RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 29 de enero de 2015

LUNES 26: UN ENTRENO HASTA LA EXTENUACIÓN

Ante mi la exigencia de una sesión de interval por caminos, como últimamente viene siendo costumbre los lunes. Ya no tengo excusa porque no siento molestias, y desde hace ya bastantes días compruebo que ya no cuesta tanto ir rápido. Así que con estos argumentos me calcé de nuevo las insólitas e inesperadas intrusas, mis Mizuno Wave Precisión 10, esas que había abandonado dos años atrás con apenas 100 kilómetros en sus suelas y que ahora han sido testigo de un fabuloso renacer (mío y suyo). La cosa comienza que un calentamiento casi explosivo y en menos que canta un gallo, allí en la noche y entre el vaho que sale de mi boca me veo a un ritmo por debajo de 5'. Voy suelto y alcanzo el minuto 20' a una velocidad que me hace pensar que me va a costar cambiar a mayor intensidad, sin embargo me pongo y lo hago, siento que casi vuelo y aguanto los 2' y medio que toca, bajo el pistón otros 2' 30'', pero sin relajarme. Alcanzo la Vega del Peral, kilómetro 6 en 27'30'' y ahora viene lo mejor. Cambio tras cambio las piernas aguantan el castigo, y noto gran mejora cuando llego al Camino del Peral y la pendiente me sonríe. En esos momentos y en cada intervalo siento que tengo que reventar y sin reparar en el tiempo llego a casa a un ritmo frenético para tratarse de un entreno. 13200 en 57', incluido el calentamiento, supone una muy buena media que aproximadamente es la del ritmo objetivo 4' 10", y eso de noche y por caminos. Muy satisfecho pero casi exhausto. Eso sí, muscularmente muy bien.

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