RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 29 de marzo de 2016

ALTA MÉDICA QUE ME HACE DECIR ¡ADIÓS A LA PUBALGIA!

Bueno, 11 meses después de los primeros síntomas, y tras un periodo terrible en el que se hizo casi insoportable el acto de correr (octubre a diciembre), hoy aunque aún siento cosas raras en la cintura decido darme el alta médica. Lo digo sin haber pisado la sala de un fisio o un osteopata, y también sin haber dejado de correr aunque haya pasado por periodos de menos carga, y esto va sin soberbia y sin orgullo, soy un burro y no me pongo fácilmente en manos de profesionales, es algo de lo que no hay que presumir.


Resultado de imagen de alta médica

VIERNES 25: VIERNES SANTO CORRIENDO CON MERCEDES EN ROQUETAS DE MAR

El Jueves Santo lo pasamos viajando a Roquetas de Mar y llegamos bastante cansados al apartamento. Además yo no me encontraba bien, sentía que la gripe aún no me había abandonado, me pesaba todo, así que fui incapaz de salir a correr, de hecho me eché una siesta mientras Merche se iba a dar un paseo con los niños por la playa. Ya por la noche salimos a dar una vuelta para comprobar cómo se desarrollaba la Semana Santa en Roquetas, que con una población de 193.000 habitantes y estando en Andalucía prometía tener encanto. Nada más lejos de la realidad, porque no encontramos ambiente en toda la ciudad, pocos sitios abiertos, ni una sola procesión aunque en la plaza iba a salir una pero nos cansamos de esperar, terminando en el Centro Comercial Gran Plaza, donde cenamos.El día siguiente fue el día de pasear por la playa y coger un poquito de ese solecito almeriense. Tras comer en el apartamento era el momento de cerrar la semana de entrenos saliendo a correr con Mercedes por el paseo marítimo. Eso hicimos y la verdad es que fue más agradable de lo esperado. Ella no se encontró tan mal como en un principio esperaba y yo no me encontré tan cansado por mi recaída de gripe. Eso sí, el ritmo fue suave, más cuando hicimos bastantes metros hundiendo nuestros pies en la arena de roquetas de piedra que dan nombre a la zona. Nos salieron 11,35 kilómetros en 1 hora y 18 minutos, lo que da buena cuenta de la tranquilidad con lo que nos lo tomamos, pero nos gustó rememorar las salidas que hicimos ya por aquella zona dos años atrás.






















Con esto se cerraba una semana discreta para mi en cuanto a kilómetros pero al menos con dos entrenos, los del lunes y el miércoles que fueron intensos. 72 kilómetros en una semana que debería ser de transición hacia cotas más altas.



MIÉRCOLES 23: EL GARMIN VUELVE A MARCAR EL ENTRENO Y ME AYUDA A SALIR SATISFECHO

Tras un descanso inesperado el martes, el miércoles tocaba salir y tras el entreno cumplidor del lunes la idea era continuar en esa línea. Afortunadamente me encontraba mejor de todo: del proceso gripal, de la casi olvidada pubalgia, y me volví a enroscar en la muñeca el Garmin. Tomé el Camino de Tarasco (Carril del Yeso para los amigos) y viví un deja vú cuando rememoré lo de dos días antes: el primer kilómetro me sentía agarrotado y marqué 05:19 pero fui mejorando sensiblemente y pronto encontré buenas sensaciones; el segundo en 05:00, pero sin sentirme forzado, no como había ocurrido el lunes; pero el mero hecho de ir calentando las piernas se desperezan y eso se nota: 04:51, 04:45 y 04:45 en el 3º, 4º y 5º. Llegados a los parrales giré a la izquierda en un circuito que me conozco bien; por un momento pienso que casi estoy disfrutando, por un momento disfruto del entreno, no mucho pero sí lo suficiente como para ilusionarme, y marco otro 04:45 y un 04:31. La  mejora sensiblemente a lo del lunes y eso se retroalimenta y me hace crecer, de forma que hago un 04:36 en la parte más técnica del circuito debido a las irregularidades del terreno. Alcanzo la vía de servicio y ahora toca correr sobre asfalto, ¡mucho mejor!, pero me relajo, no aprieto, me dejo llevar, un 04:43 en el 9º, pero en el 10º marco un 04:31. Cuando llega la cuesta subo sin demasiada dificultad aunque se resiente un poco el ritmo: 04:50 y después llega ya lo fácil, bajar hasta el pueblo por el carreterín asfaltado; 04:34 y 04:31 sin forzar, para terminar con otro 04:34.

