaban unos 3 kilómetros Merche comenzó a sufrir de una de sus rodillas, en lo que parecían claros síntomas de cintilla, y es que últimamente no hay forma de que corra sin molestias. En cualquier caso llegamos a casa tras 77 minutos de entreno y unos 13500 metros. 


LUNES 21: ME TOCABA INTERVAL

Los lunes suele ser el día de la planificación en el que me cuesta adaptarme al entreno, quizá porque vengo de hacer bastantes kilómetros entre sábado y domingo, y para colmo es el primer día laborable de la semana, justo cuanto más cuesta. Eso ocurrió este pasado lunes ya que a pesar de que no hacía demasiado calor me costó horrores ponerme las zapas y salir a hacer mi sesión de interval. Además, cuando me puse a correr me hallé cansado, sin fuerzas. A los 25 minutos del comienzo inicié mis cambios de ritmo, en esta ocasión a razón de 1,5´ fuertes y 2,5´moderados. Los cambios de ritmo no fueron lo pero, porque de hecho no me encontré mal del todo mientras los realizaba, lo peor fue lo ya mencionado, la falta de ganas y de fuerzas. En cualquier caso salieron 10,5 kilómetros en aproximadamente una hora de sesión.


lunes, 21 de julio de 2014

DOMINGO 20: EL ENTRENO CALUROSO EN LINARES

El domingo amaneció bien para mi, me encontraba con ganas de correr, pero decidí no salir a correr, trabajar un poco en mi despacho y dejar el entreno para después de comer en Linares, aún a sabiendas de que serían unas condiciones más duras, pero a veces se trata de eso: entrenar esas circunstancias que hacen más difícil correr, como el calor o salir después de comer. Así que a eso de las 17:00 horas con bastante calor, calculo que unos 31 grados, me refresqué un poco el cuello y los brazos y me salí de casa de mis suegros dirección a la Estación Linares-Baeza por la vía verde, unos 8,5 kilómetros hasta este poblado o pedanía. No me sorprendió tener que sufrir el calor, más acuciante por el hecho de darme la brisa de culo, tampoco me sorprendió el ir un poco molesto por la digestión (comimos bastante tarde), pero sí que quedé gratamente sorprendido por lo bien que me iban las piernas, no sólo no estaban cargadas, sino que iba hasta suelto, como si hubiera descansado un par de días, cuando lo que había hecho el día anterior era correr una maratón. Llegué a mi punto de retorno a un ritmo aproximado de 5´20´´, que no estaba mal porque se trataba de ir suavito, y desde alli me esperaba toda la intensa subida hasta llegar al punto de salida. Suerte que la brisa daba ahora de cara y pese al calor acometí esta parte del entreno bastante bien, sin pasarlo mal. Alcancé Linares sin mayores problemas y llegué a mi destino 77 minutos después. Nada más llegar me sumergí en las frías aguas de la piscina, que no me causaron impresión puesto que estaba ardiendo. Tras esto a reponer líquidos, ya que no me había llevado nada de beber y estaba al borde de la deshidratación. Pero resultó un muy buen entreno de unos 14 kilómetros que enlazó bien con el del día anterior. Ha comenzado muy bien esta cuarta semana.




domingo, 20 de julio de 2014

SÁBADO 19: 42200 METROS ENTRENANDO EL AVITUALLAMIENTO. VALDEPEÑAS-SAN CARLOS DEL VALLE-EL POZO DE LA SERNA-VALDEPEÑAS

La distancia de la maratón


Hace ahora casi tres años, justo cuando decidí iba a correr mi primera maratón, leí que realizar la distancia de Filipides era una proeza que no estaba al alcance de cualquiera, había que estar muy preparado. Pero paralelamente ya había oído hablar de corredores que realizaban una maratón diaria, como Ricardo Abad, un navarro que ostenta el récord Guiness con 607 maratones seguidas (y por una buena causa). Hoy puedo decir que estamos ante dos extremos y que yo me encuentro en el centro: para mi realizar una maratón sin parar ya no es un reto, es algo que podría hacer cada sábado sin mayores problemas, en realidad todo depende del ritmo que lleves, porque la verdadera exigencia en una maratón está en eso, el ritmo, si te vas exprimiendo a tu máxima cadencia tu organismo sufrirá. Sin embargo si vas suavito, los kilómetros pasan y pasan y casi ni te enteras....

