RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 14 de abril de 2015

LUNES 13: MERCEDES Y YO NOS DIVORCIAMOS (POR UN DÍA Y SÓLO DURANTE EL ENTRENO)

Ayer Mercedes y yo tomamos caminos separados: ella tomó dirección a la falda del Cerro del Ángel y yo también estuve por allí haciendo cuestas tras rodear por los Cerros de la Aguzadera, pero lo hicimos a horas distintas. Podríamos decir que sufrimos una separación deportiva forzosa, ya que yo pretendía realizar una sesión de calidad y con ella no podría haberla desarrollado. Así que cuando llegué a casa no perdí mucho tiempo y como decía líneas más arriba rodeé por los Cerros de la Aguzadera para luego subir un par de veces al Cerro del Ángel. No hice como en otras ocasiones en las que ya de partida salgo a ritmo fuerte, sino que condicionado por la carga muscular que últimamente arrastro decidí ir suave al comienzo hasta que hube calentado. Además no encendí el crono, porque no tenía ganas de medirme. Lo mejor fue lo que tenía que ser: las subidas, que las hice a buen ritmo, compartiendo espacio con un par de ciclistas de montaña que estaban también haciendo series. Ya abajo tampoco imprimí un ritmo alto a mi vuelta a casa porque como decía, "no está el horno para muchos bollos". En cualquier caso quedé bastante satisfecho.

Si hablamos de Mercedes, ella salió más tarde, de forma que cuando entré en casa ella ya había salido. Cincuenta y dos minutos después aparecía con buena cara y buen ritmo, a una media de 5´ cuarenta y tantos, pero con ligeras molestias en la dichosa ingle.

Lo comentado: separados o divorciados, como gustéis, pero eso sí, sólo por esta vez y en el espacio de dos horas.

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