Total: 14,1 kilómetros a un ritmo medio de 04:43, que no es para salir en las noticias, pero sí es un logro de puertas para adentro. Es un pasito más que me lleva donde quiero ir; sí, un paso corto, pero un paso hacia adelante.


lunes, 28 de marzo de 2016

LUNES 21: EL FUEGO ACOGEDOR DE ESA CUEVA QUE NOS IMPIDE CORRER






La primera vez que ví en clase de matemáticas lo del "n-esimo" me pareció una forma tonta de expresar una idea tan sencilla. Años después compruebo que tengo el término totalmente asimilado, no en vano me ha cabido aplicarlo en forma de intentos en este difícil arte que es vivir. ¡Bueno runner!, puedes estar seguro de que te tocará perseverar si tienes adentro este virus que nos agita, así que más vale que seas empecinado porque en algún momento tendrás que esmerarte en salir de una lesión, o habrá que poner toda la carne en el asador durante muchas semanas para bajar tu registro en la distancia X, quizá haya que entrenar hasta casi reventar para llegar con confianza a esa prueba tan larga/dura que tanto miedo te da...


...Pues siento los síntomas de ese virus pero la cueva donde me he instalado es oscura, y por desgracia también es acogedora. A veces dudo de si realmente quiero salir de ella o si este statu quo se perpetúa en el tiempo porque no deseo cambiarlo. Por eso no sabría decir si mis repetidos propósitos de enmienda son sinceros o si en cambio son fingidos desde lo más profundo. 

...Me preparo mínimamente para un nuevo intento, ya tengo planificados los pasos a dar para ir viendo poco a poco la luz. La hoguera de este habitáculo me aporta ese calorcito tan agradable que es el gran culpable de anular mi ambición. Quiero apagar el fuego de una vez y salir al frío de la íncomoda y excitante libertad, o... ¿quizá no quiero?,...y en esas que esta pequeña lucha interior me hace sentir sin rumbo, sintiendo una complaciente desdicha, es decir, bien por no tener que luchar por una meta aunque te halles "en zozobra" por haberse despojado de tí todo atisbo de ilusión. Te repites: "voy a resetear, hoy hago un reset y comienzo en serio", pero luego ocurre que no lo haces...

...Y el pequeño demonio de tu ego te grita ¡sabes que has entrenado duro todos estos meses oscuros!, ¡lo has hecho sin apenas más de 2 o 3 satisfacciones reseñables en estos últimos tres años! (fue a comienzos de abril 2013 cuando comenzó a emborronarse el lienzo tras aquel fugaz y maravilloso edén). El botón verde del "otra vez a comenzar" está delante mía y no sé si al pulsarlo tenderé a transformame en: opción a) ese corredor popular que tiene las cosas claras al saber que ya nada será como antes, opción b) ese corredor popular que pretende volver a flotar y lo acaba consiguiendo.


...Así que el  lunes me agarré el garmin a la muñeca  encontrando en él a mi mejor aliado para castigarme con un entreno medido; eso sí poniendo de antemano el listón lo suficientemente bajo para que no sufriera después el alma tras comprobar la existencia de expectativas no logradas.  Salí suave y con alguna molestia muscular, como casi siempre ocurre en los últimos tiempos: marco el primer kilómetro en 05:24 y pienso ¿tan agarratodo voy?, aprieto los dientes y trato de moverme con más agilidad; siento que las molestias se intensifican pero cuando veo 4:58 en el segundo kilómetro al menos mi conciencia queda algo más satisfecha. Ya me he puesto a correr y aunque cueste tengo que sacar adelante un entreno decente..., el tercero en 04:54, parece que los engranajes se han engrasado un poco y ya no es tan desgradable dar zancada, 04:46 el cuarto aprovechando que ya no voy subiendo, aunque el Camino de Membrilla no es muy agradable que se diga si se quiere marcar cadencias, 04:45 el cuarto, llegados a este punto la conciencia ya está más liberada y pienso que todavía hay algo de corredor dentro de mí, además comienzo a sentir el ritmo, y eso es algo que últimamente no me viene sucediendo a menudo..., es casi un privilegio; 04:40 el sexto, 04:39 el séptimo, la cosa sigue mejorando, y ahora giro a la derecha hacia el Camino Carretas. ¡Ya no es tan duro!, no es tan difícil, está sucediendo y me siento muy agradecido por ello. A la vuelta logro mantener la situación sin grandes dificultades; 04:39 de nuevo tanto en el octavo como en el noveno, entro en la zona de asfalto y sólo por ello correr resulta más natural y el décimo marco 04:35; pero viendo ante mí un repecho considerable decido parar el garmin y hacer un alto técnico. Hago recuento de desperfectos: la media va a 04:48, un ritmo otrora casi de calentamiento pero para los tiempos que corren es más que aceptable; la cintura está hoy muy bien, como viene siendo desde hace ya bastantes días, pero voy algo cargado,  lo habitual también y no me veo con fuerzas para continuar marcando ritmos por debajo de 04:40, así que pienso, ¡bueno, has salido de una importante gripe, hace una semana que corriste una maratón de montaña y esto es un buen comienzo para tomar la senda que tanto deseas coger!, ¡pero ahora date un respiro!. Me hago caso y comienzo de nuevo la carrera, ya bastante inhibido de toda responsabilidad, y me noto suelto, tanto que subo el repecho sin dificultad, cojo el camino donde está la Virgen del Peral, 05:07 el 11º, 05:03 el 12º y enfilo hacia casa por el camino del mismo nombre de la virgen, 05:03 el 13º, pero claro, esa zona invita a apretar y eso hago, 04:39 el 14º y 04:31 el 15º; me vuelvo a sentir bien, casi ligero, son sin lugar a dudas los mejores momentos de este entreno que me gustaría poder ir grabando, pero las sensaciones sólo se quedan en la memoria de uno, y vuelvo a entender que necesito bien poco para sentirme feliz corriendo (nada de podiums, ni reconocimientos, nada de marcas, con poder correr suelto ya me basta). Llego al carril bici y ahí pica pero mantengo el ritmo de tal guisa que marco unos 500 metros a 04:41 y llegados a este punto pienso que ya está bien por hoy, así que hago la segunda y breve parada técnica y compruebo que estos casi 5,5 kilómetros los he hecho a 04:52 de media, mejor de lo que esperaba al terminar los primeros 10. Reemprendo la marcha, noto la carga en mis piernas pero ya voy feliz y no me importa demasiado: pretendo descalentar pero el primer kilómetro sale en 05:07, así que pienso que puedo volver a apretar y marco el segundo, con un primer tramo en cuesta, dura cuesta en 04:53, así que ya es sólo cuestión de mantener el ritmo para cerrar este tercer ciclo a una media de 04:59.

