RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 16 de junio de 2015

SÁBADO 13: EMPEZANDO CON MIEDO EL ENTRENO Y TERMINÁNDOLO ABATIDO

"Ante la adversidad es como logramos encontrarnos con nosotros mismos, donde aprendemos y logramos descubrir la fórmula para seguir avanzando"

El sábado hace tiempo que se quedó como el día de la "tirada larga" y para mi está clara la elección que me lleva a preferir tiradas de 45 kilómetros suaves y sin prisa a tiradas de 22 echando la lengua. No me cabe la menor duda de que sufro mucho más en éstas últimas. Y como me estoy preparando para una maratón, lo que realmente me sirve es correr durante unas dos horas a un ritmo que en ningún caso se vaya más de un 1,20 de coeficiente de mi ritmo objetivo. Es decir, me tengo que me mover en ritmo que vayan desde el 4´30´´ al 5´el kilómetro, pero ir a 5´30´´ no es interesante en este tipo de sesiones. 

Ni que decir que tenía miedo, miedo a sufrir, a pasar un mal rato, y si empiezas así se puede decir que comienzas mal. Cogí rumbo al norte, por la vía de servicio. Tenía que llegar hasta la gasoliner Shell que hay en el kilómetro 191 de la autovía y como la mañana era fresca (da gusto correr con 20 grados de temperatura), se puede decir que no fui pasándolo mal. Poco a poco fui incrementando el ritmo y alcancé la gasolinera mencionada, cerca del kilómetro 9 con las fuerzas casi intactas y con la sensación de que mis temores no habían tenido sentido. El regreso lo tenía que hacer por el Camino Carretas y en este tramo también me encontré fuerte; incluso la cosa mejoró cuando la tierra del camino se convirtió en asfalto. Crucé la Carretera de La Solana y continué por el camino hasta llegar a la zona alta del Paraje del Peral, y fue entonces cuando con bastante rapidez me sorprendió la carga muscular de mis piernas. Esto me obligó a bajar un poco el ritmo, y cuando llegué a la fuente que hay en el Peral decidí refrescarme y estirar. Lo que hasta entonces había resultado un buen entreno que trataba de llevar con ese mismo resultado hasta el final se tornó en un "las cosas se han torcido y esto no me gusta ya tanto". Reemprendí la marcha hacia casa con unos 6 kilómetros por delante, y he de decir que al reanudar la carrera volví a sentirme mejor, pero diez minutos después ya estaba otra vez bastante cargado. Los últimos dos kilómetros y medio decidí hacerlos mucho más suaves y tratar de descalentar para no forzar. A esas alturas ya estaba bastante contrariado y no podía arreglar una sesión que se había torcido por completo. Comoquiera que había apagado el crono bastante tiempo antes no puedo decir con exactitud el tiempo que tardé, pero si la distancia total, algo más de 22 kilómetros, que hubiera jurado que eran por lo menos 25, pero la wikiloc no engaña.

Ni que decir tiene que tuve tiempo el sábado por la tarde para capear mis dudas y contrariedades. Pero ya sabéis: "si algo va mal, mañana será otro día".

Resultado de imagen de algo va mal

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