Los preparativos de mi supertirada 


El viernes preparé todo: el circuito, las bebidas, comida, mochila, ropa, y madrugué levantándome a las 6. A las 06:30 ya estaba saliendo por la puerta de mi casa con el siguiente material: pañuelo atado en la cabeza con gafas de sol, camiseta de tirantes, pantalón corto, y las Salomon Speedcross. Junto con esto la camelbak pero sin la bolsa, con dos botellas llenas de bebida con Isostar neutro (para estómagos delicados como el mío), a los que le había añadido una cucharada de Isostar Malto (azúcares más lentos). También llevaba un botecito de energía instantánea (que básicamente es gimsen, jalea real, cafeina,...), un botecito con mis frutos secos y el móvil (por si acaso). 

Aún no salía el Sol

Salí corriendo cuando aún no era de día, pero había la suficiente claridad para no necesitar ya de luz artificial. Las primeras sensaciones no fueron muy buenas, y pensé que iba a ser un duro entreno si comenzábamos así, pero sólo necesité ir alejándome del pueblo por el Camino de San Carlos del Valle para empezar a experimentar cierto disfrute. Pronto comenzó a asomar el Sol por el horizonte, frente a mi, lástima no haberme llevado para haber echado alguna foto.

Hasta San Carlos del Valle

En cuanto al ritmo, totalmente programado, quería ir siempre en torno a 6 minutos el kilómetro, y así se fue cumpliendo. Cada 15 minutos exactos tocaba un sorbo de mi mejunje a base de hidratos de rápida asimilación mezclados con los de lenta, y alcancé el kilómetro 10 en un tiempo de 1 hora y 3 segundos, es decir, prácticamente clavado. Cada 45 minutos sacaba el botecito de frutos secos y sin pararme me comía dos bocados bien masticados, y para que ayudase a entrar un sorbo de mejunje. Con las piernas sin evolución negativa avancé hasta alcanzar la Carretera de San Carlos del Valle, en las inmediaciones de esta localidad, cuando llevaba 1 hora y 40 minutos corriendo; 

Hasta El Pozo de la Serna


Tocaba coger la Carretera que une el mencionado pueblo con El Pozo de la Serna, y eso hice, para a los pocos metros coger un camino que sale a la izquierda y que se bifurca: a la izquierda hacia los molinos eólicos y a la derecha mi destino, y cogí mi destino lógicamente. Cumplidas las dos horas todo seguía igual: apenas hacía calor, las piernas bien y seguía al mismo ritmo y con mi programa establecido de comida y bebida; me había tomado un botecito de energía rápida a la hora y cuarenta y cinco minutos y ahora tocaba una cápsula de sales minerales y otra de BCAA+glutamina, para proteger mis músculos, sorbito de mejunje y para dentro. El kilómetro 20 en 20 horas y 6 minutos, como un reloj suizo. Alcancé la bifurcación que esperaba y dudé si era ésta, así que paré unos segundos y tuve que decidirme: finalmente cogí el camino que salía a la derecha con la esperanza de que me llevase al Pozo de la Serna. El camino era más liso, más rápido, con el viento en contra que refrescaba bastante y el ritmo creció un poquitín. Me adelantó un coche y le pregunté al conductor si iba por el buen camino hacia la pedanía mencionada, y me dijo que iba perfecto. Alcancé el Pozo de la Serna en el kilómetro 24 y pico y no tuve problemas para callejear un poco y encontrar el Camino del Pozo de la Serna, que une la localidad donde me encontraba con Valdepeñas.

Hasta casa con despiste incluido

Y seguí con lo mío con las fuerzas intactas y las piernas redondas. Llegaron unos repechos que capeé sin problema alguno y alcancé el kilómetro 30 en 2 horas 58 minutos 59 segundos, sin duda había mejorado el parcial, pero casi sin buscarlo. Entonces llegué a una bifurcación donde definitivamente dudé entre coger a la izquierda o a la derecha y cogí la primera. Pronto me dí cuenta de que me había equivocado porque el paisaje que veía no me sonaba de nada, y así fue como el camino terminó en la Carretera de Villanueva de Infantes, teniendo que ir por dicha carretera un buen rato. Eché mis cuentas y estimé que esto supondría aproximadamente un kilómetro y medio más, como al final acabo ocurriendo. Cuando llegué a punto kilométrico donde salía un camino hacia la sierra de la zona de San Carlos del Valle, cogí el mismo sabiendo que en menos de un kilómetro me toparía con el camino por el que debería haber aparecido de no haberme equivocado 15 minutos antes, y así fue, llegué a la bifurcación y cogí de nuevo el Camino del Pozo hacia casa (de ahí hasta mi destino casi 10 kilómetros). El calor comenzó a hacerse notar, pero la brisa continuaba atenuando la mala sensación de la temperatura, así que fue avanzando el entreno sin ninguna novedad, bueno sí con una, las buenas sensaciones. Avisté el pueblo en una cuesta abajo que me llevó directo a la entrada de mi localidad justo cuando llevaba 39300 metros, me iba a salir casi una maratón. me había quedado sin isotónica un par de kilómetros antes por los que a las 4 horas de mi salida no pude beber nada, eso sí, había pasado el kilómetro 40 en 3 horas 57 minutos y 42 segundos. 