Y al parar noto el agarrotamiento, no todo está OK, al menos en mi cuerpo, pero el espíritu se va contento hoy a la ducha; un microscópico logro, un pequeño paso para salir de la cueva, pero ¡ojo! las piernas me dicen que no les agrada todo esto, están más a gustito allí dentro junto al fuego.


lunes, 21 de marzo de 2016

DOMINGO 20: UN ENTRENO PARA OLVIDAR. ¿Y CUÁNTOS VAN?

Tocó salir juntos, Merche y yo, y en esta ocasión pensé que correría suave con ella en un circuito de 15 kilómetros, pero desde el inicio "nació de nalgas" y Merche se encontraba pesada como una losa, sin fuerzas, no podía con su peso. Había descansado el sábado y para mi era inexplicable que le sucediera eso, así que cuando llevábamos 3 kilómetros y medio a ritmo cansino dio media vuelta y regreso al pueblo por el Camino de Ruidera. Allí me quedé solo sin ganas de enfrentarme a un entreno más exigente, porque en realidad yo también estoy cansado y me siento sin chispa; pero tocó apretar y eso hice. Me vi subiendo forzado sin ganas, con molestias en las piernas e incluso en la cintura, otra vez la cintura. Al regreso a casa por el Camino de las Casas de Santa María las sensaciones no mejoraron, de hecho a cada tos sentía gran dolor en la cintura, que me invitaban a parar y escupir. Me costó terminar los dichosos 15 kilómetros que sentí casi como si fueran una maratón mal terminada. 

Muy negativo este entreno, muy negativo todo. No sé que he hecho mal, creo que nada, simplemente mi cuerpo no me deja avanzar, y me preocupa también lo de Mercedes. Cabe que todo se deba a que 7 días antes nos habíamos vaciado en la montaña y quizá no estemos recuperados.


SÁBADO 19: COMIENZA UN FIN DE SEMANA MUY REGULAR

Tenía previsto que este fin de semana fuera importante para mi evolución. Estando de vacaciones de Semana Santa, podría ser el inicio de una buena semana de entrenos en la que pudiera acumular buenos kilómetros de calidad. Sin embargo el inicio no ha sido nada prometedor. La idea del sábado era no hacer muchos kilómetros pero hacerlos bien. Planteé un circuito de 13,5 kilómetros hacia el norte y vuelta por el Camino de Membrilla, no sin antes subir campo a través el Cerro del Ángel. Desde el comienzo no me ví suelto, algo que no me extraña por dos motivos: el primero porque venía del tute del domingo y el segundo porque en mi nueva etapa de pésimo corredor sólo me hallo suelto en uno de cada muchos entrenos. Subí el cerro con el handicap añadido de ir tosiendo (y es que cumplía casi 3 semanas desde que me asaltó la gripe y todavía no estoy recuperado), a cada tos sentía dolor en la cintura en un mensaje claro de que mi pubalgia no se ha ido del todo. Bajé algo más relajado por el carreterín y traté de coger algo de ritmo por la vía de servicio, sin mucho éxito por cierto. Por la zona de caminos la cosa empeoró, me sentía cargado de cintura para abajo y no iba bien, hasta el extremo de sorprenderme el hecho de que las sensaciones fueran tan positivas en 2/3 de mi maratón de montaña de la semana anterior. Por el Camino de Membrilla, a pesar de la pendiente, la cosa mejoró un poco, y llegué a casa algo cabizbajo y con el sentimiento de que no me merezco la mejora que ansío, o quizá sí que me la merezca pero en esta vida merecer no equivale a conseguir.


