RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 23 de enero de 2016

VIERNES 22: INESPERADO BUEN ENTRENO Y BIEN LARGO

A veces lo imposible no lo es tanto. A veces es sólo cuestión de equilibrio, bueno, equilibrio y algo de misterio. Esta foto la eché hace casi 3 años en Roma, el día anterior de mi mejor desempeño corriendo, sí, aquella maratón en la que bajé de las 3 horas y que me queda hoy tan lejana. Mucho ha llovido desde entonces, muchas cosas han ocurrido, no todas buenas, pero ha habido de todo. A dia de hoy me hallo aquí buscando mi equilibrio.


Y en ese proceso resulta que cuando menos se lo espera uno llega la musa y te regala un buen entreno que te hace sentir bien vivo, hace que todo esto tenga sentido. El devenir del día lo marcó el hecho de que me tomase la tarde libre laboralmente hablando. Antes de eso no tenía pensado salir a correr en ese día que últimamente suelo emplear para salir a tomar algo con la familia. Por otra parte no estaba muy contento con el desarrollo que había tenido la semana, con un muy buen entreno el sábado, una buena manera de abrir estos siete días, pero luego me había ido desinflando, además el domingo no había corrido, tan sólo había ido a hacer algo de elíptica y pesas, con lo cual el acumulado se había quedado a jueves en unos 70 kilómetros y yo quería más, pese a no saber muy bien qué beneficios me traería aumentar esa distancia. En cualquier caso a eso de las 18:35, tras haber estado trabajando en el despacho en mi trabajo como autónomo salí dispuesto a hacer 20 kilómetros, sí, 20 kilómetros, algo que no suelo hacer jamás entre semana. Cogí la Carretera de Moral de Calatrava, para luego tomar la Carretera de Daimiel y desde ahí el camino que sale a la izquierda y que me llevaba a bordear en unos 11 kilómetros hasta alcanzar la vía de servicio de la A4 a la altura del Hotel el Hidalgo. Es un circuito que conozco bien y que hacía tiempo que no hacía. A ritmo suave, sin forzar en seguida noté que no las molestias no aparecían, así que lo siguiente es cruzar los dedos y rezar para que con el paso de los minutos no asomen. Eso sí, lo que sí fue dando la cara fue unas desagradables molestias digestivas fruto de la comida en el chino, pero eso lo puedo capear bien, es algo circunstancial. En el 6 noté que las piernas iban, podían ir, así que fui apretando corriendo en la noche con un extra de motivación. Desde el 8,5 la pendiente y el camino es más corrible y fue ahí cuando metí dos marchas más y me sentí corredor nuevamente, algo que no sucede muy a menudo. Los kilómetros pasaron y alcancé la vía de servicio con unas sensaciones tan positivas que me seguían sorprendiendo. Por la vía de servicio la cosa no empeoró, más bien al contrario. Llegué a casa en un tiempo que desconozco porque no lo medí, pero eso no es lo que importa: no sentí molestias y fuí suelto, pude coger buen ritmo y esto no se paga con dinero, sólo con agradecimiento.

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