"No me digas que tu cabeza rige tus movimientos porque en muchas ocasiones son tus hormonas y tu orgullo los que te hacen avanzar más rápido de lo que debieras"
Mercedes llevaba parada desde el último entreno de áquel martes en el que para nuestra desgracia se reprodujo, ¡y de qué manera!, su lesión. Las plantillas que tiene encargadas no llegaban (ni han llegado aún a día de hoy) y tratábamos de que la desesperación no tomase el mando. Por mi parte el jueves tan sólo tenía que cerrar la semana, una semana que tendría que valorar como de negativa por lo ocurrido a mi mujer y porque yo no estoy corriendo como quisiera (ni mis piernas se comportan conforme a lo deseado ni mi intención me está satisfaciendo). En cualquier caso no era día para calidad, sino más bien para regenerar y por ello fui al parque a dar unas vueltas de forma suave. Pero había mucho movimiento de corredores allí ese día; concretamente había un grupo de unos 10 colegas, la mayoría del Extenuación Valdepeñas, que se estaban dejando la piel corriendo a un ritmo demasiado alto, en torno a 4 minutos el kilómetro. En una de las ocasiones en las que me crucé con ellos me animaron para que me sumara a la fiesta, pero a mi me dolían las piernas sólo por el hecho de verles correr. Sin embargo unos minutos más tarde me crucé con Javier Araque, que iba bastante más suave y en esta ocasión sí que me me uní, porque tampoco tenía muchas ganas de correr en solitario. Fuimos charlando y casi sin darme cuenta nos vimos corriendo a 4´30´´, ¡otro que me había engañado!. Tras cinco vueltas, que equivalen a 5 kilómetros, cogí el camino de casa y me fui bastante satisfecho, dentro de lo que cabe, aunque de trote regenativo hubo bien poco.
Semana que cerraba con 87 kilómetros, que en cantidad no está mal, pero por lo ya comentado no me quedaba para nada satisfecho.
No hay comentarios :
Publicar un comentario