VIERNES 18: ENGRASANDO LA MAQUINARIA PARA NUEVAS BATALLAS

Aunque tenía previsto salir a correr el jueves, un imprevisto me lo dificultó y decidí dármelo de descanso. En cualquier caso venía de lo del domingo con lo cual me podía perdonar entrenos en esos días. El imprevisto fue la operación de rodilla a la que sometieron a mi hermana Mari Carmen, que corre a pie y hace bicicleta. Le tuvieron que recomponer el menisco y el ligamento cruzado, con la esperanza de que pueda volver a correr, aunque parecer que lo de la bici no peligra. El viernes sí que nos calzamos las zapas y salimos mi mujer y yo a hacer un circuito de algo menos de 10 kilómetros y medio por la zona de la Carretera de San Carlos del Valle y el Camino del Peral. Mejores sensaciones que las del miércoles para ambos, algo previsible debido a la recuperación muscular. Traté de meterle un poco de ritmo y no estuvo mal. En cuanto a mi, contento porque me sentía bastante recuperado de la maratón pero aún me hallaba pesado.


MIÉRCOLES 16: TRATANDO DE MOVER LAS PIERNAS CON MERCEDES TRAS EL ESFUERZO

Pasamos el lunes y el martes en el dique seco tratando de pasar un proceso de "reparación" que en mi caso me había dejado bastante tocado, no en vano había corrido una maratón de montaña sin estar en un estado óptimo. Si hablamos de Mercedes le sucedió algo parecido, aunque hubiera corrido la mitad de distancia que yo la montaña siempre le deja dolorida. Pero no llego la sangre al río, como dice el dicho, valga la redundancia, de forma que el miércoles conseguía arrancar para echarnos unas zancadas, eso sí, bastante agarrotados y sin ninguna pretensión de ritmo. Fue poca cosa ya que nos bastó con 6 kilómetros y medio en los que en ningún momento llegamos a entrar en calor. Lo más positivo fue la ausencia de molestias "mayores" que pudieran sugerirnos riesgo de lesión.


jueves, 17 de marzo de 2016

LA CRÓNICA DEL MARATÓN POR MONTAÑA EN SIERRA DE TENTUDIA. DISFRUTANDO DE EUSEBIO

Hay competiciones que se quedan grabadas para siempre, también las hay que suponen un antes y un después, tenemos también las que son de transición, no podemos evitar las que son totalmente olvidables y por desgracia corremos a veces carreras que son también para olvidar; pues bien, la del domingo pasado fue una de esas carreras en las que necesitamos Merche y yo un asidero donde agarrarnos. Yo en el dique seco no se sabe ya cuantos meses y ella tratando de engancharse de nuevo al buen estado de forma que tenía en diciembre. Para añadir algo más de salsa al plato del domingo, los dos veníamos de un tremendo proceso gripal (que aún nos dura) y que nos había dejado nuestros pulmones bastante tocados. Pero creo que merece la pena contar todo esto en pequeños capiítulos, como casi siempre hago:


El viaje a Cabeza la Vaca (Badajoz)

No madrugamos en exceso el sábado, cansados como estábamos del bregar de la semana. Yo sentía que no había hecho mis deberes muy bien, con unos 50 kilómetros en la semana y salvo el entreno del jueves, poco que contar; Merche peor aún, con el entreno catastrófico del martes en el que se constató que no podía respirar, y poco más en los últimos días; pero esto no quita que no nos hiciera ilusión nuestro viaje. Partimos los cuatro a eso de las 11 horas, una hora después dejábamos a la niña en Linares con sus abuelos, y tras explicar a mi suegra cómo funcionaba el aparato que nos había prestado el SESCAM (Servicio de Salud de Castilla la Mancha) para abrir los pulmones de Inés, nos fuimos camino de nuestro destino, que estaba bien lejos. La autovía A4 nos llevó hasta Córdoba y desde allí decidí subir por la nacional que lleva a Badajoz, en lugar de continuar hasta Sevilla por la A4. Me salió bien la jugada ya que la nacional no llevaba mucho tráfico y no tenía muchas curvas. Comimos hasta hartarnos en Peñarroya-Pueblo Nuevo: croquetas, gran ensalada y magnificas berenjenas rebozadas a la miel, y de segundo, flamenquinos cordobeses caseros para Jorge y para Merche y un secreto ibérico para mi que me "robó los sentidos". Y así con la tripa llena continuamos nuestro camino. No se nos hizo excesivamente largo y a eso de las 17 horas aparcábamos el coche en la puerta de nuestro alojamiento rural: La Fuente del Coso, muy recomendable: http://lafuentedelcoso.com/








