RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

SÁBADO 4: ALGUNAS RAZONES PARA PEDERTE CORRIENDO EN DESPEÑAPERROS

Cierto que en la zona de La Mancha donde vivo se ven pocos árboles y que el verde sólo aparece en las pámpanas de las cepas unas semanas al año, para luego desaparecer y dejar el terreno labrado y sin sombra, pero también es cierto que a 45 kilómetros de Valdepeñas tenemos Despeñaperros, un Parque Nacional conocido por ser el paso hacia Andalucía, pero que bien merece la pena conocer más al detalle. El sábado pasado mi mujer y yo madrugamos para ir a hacer un circuito que se adentraba en las sierras, que sin ser muy altas si que conforman un terreno montañoso que da para hacer un muy buen trail. 

Era la segunda vez que corríamos por estos parajes, en la primera ocasión también estuvo Mercedes conmigo y fue para ir desde Viso del Marqués, donde está el archivo naval nacional, hasta Miranda del Rey, pequeña aldea en el centro del parque, 25 kilómetros muy majos. Con la falta de referencias por no conocer las pistas, traileras y sendas, me metí en la wikiloc y me descargué una ruta senderista de algo menos de 22 kilómetros, así que el Garmin tendría que guiarnos en este circuito circular:






A eso de las 9 de la mañana comenzábamos a dar las primeras zancadas desde Miranda del Rey, por la carretera que une la aldea con Santa Elena, y pronto tuve el primer problema de orientación, cuando el aparatito comenzó a decirme que nos desviábamos de la ruta. Unos segundos después descubría que había que coger un camino, en principio paralelo a la carretera y que luego se iba alejando de la misma para coger hacia el noreste. La naturaleza nos invadió desde el comienzo; lástima que la falta de lluvias en estos tres meses haya dejado toda la zona más seca de lo normal, pero aún así es una gozada poderse escapar a respirar aire tan puro. Pronto cogimos un cortafuegos y comprobé que Mercedes iba a llevar el "modus flojeras" porque la ví demasiado quejicosa. El cortafuegos se terminó y nos vimos en un cruce de caminos sin saber muy bien hacia donde ir; suerte que apareció un tío con una pinta de ultrarunner tremenda y le preguntamos. "¿qué vais al Castillo de Castro Ferral?, pues bien se puede ir por ahí, creo, pero os va a costar seguir el camino porque está un poco lioso". Nos dijo su nombre, Francisco Tirado, nos dijo que había competido hacía unas semanas en el Ultra de Sierra Nevada, estuvimos un par de minutos más intercambiado impresiones y nos dió su móvil. Así que cogimos el camino en cuestión, muy bonito con un desfiladero en la parte izquierda y abajo un río que por desgracia se veía sin agua, y entonces comprobé como el mapa me decía que había que coger a la izquierda, pero entonces, ¿ahí que tirarse por el desfiladero?; como en lo alto se veía un pista entendí lo que habían hecho los senderistas que habían colgado la ruta, bajar un poco más por el camino y atravesar por un paso relativamente fácil cruzando el río, para luego subir un poco hasta la pista. Eso hicimos, andando ¡claro!. Llegados al camino no sabía si había que ir en un sentido o hacía el contrario, así que pregunté a unos senderistas y nos ilustraron; esa fue la última vez que nos perdimos. De ahí tocaba subir y subir bastante. De esa parte del recorrido son estas fotos; no  tuvimos suerte y no pudimos captar los ciervos y cabras montesas que vimos.






Mercedes se me iba quedando en la cuesta, e iba compaginar el andar y correr. Luego llegó una zona más llana y allí cogimos algo de ritmo. El pubis me volvía a molestar haciéndome algo amarga esta aventurilla, pero parece que estoy aprendiendo a no hacerle demasiado caso.

Tras recorrer varios kilómetros de pista llegamos a un ancho cortafuegos que cortaba en perpendicular a la vía. El aparatito marcaba que teníamos que ir por el cortafuego y eso hicimos. Aquí vinieron grandes cuestas y grandes bajadas, muy técnicas por cierto:






Y tras un par de kilómetros de cortafuego alcanzamos el castillo. Si esperábais una fortaleza medieval con figurantes ataviados de vestimentas de la época estabáis muy equivocados.





Tras las fotos en el castillo bajamos por el cortafuegos. Curiosa la vieja encina que decidieron no derribar quizá por estar protegida (se aprecia en la imagen).



Así alcanzamos una pista y teníamos que coger a la izquierda. Nos quedaban unos 11 kilómetros ya menos duros, pero Mercedes no estaba en su mejor día por lo que sabía que no iba a ser un paseo



De hecho ahí la veis ya a falta de unos 4 kilómetros. La piedra le vino genial para marcarse un descanso.



Alcanzamos un cruce y tomamos por el camino que nos marcaba el final, lleno de bosquecitos de jaras, muy muy bonito, y ya sin más historia llegamos a Miranda del Rey, nuestro punto de partida.


Me salieron 21,6 kilómetros a un ritmo casi indecente, pero es que la aventurilla estuvo llena de paradas, y nos lo tomamos como una excursión más que otra casa.  En condiciones normales, pese a los 600 metros de desnivel positivo, Mercedes lo podría haber hecho en no mucho más de 2 horas y media.

Experiencia muy positiva que nos dejó con ganas de repetir. A mi me vino de perlas utilizar este entreno como inicio de mi tapering de cara a la Madrid Segovia del 19 de septiembre, y de esta forma no forzar mi maltrecho pubis.

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