RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 11 de diciembre de 2015

JUEVES 10: LAS PIERNAS VAN MÁS LENTAS DE LO QUE UNO CREE QUE VAN

"Percepción", está palabra tan usada explica y define muchas de las cosas que nos ocurren a los seres humanos. Nos creemos más buenos de lo que somos, más especiales, mejores. Tenemos una percepción edulcorada de nosotros mismos. ¡Alto!, no tienes por qué opinar lo que yo, quizá es que sólo me pasa a mi. El ego no lo inventó el hombre, nace con cada uno de nosotros y nos acompaña hasta nuestra muerte, de forma que se crean varias realidades paralelas que conviven en el espacio y en el tiempo: la realidad que percibimos, la realidad que los demás perciben en relación a nuestro yo, y luego está la objetiva realidad, la que no está sujeta a percepción y que se ajusta más a la auténtica verdad. Por ello yo cada vez soy más excéptico en cuanto a opinar sobre los demás (incluso al acto de opinar sobre mi mismo). Prefiero que sean los hechos los que hablen por las personas, porque los hechos son reales en cuanto en tanto han sucedido. 

Eso debió pasarme ayer en cuanto salí corriendo de casa...Quería hacer un buen entreno y no me  encontraba mal, pero fue coger la calle Amapola cuando ví pasar por delante de mi otro corredor que llevaba la misma dirección que un servidor. Sea como fuere me ocurrió lo que suele ocurrirle a la mayoría de los runners, que nos picamos. Intenté acelerar para alcanzarle, puesto que veía que su ritmo era discreto, ¡ah! me veía apretando y no lo alcanzaba. ¡Pero bueno, vamos a ver, si estoy yendo rápido!, ¿cómo demonios es que no lo alcanzo?, no lo veo moverse tan ágil. Claro, está basante claro, percibía que iba más rápido de lo que en una honesta y directa realidad estaba yendo. Tiene una explicación simple: no estoy tan bien como creo que estoy. Al kilómetro de salir, el chaval tiró para un lado y yo giré por el camino que me lleva al Peral, muy condicionado por tan nefasto descubrimiento sobre mi mismo y sobre mi realidad como corredor. Como quería llevarme la contra, apreté los dientes y traté de correr y correr. Las cuestas que llevan al Peral no ayudaron a contradecir mi  teoría, de forma que cuando llegué a las inmediaciones del paraje estaba fundido y tan sólo había recorrido 6,4 kilómetros para un tiempo de 29 minutos y pico, es decir, a una media de 4´35´´, que no está mal si tenemos en cuenta que iba por caminos y subiendo, pero claro, me había deshecho y todo para poco. En cualquier caso, tras parar unos segundos para reposar las piernas, seguí hacia casa cogiendo ritmo y, eso sí, tras haber detenido el crono; no quería medir el tiempo en lo que quedaba de sesión, por tanto no sé cuánto tardé en recorrer los 12.170 metros del circuitín. Los estiramientos  y los abdominales posteriores ayudaron a desagarrotarme en primer lugar, y a fortalecer esta cintura que Dios me ha dado y que parece ser que está tan descompensada respecto a mis piernas que no puede tirar bien de mi cuerpo.

Si lo veo fríamente puedo sentirme bien porque con ese entreno había conseguido entrenar de continuo realizando desde el domingo, día de la maratón, 95 kilómetros, que bien valen un descanso para hoy viernes. Puedo entrenar más duro, puedo correr hasta reventar, hasta lesionarme, pero creo que mis niveles de autoexigencia no están precisamente bajos porque no he cejado en el intento en todos estos meses/años. ¡no me lo puedo creer, estoy opinando sobre mi otra vez!, ¿será real objetivamente hablando esta opinión?




No hay comentarios :

Publicar un comentario