Allí nos estaban esperando Pilar y Eusebio. Conocí a Eusebio hace casi un año a través del blog. Este manchego afincado hace años en Sevilla lleva corridas un total de 57 maratones y a sus 68 años aún le queda cuerda para rato. Fuimos los cinco a recoger el dorsal y a dar una vuelta por el pueblo y después salimos a cenar y no se nos "olvidó" probar los productos ibéricos de la tierra (Cabeza la Vaca está en plena zona de dehesas y cercana a Jabugo). He aquí una fotillo del pueblo:
















Los preámbulos a la carrera


No dormimos mal y a eso de las 8 de la mañana estábamos desayunando unas magnificas tostadas en la casa rural. Mi salida era a las 9 horas y la de Mercedes, la Media Maratón, a las 10 horas, así que la logística sería sencilla.











Serias dudas en relación a la ropa que llevar. Un trail que no pintaba muy duro, con 8 avituallamientos, sinceramente, no veía muy necesario llevar mucha ropa y menos aún llevar cartucheras, mochilas, etc, pero se veía a la gente bastante ataviada con todo tipo de artilugios de montaña. Lo dicho, dudando..... Finalmente, camiseta de tirantes, pantalón de asfalto, mis NB 1210 el Garmin y una muñequera con bolsillo donde llevaba unas cuantas pastillas de sales y otras pocas de aminoácidos,....con lo justo. Allí cerca de la salida tuve la oportunidad de charlar con David Higueras Martínez, del B Trail Cáceres. Conocemos a David de las dos ediciones del Trail Sierra de la Mosca de Cáceres a las que habíamos ido mi mujer y yo; él es el organizador y alma máter de dicho trail, en el cual nos han tratado siempre a cuerpo de rey.

Bueno, llega el momento de hablar de mis sensaciones: ¡cagado de miedo!, esa es la frase que describe de forma más directa y sincera lo que sentía en esos instantes. No sabía cómo iba a responder mi cintura (me había dado el alta médica virtual a la pubalgia que me había durado 9 meses). Tampoco sabía como respondería mi organismo después de 10 días de medicinas y antibióticos, con los pulmones llenos de mucosidad; ni que decir que tampoco sabía como responderían mis piernas tras muchos meses sin competir, cuando la última carrera disputada había sido aquella Madrid-Segovia tan accidentada en la que tan mal lo pasé. Pues eso, muy asustado....

Así que unos 190 corredores tomábamos la salida, entre ellos no estaba mi amigo Eusebio, ya que instantes antes de la salida consiguió cambiar su dorsal de maratón por uno de media maratón, más adecuada la distancia a sus circunstancias actuales.

Ante nosotros teníamos algo más de una maratón, 42,5 kilómetros, con 1.500 metros de desnivel positivo, dos subidas más o menos exigentes, que no muy técnicas y paisajes que nos prometían dejar huella. El tiempo no podía ser mejor, sin apenas brisa, buena temperatura, unos 8 grados, ¡así que no había excusas!.















Los primeros 12 kilómetros


Dan la salida y salgo suave, sin apretar, consciente de lo que tengo por delante. Una breve vuelta por las calles del pueblo y pronto nos vemos en un camino que se pone cuesta arriba, aún así el primer kilómetro ha caído en 4´35´´ que no está mal. Se pone a mi altura David, el de Cáceres y entre tos y tos voy tratando de charlar con él, aunque mi sistema respiratorio está al borde de cerrarme el pico y la verdad es que no voy muy cómodo por ello. En alguna zona toca andar, aunque sea unos metros, lo cual enlentece el ritmo, pero vamos bien, a la cadencia adecuada, diría yo.



















He aquí subiendo con David.




Sin darme cuenta me voy hacia adelante, David está reservando piernas y yo, con el impetú que me caracteriza no lo estoy haciendo mucho, así que voy adelantando a algún que otro corredor que sube andando hacia el alto Cota de Cerro Molino. Coincido ya con un corredor que aparenta ser de mi categoría (entre 46-50) y la verdad sea dicha que no tiene mucha pinta de runner, aunque se le ve fresco como una lechuga. También hago la goma con otro, de pelo canoso, este parece Veterano C, la siguiente categoría; sí, es lo que estáis pensando, estoy echando cuentas esperanzado en acercarme al podium, y eso cuando sólo llevamos escasos 4 kilómetros. 

Las piernas van, siento que fluyen, el pecho me está dejando correr que no es poco y en esa tesitura alcanzo el primer avituallamiento líquido, donde me bebo un vaso de isotónica como puedo. Veo la media y vamos en 5´35´´, aunque estos últimos dos kilómetros y medio han sido de pendiente considerable (hemos subido 200 metros).

