RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 17 de febrero de 2016

SÁBADO 13: HACIENDO LA RUTA DE LOS ENAMORADOS

"No importa la ruta que elijas, no importa si llueve o si truena, si hace viento o frío, si una pareja que se quiere se declara su amor corriendo esa salida quedará grabada para siempre como la ruta de los enamorados".

- Javi, ¿sabes lo que tendríamos que hacer?
- No lo sé, dime Mercedes
- Pues tendríamos que dejar el coche en el hotel e irnos corriendo hasta casa y luego regresar corriendo de nuevo al hotel para llegar a tiempo a la cena de San Valentín
- ¡estás un poco loca...! pero tu plan me gusta

Este es un extracto de la conversación que mantuvimos Mercedes y un servidor hace unos días, justo cuando acababa de reservar una noche, con cena, barra libre y desayuno incluidos en el Hotel El Hidalgo, en el quinto pimiento de casa, a nada más y nada menos que...¿6 kilómetros?. Estaréis pensando que hay que ser un poco tonto para irse a dormir a un hotel al lado de casa, y quizá lo seamos pero nos pareció un buen plan y por otro lado lo que importaba era con quién iba a pasar esa noche y lo que íbamos a hacer, no donde. 

Luego ocurrió que el sábado por la mañana surgió un problema familiar que llevo al traste nuestro pequeño plan (el de regresar corriendo a casa antes de la comida para luego volver corriendo al hotel ya por la noche)., asi que no fue hasta bien entrada la tarde cuando hicimos las maletas, nos pusimos ropa para la ocasión (ocasión deportiva, claro) y tras llegar el hotel, dejamos las maletas y nos fuimos a realizar nuestra ruta de enamorados, que así la he definido en la wikiloc:
















Permitidme que me tome la licencia de contarlo como si de un cuento se tratase, que en realidad de un cuento de amor versa

El viento nos gritaba a voces que regresásemos por donde habíamos venido, la lluvia amenazaba con conatos violentos de forma que el agua se unía a la tierra para embarrar nuestras zapatillas y de esta forma hacer más complicada nuestra pequeña aventura. Hubimos de saber en ese instante que de gozosa iba a tener poca nuestra empresa y que iba a tocar sufrir y amargar el aliento para conseguir grabar bien día tan señalado en nuestra memoria como forma de reseñar nuestro mutuo amor...

Arengando a Mercedes ante la adversidad de tan ingrato anochecer fuimos abriéndonos camino como si de locos se tratase en acto extraño e irracional. Fue cuando giramos hacia Sierra Prieta cuando pareció como el agua se evaporaba y el viento enmudecía con lo que nuestro avanzar comenzaba a hacerse más cómodo y llevadero, y así en noche cerrada me hallé meditando sobre esos 15 años mientras sin parar pensaba, mientras recordaba sin dejar de dar zancada. Muchos años han sido pero cortos se han pasado y aquí nos hallamos haciendo algo inusitado, corriendo mientras nos amamos. Ya en Finca Castellanos, mi memoria se desactivaba para dejar paso al sentir del disfrute de nuestra salida. A mitad del recorrido, justo a una segunda mitad de nuestra esperada cena de enamorados, mi mujer avanzaba ahora sí de forma plácida, disfrutando de ese sueño que es machacar juntos nuestras zapatillas contra estas tierras manchegas; pero aún faltaba el último episodio, el de mayor épica, porque tuvimos que volver a girar para encontrarnos de nuevo cara a cara con el actor que debía poner un poco de tragedia a esta curiosa conmemoración, sí amigos, el viento nos volvía a gritar, y ahora lo hacía enfurecido. Tocó remar contracorriente, hubo que escuchar a mi mujer quejarse en la noche, resbalar en el barro,  pero como en otras ocasiones fue valiente y no dobló la rodilla en otra dura batalla, y en esta guisa y poco a poco vimos como las luces del hotel, nuestro destino, se hacían cada vez más grandes ante nuestros ojos, y los kilómetros que restaban de estos 16.000 metros que homonajeaban al amor, iban disminuyendo inoxeroblamente en mi GPS. ¡Y por fin llegamos!. Embarrados, chorreando, algo exhaustos y con la ilusión de dos adolescentes. Ni que decir que la ducha fue reparadora, la cena endulzó de forma mayúscula nuestros paladares y cayó de forma divina en nuestros estómagos, el baile de la madrugada nos hizo sentirnos más jóvenes y lo que hubo de venir después nos hizo comprobar que el amor no se ha apagado, la llama sigue viva y ahora se ha acostumbrado a correr junto con este par de anamorados.


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