El recibimiento: lo mejor

Callejeé hacia casa y llamé a mi mujer para decirles que llegaba y que una maratón bien merecía un recibimiento colectivo, así que cuando estaba en las inmediaciones de mi hogar decidí dar un rodeo para conseguir redondear la distancia de Filipides, y aparecí en mi calle justo para hacer 42.200 metros en 4 horas 10 minutos y 47 segundos, a un ritmo medio de 5´57´´ el kilómetro. Jorge prendió un par de petardos y con unos aplausos y vítores de ánimo finalizó este gran entreno. Las piernas casi intactas, pedían hacer otros 30 kilómetros, así que tras una ducha todo lo fría que dio de sí la tubería me quedé genial, muy satisfecho. Repuse líquidos y pensé que con un poco de suerte había dado con la clave para ir avituallando sin tener problemas digestivos durante la Madrid-Segovia. 




viernes, 18 de julio de 2014

TERCERA SEMANA DEL PLAN PARA LA MADRID-SEGOVIA

Concluyó esta tercera semana y las sensaciones siguen siendo buenas, tocaré madera. En esta ocasión quedo doblemente satisfecho: por los kilómetros realizados y también por la calidad de algunos entrenos, en especial el del sábado. Comenzaba la semana de forma inmejorable, con un entrenamiento oficial de la Madrid-Segovia entre Cercedilla-Segovia, y a pesar de no darme tiempo de desayunar, el desarrollo de la sesión fue más que satisfactorio, con casi 36 kilómetros a un ritmo demencial a pesar del desnivel positivo de más de 900 metros, a menos de 5´el kilómetro de media, espoleado sin duda por la compañía de Claudio Luna y Santiago Pérez Mesonero, dos cracks. No quedaron secuelas al día siguiente y pude realizar un plácido entreno de algo más de 13 kilómetros en el que al final cogí un buen ritmo. El lunes fue el primer día de intenso calor y salí en lo peor del día, con 36 grados, la temperatura no me permitía casi correr pero a pesar de todo no estuvo mal, 13,5 kilómetros con interval a razón de 2,5´- 2,5´. El martes salí de noche después de cenar, a las tantas y resultó una experiencia gratificante porque la temperatura permitía correr, otros 13 kilómetros y algo hechos a ritmo moderado. El miércoles volví a salir de noche tras cenar y fue el peor entreno de la semana porque me encontré cansado, aún así salvé 10,40 kilómetros en los que metí algo de cuestas y entrené el terreno irregular con el nuevo frontal. El jueves descansé y hoy viernes el entreno ha sido bastante bueno con series de 700 metros recuperando al trote otros 300, hasta cinco repeticiones, tras un calentamiento largo de casi media hora.

Un total de 97 kilómetros que permiten cumplir lo estipulado y además hacerlo con buenas sensaciones pese a las duras condiciones climatalógicas. El del sábado pasará a mi particular historia como el mejor entreno que hecho jamás, mientras no haya otro que los desbanque.

Esta es la tabla:


VIERNES 18: POR LAS MAÑANAS TAMBIÉN SE PUEDE

Sólo quedaba rematar la semana, la dura semana, y aunque tenía planificado el entreno para el jueves, finalmente cambié de planes y decidí descansar ese día y correr el viernes por la mañana. Madrugué amaneciendo totalmente dormido, con un ojo abierto y otro negándose a abrirse. Pero tras un café vi las cosas de otro color a los pocos minutos de entrar la cafeína en mis venas. Así que salí de casa sin pasar una pizca de frío porque a las 06:45 ya harían tranquilamente 23 grados. Me fui hacia la zona del Cerro del Ángel, para luego volver por la vía de servicio hacia el Parque Cervantes buscando realizar un calentamiento largo. Llegué a este recinto cuando llevaba 28 minutos corriendo y entonces comenzó la calidad: 5 vueltas de un kilómetro de largo con 700 metros fuertes y 300 suaves. La mejor fue sin duda la tercera y la peor la primera, aunque he de decir que no me costó mucho realizar el entreno. Satisfecho, regresé a casa suavito para completar unos 11.500 metros con los que se terminaban la tercera semana del plan para la Madrid-Segovia.