Llega el llano y las primeras bajadas y comienzo a disfrutar, pero a disfrutar de verdad. El paisaje es bonito y en la zona en la que nos meten por praderas y sendas uno se siente muy bien. El ritmo se incrementa y comienzan a caer kilómetros por debajo de 4´30´´, lo cual me da un poco de miedo, pero me dejo llevar. Sigo haciendo la goma con los dos corredores que antes comenté, el que no tenía mucha pinta de corredor y el que aparentaba ser veterano C, también la hago con algún otro que no recuerdo bien y entre pitos y flautas alcanzamos el segundo avituallamiento en el kilómetro 10, justo en el comienzo de la subida al Pico Bonales (la cumbre más alta de la provincia de Huelva con 1055 metros). Allí me aprieto otro vaso de isotónica, un cacho de plátano, me agarro en una mano un gajo de naranja y en la otra una barrita energética con chocolate. Sé que no va a ser excesivamente duro, pero hablamos de  otros 200 metros, que sin ser muy técnicos hay que subirlos.

Las piernas siguen respondiendo, aunque siento alguna molestia en la zona alta de la ingle izquierda, molestia muscular que no asocio con mi lesión pasada. El paisaje es precioso y pese a que ahora no se disfruta tanto me encuentro entero, de hecho la única preocupación que llevo en esos momentos es dónde demonios tirar la cáscara de naranja. En alguna zona no cabe más que andar, que renta más que correr debido a la pendiente y en estas que vamos alcanzando montículo tras montículo la cima del Bonales. Es allí donde doy caza a Pako, dorsal 124, el que no tiene mucha pinta de corredor.

Entre la cumbre del Bonales y el avituallamiento antes de subir el Pico del Tentudia

En la bajada del Bonales, la más técnica de toda la carrera me juego los tobillos. Ni que decir tiene que siempre sufro en las bajadas cuando el trail es duro y para muestra un botón. Aún así me sigo sintiendo feliz porque la pubalgia no me molesta y me alegro de haberme autootorgado el alta médica porque parece que no me he equivocado. Los pulmones también van a mejor, ya no toso, con lo que lo único en lo que tengo que pensar es en esquivar bien las piedras y no torcerme un tobillo o una rodilla. El bueno de Pako va junto a mi a un ritmo frenético y pienso que no sé cuánto tiempo más podrán aguantar mis piernas a sabiendas de mi estado de forma (cogido con pinzas). 

La bajada se hace menos técnica cuando giramos a la derecha y dejamos la senda; ahora discurrimos por una pista. y ahí es donde aprovecho abro la barrita y me la zampo, me atraganto un poco y en esas que Pako, se me va escapando poco a poco. Aún así marcamos kilómetros por debajo de 4´30´´, alguno en 4´20´´, que no está nada mal. En el 14,5 llego al tercer avituallamiento, este líquido, y me bebo otro vaso de isotónica. Me doy cuenta que mi sistema digestivo va funcionando bien, algo que no es habitual. He vuelto a pillar a Pako y también va con nosotros el corredor de pelo canoso, vamos por bosques muy bonitos y justo en el 18 cogemos una pista que pica hacia arriba, ¡y cómo pica!. Aparentemente no se ve mucha pendiente, pero haberla la hay (consultada la altimetría son 100 metros que hay que subir en algo menos de 2 kilómetros). Ese tramo se me hace largo y ahí sufro un poco. Se me va Pako nuevamente, también se me va el del pelo canoso, pero me adelantan un par de corredores, y me cuesta no ir por encima de 6´el kilómetro. Cuando veo el avituallamiento en el kilómetro 20, pienso en positivo. En este avituallamiento cojo unas cuantas gominolas y vuelvo a beber isotónica, me tomo dos pastillas de sales y me como otro cacho de plátano y otro gajo de naranja, ¡ahí es nada!. Por fin llaneamos e incluso bajamos, pero me he quedado solo, no veo a nadie ni por delante ni por detrás y se me hace duro correr en estas condiciones: trato de llevar buen ritmo, de hecho lo llevo a juzgar por los tiempos que voy marcando, muchos de ellos por debajo de 5´ el kilómetro, pero comienzo a mirar hacia atrás más que hacia adelante, y eso no me gusta. 


















Aproximadamente en el 22 y medio siento la presencia de un corredor que me alcanza, es David; por un lado me alegro de su compañía y por otro pienso que él va de menos a más y yo de más a menos, sin embargo mi ritmo no es malo, así que trato de seguirle en la distancia. En estas que adelantamos a un corredor que ya se va cayendo de maduro, y esto siempre ánima (ver que hay gente que va mucho peor). Y así, poco a poco alcanzo el avituallamiento que hay justo antes de comenzar la subida al Alto de Tentudia, donde hay una preciosa laguna natural que invita al baño, aunque no es el momento de darse un chapuzón, obviamente. David me saca unos segundos, no llega a un minuto, aunque estamos casi en el kilómetro 26 y yo no estoy ya para tirar cohetes; siento claramente la falta de kilómetros y sé que con total seguridad ello me va acabar pasando factura.

