RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 10 de diciembre de 2015

VIERNES 4: CERRANDO UNA SEMANA, ABRIENDO UNA PUERTA

La semana pasada cerré con buenos números y sentí como si estuviera comenzando a ver la luz al final del túnel que me ha tocado atravesar. El viernes, tras 6 entrenos en los que no había cabido la relajación tocó hacer una sesión algo más suave y salí a un ritmo claramente por encima de 5´ realizando un circuito de unos 9 kilómetros. No era de noche, ya que me había cogido la tarde libre con el fin de ir preparando las maletas para irnos a Linares (al día siguiente partiríamos de allí para ir a Málaga, a nuestra cita con la maratón). El entreno me dejó contento, más que por la sesión hecha por el resultado total de la semana que cerraba con unos 90 kilómetros (segunda semana consecutiva que alcanzaba esa cifra). Mi pubalgia comienza ser como el alcohol en un bebedor, que aunque no lo pruebe porque lo haya dejado se declara alcohólico. Lo mismo me ocurre: aunque siento grandes mejoras y puedo correr ya más rápido, también siento que no estoy curado del todo, todavía estoy lesionado por mucho que quiera decirle adiós para siempre.


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