RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 8 de febrero de 2016

VIERNES 5: CORRIENDO 24 KILÓMETROS CON EL ESTÓMAGO DEL REVÉS. 97 KILÓMETROS EN LA SEMANA
















El viernes me lo tomé de vacaciones. Tenía bastante trabajo en casa, del otro trabajo, del de mi despacho, y pensé que también podría aprovechar un rato en el día para correr a la luz del día. Quizá deberia haber salido antes de comer pero la idea de hacer una tirada larga de verdad me invitaba a realizarla después de comer. Mal asunto conociendo mi sistema digestivo, que ya sé que juego a la ruleta rusa cada vez que hago un esfuerzo si no han pasado más de 3 o 4 horas de una comida. Así que a las 17 horas comenzaba mi circuito de 24 kilómetros con la idea de marcar una media poco ambiciosa pero decente de 4´50´´. Pero, ¡ay con las sorpresas!., no llevaba recorrido más de 300 metros cuando supe de plano que iba a ser una de esas sesiones inolvidables en cuanto a mala experiencia se refiere, ¡no me equivoqué en mi intuición. Fui camino al Paraje del Peral a ritmo más lento que el previsto, en torno a 5´el kilómetro, pero sin preocuparme tal circunstancia, y fui comprobando como mi estómago se iba colapsando poco a poco. Así que la cosa se fue haciendo cada vez más desagradable hasta tal punto que comencé a pensar que iba a ser cuestión de sufrirlo. Cogí el Camino Carretas desde el Peral, sentido a San Carlos del Valle hasta que llegué al cruce que lleva a las canteras, por aquel entonces ya me había visto obligado a realizar un par de paradas breves para respirar profundo y no vomitar, así estaba el patio. Tomé el camino hacia la localidad citada y comprobé como la cosa lejos de mejorar empeoraba, las cuestas de la zona no ayudaban tampoco. Desvié por una senda hacia el sur, otra parada técnica, está más desagradable si cabe, y por fin llegué a las Casas de Santa María, y tomé el camino de vuelta a casa. Este tramo fue algo menos desagradable, pero no porque las molestias digestivas hubiesen desaparecido, sino porque la pendiente era más favorable y correr algo más sencillo dadas las circunstancias; otra parada técnica..., ¡diablos qué desagradable!. Corrí por la vega que se extiende a lo largo del arroyo, que va sin agua, como es lógico hasta que alcancé el Camino principal asfaltado, también llamado de las Casas de Santa María. Pasando un pequeño suplicio pese a lo rápido que se puede correr por ahí, fui avanzando contando los metros y los segundos y por llegué a la Carretera de San Carlos del Valle. El resto se me hizo muy largo, y eso que sólo eran 3 kilómetros y medio. Como llegaría de tocado que los últimos 300 metros los hice andando. Lo positivo es que me cintura no se quejó mucho (algo más de lo que yo hubiera querido), y de piernas fuí bien. El ritmo fue lo de menos, por encima de 5´seguro, pero decidí no hacerle seguimiento.

Con este entreno de 24 kilómetros conseguía acumular una cantidad de kilómetros no alcanzada desde hacía muchas muchas semanas: 97 kilómetros


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