La subida a la Tentudia 

Comienzo a subir con paciencia el alto, no es que haya excesiva pendiente, pero cuesta no andar en algún tramo. Sé que se va a estropear la media que por aquel entonces estaba en torno a 5´30´´, y lo peor es que no sé cómo me voy a encontrar después cuando haya que bajar y llanear. Delante mía veo a David y al del pelo canoso pero no logro alcanzarles, me cuesta un mundo acercarme, y así es durante un largo kilómetro hasta que al final adelanto al segundo y me pongo en paralelo junto a David. En ese momento ya venía sintiendo quemazón en mi planta del pie izquierda, ¡una ampollita fruto de una arruga en el calcetín!. También siento que el pie se me duerme, y no sé la razón, así que toca sufrir un poquitín. Aún así no me cuesta mucho ir al ritmo de mi compañero, a ratos corriendo y a ratos andando, hasta que alcanzamos la carretera que nos llevará al Monasterio de Tentudia. Nos adelantan tres corredores pero nosotros ya no dejaremos de correr en el asfalto, aunque noto que el pie me está matando y asalta a mi cabeza una idea: dejaré ir a David y pediré asistencia al botiquín en cuanto llegue al avituallamiento de la cima. Dos duros kilómetros después nos desvían por un camino de fuerte pendiente en el que hay que agarrase bien con las manos los cuadriceps. El Monasterio está a 300 metros y la planta del pie me va a estallar. Llegados al avituallamiento bebo un poco de isotónica y pido asistencia, me despido de David y le deseo suerte. Me echo un poco de Reflex (no tengo sangre), me vendan el pie y pierdo por lo menos 5 minutos. Al calzarme de nuevo la zapatilla procuro no apretarme mucho el cordón para ver si el pie "me despierta un poco". En estas he visto como desfilaban por el avituallamiento por lo menos 6 o 7 corredores, pero eso ya me da lo mismo, sólo quiero terminar mi maratón.

Arranco de nuevo y noto que voy bastante cargado, tengo principio de calambres en los gemelos, pero a pesar de llevar bien el estómago cometo un gran error al no tomarme un par de cápsulas de sales, seguro que esto me hubiera ayudado; sin embargo no puedo decir que esté deshecho por el esfuerzo, pero no nos engañemos no voy muy entero. El pie va ahora mucho mejor y no me arrepiento de la parada técnica, ¡en algo hemos mejorado!. 



















Justo tras arrancar en el Alto de Tentudia
 



Bajo por la carretera a un ritmo digno y marco un par de kilómetros en 5´ y no muchos minutos, pero cuando veo ante mi una cuesta considerable en el kilómetro 32 las piernas se resisten a correr  y ahí tengo que andar. Por detrás no veo a nadie y me siento solo, estoy deseando llegar...

Afortunadamente nos desvían por una senda paralela a la carretera, con toboganes constantes y mucho más ameno: trato de coger ritmo pero voy muy cargado y es entonces cuando siento la presencia de dos corredores del mismo club que me pasan sin piedad, no puedo seguirles. Hasta el 37 el terreno es favorable y se puede correr bien, pero yo no estoy para grandes hazañas y me cuesta ir por debajo de 6´, aún así vuelvo a pillar a la pareja (uno de ellos estaba estirando y otro haciendo pis) y consigo llegar al avituallamiento del 35,5 sintiéndoles nuevamente el aliento en mi cogote. En esa parada puedo seguir bebiendo, no tengo el estómago cerrado y también me puedo comer un plátano, y vuelvo a caer en el error de no tomarme un par de pastillas de sales (¿en que puñetas estaba pensando?). Los últimos 5 kilómetros se hacen duros, con constantes repechos y para colmo noto la deshidratación y el calor, yendo totalmente falto de ritmo y a ratos, en las subidillas, caminando. En el último avituallamiento llego con lo justo para beber un poco de agua y salir pitando deseando terminar de una vez. En ese tramo alcanzo alguna corredora que está corriendo la media maratón y me pregunto si mi mujer habrá logrado terminar la carrera. Discurro por una preciosa senda, al final de la misma me dicen que veré el pueblo allá abajo, y así es, hasta las narices de correr logró ver Cabeza la Vaca a no más de 700 metros, y aún hay que bajar una fuente pendiente sintiendo que los cuadriceps me van a reventar. Entro en el pueblo, no puedo decir que no tenga fuerzas, pero muscularmente llego bastante tocado, con falta de kilómetros y principio de calambres. Giro a meta y veo a Eusebio animando, veo a Jorge, no veo a Mercedes y entro parando el crono en 4 horas 15 minutos.