jueves, 17 de julio de 2014

MIÉRCOLES 16: OTRA VEZ DE NOCHE Y TRAS LA CENA

Si el martes probé esta forma de entrenar: de noche tras cenar, el miércoles hice más de lo mismo, aprovechando que a esas horas la temperatura permitía correr sin morirse en el intento. Sin embargo resultó no ser tan agradable como en el día anterior. Me encontraba sin fuerzas y lo que es peor, sin ganas, con la sensación de tener que hacer algo sin saber muy bien por qué se hace. Tuve que ver pasar los minutos y por ende los kilómetros para encontrar algo de sensaciones en la velada. Esto ocurrió tras regresar del circuito que había hecho entre el parque y la Carretera de Daimiel, cuando desde Felix Solís me dirigía al Cerro del Angel. Llegado al mismo subí campo a través por el camino corto, auspiciado por la potente luz de mi nuevo foco, y pensando en lo que me tocaría encontrarme en la Maratón Nocturna Camins de Cabres del 9 de agosto. Bajé campo a través con el miedo lógico de dejarme un tobillo en uno de los surcos del terreno, pero no, afortunadamente nada negativo me ocurrió. Llegué a casa con mejores sensaciones que al comienzo y con el sentimiento de haber terminado mis deberes. Unos 10 kilómetros, con algo de cuesta y entrenando correr de noche por terreno irregular, positivo.


miércoles, 16 de julio de 2014

MARTES 15: CORRIENDO TRAS CENAR Y DE NOCHE CERRADA

Era algo que me quedaba por experimentar, salir de noche tras la cena. Eso sí, comí poca cosa para no ir muy pesado. La verdad es que nada más salir descubrí que "se podía correr" pese al calor que había hecho durante todo el día, así que con mi nuevo frontal, que da para 120 lúmines, me fui abriendo paso por los caminos del norte de Valdepeñas, resultando un entreno relativamente rápido y ameno. Cuando llegué a casa a eso de las 11:40 me dio para ducharme e irme casi directamente a la cama, pero me sentía bien por los deberes hechos y por haber experimentado nuevas sensaciones. Me salieron unos 13 kilómetros para 70 minutos.



martes, 15 de julio de 2014

LA MARATÓN DE VALENCIA 2014: ¿ME ESPERARÁ NUEVAMENTE EL HOSPITAL?

En plena planificación para afrontar el reto de la Madrid-Segovia me he planteado correr una maratón en otoño, pero compruebo que algo ha cambiado en mi, ya no es como antes cuando sólo le tenía respeto a esta distancia, ahora le tengo miedo, casi pavor. Ello es debido a que mi última experiencia fue nefasta, la Maratón de Sevilla de febrero pasado. Sin embargo he desarrollado alma de maratoniano y hoy por hoy no puedo prescindir de correr la distancia que hizo famosa Filípides, por más que haga escarceos en la montaña o en el ultrafondo. Además en esta ocasión la elegida, la Maratón de Valencia, trae consigo connotaciones extras y paralelas al reto que supone simplemente participar en ella... Fue en 2012, en aquel noviembre cuando me quedé tirado en el kilómetro 39 pasando el que probablemente ha acabado siendo el peor rato de mi vida; difícil de olvidar las casi tres horas que pasé en el hospital. Valencia no me hace rememorar los mejores recuerdos. Menos mal que tres semanas después de aquella horrible (y magnífica) experiencia  lavé la suciedad mental con una estupenda Maratón de Castellón que me sacó la sonrisa y me quitó el sinsabor de una tacada. Pero fiel a una fea costumbre: la de borrar malos recuerdos escribiendo encima de ellos, me inscribo en esta nueva edición con la esperanza de terminarla, esta vez sí, para poder pasar por el marcador del kilómetro 39 y si puede ser reirme de él, como si tuviera personalidad propia, para así alejarme todo lo rápido que pueda desde allí hacia la meta. En esta ocasión mi objetivo será terminarla, aunque finalizar una maratón ya no sea un reto, pero necesito llegar a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, aunque no puedo hacerlo tras haber vivido una aventura lúdica, sino que tengo que tendré que disputar la prueba, ya sea en menos de 3 horas, en 3 horas 10´, 3 horas 20´o en lo que salga, pero eso sí, terminarla. El entreno del sábado pasado entre Cercedilla y Segovia me dejó clara una cosa: puedo volver a bajar de las tres horas, no es imposible coger un estado de forma como el que tenía hace algo más de un año, de hecho me encuentro muy bien, casí como nunca  y necesito enterrar definitivamente los problemas del invierno de 2013 y de esta pasada primavera. La montaña y el ultrafondo me ha de dar consistencia y tengo que terminar 2014 con los deberes bien hechos: finalizando la Madrid-Segovia y finalizando con una sonrisa de oreja a oreja la Maratón de Valencia.




Que así sea......