Tras el esfuerzo

Compruebo en el listado que me he quedado el 34 de la general, ¡no está mal!, séptimo de mi categoría, tampoco es para quejarse. Eso sí, me he dejado un montón de puestos y tiempo en los últimos 12. Pako, el famoso corredor que no tenía pinta de corredor era finalmente de mi categoría y se cascó un 03:54, el tercero de mi categoría. Nunca hubiera podido disputarle el puesto en el cajón, estaba mucho mejor que yo. Resulta que Pako es cuñado de mi amigo Miguel, de Cáceres, y resulta que conocí a Pako en la Maratón de Sevilla de 2014, ahora que lo pienso me sonaba su cara, ¡el mundo es un pañuelo!. He aquí una foto de dicha maratón en la que se ve a Miguel y a Pako. Yo no andaba muy lejos, pero no me extraña que no lo recordase bien, en aquella maratón acabé convertido en un deshecho humano.
























Y ahora sí, Pako llegando en la maratón que nos ocupa
 






























 
David me había sacado 13 minutos en 12 kilómetros, eso sí incluyendo el rato que estuve en botiquín, él se había quedado el 20, ¡muy buen puesto!. 





























David llegando.



Así que tras NO VOMITAR, comprobar que tampoco me atacaban los calambres y que no me encontraba mal del todo hago una valoración rápida de lo sucedido: bien la salida de mi lesión, más o menos bien lo de la gripe, aunque creo que lo noté, falta de piernas y hundimiento lógico, bien sufrido y con ganas de la siguiente, ¡que eso es lo más importante!...



La aventura de Merche y de Eusebio



No puedo dejar escapar la ocasión de hablar de la actuación de mi Merche. Me alegró mucho verla aparecer mientras yo trataba de recuperarme del esfuerzo. 





 

Merche y Eusebio antes de la carrera



Cuando le pregunté si había terminado y me dijo que sí me sentí muy aliviado. Ella había disfrutado la carrera, había notado la falta de forma, pero había hecho los 20,5 kilómetros en 2 horas 28 minutos, la 12 de su categoría pero a sólo 14 minutos de haber quedado la tercera. Ahí la tenéis a unos metros de la meta..












































¡Vaya foto más bonita!




Faltaba Eusebio para completar la trilogía y comprobar si también la había terminado (nos habíamos marcado el objetivo de alcanzar la meta los tres). Y sí, ¡también lo había conseguido!, haciendo menos de 3 horas en un crono muy bueno para él.








Así que prácticamente quedó lo mejor: las raciones llenas de rica carne de cerdito ibérico, el charlar con los conocidos y poder disfrutar del solecito de una jornada dominical espléndida.








El resto os lo podeís imaginar: largo camino de vuelta a casa y los dolores musculares vinieron después, aunque todo está en su sitio.



Dar mi enhorabuena a la organización, en un trazado muy bien marcado, recorrido muy bonito, buenos avituallamientos y todo muy acogedor. Un trail recomendable.

jueves, 10 de marzo de 2016

MARTES 8: BATACAZO DE MERCEDES

El martes por la noche salimos mi mujer y yo a ver si ella era capaz de corretear un poco con mejores sensaciones que las del domingo. La idea era bien sencilla: ir al parque, dar tres vueltas y de vuelta a casa, y eso a ritmo suave. Sin embargo pronto descubrí que Merche estaba para pocos trotes, nunca mejor dicho. En la primera vuelta tuvo una crisis respiratoria, literalmente se le cerraron los pulmones. Luego mejoró un poco pero no lo pasó nada bien. Al llegar a casa se quedó prácticamente sin la capacidad de respirar y tuve que buscarle el inhalador para que se le abrieran los pulmones. Al día siguiente fue a urgencias y allí le dijeron que tiene bronquitis, le recetaron antibióticos y otros medicamentos y su participación en la media de Cabeza de Vaca se ha quedado en el aire, pero más bien que no podrá correr.

Esta visto que no tenemos suerte.


LUNES 7: LA COSA MEJORA UN POCO

El lunes por la noche, más fruto de la obligación que de la devoción, me volví a calzar las zapatillas con la esperanza de que me saliera una sesión mejor que la del domingo. Me dolían las piernas, como si tuviera agujetas y aún así mi idea principal era que a lo largo de esta semana pudiera entrenar casi todos los días, aunque fuese de forma suave, de cara a la maratón de montaña del domingo, y con el fin de recuperarme lo mejor posible de la gripe de la semana anterior. Desde el primer instante en el que dí las primeras zancadas tuve sensaciones menos agrias que las últimas, y eso era ya una victoria. No estaba dispuesto a realizar un entreno muy largo, y menos en noche tan fría, así que subí por el Camino de Membrilla para luego coger el camino que me lleva a mi circuito de los Cerros de la Aguzadera. La lluvía del día había dejado los caminos embarrados y anduve patinando en varias ocasiones, pero no me importó mucho. El regreso por la vía de servicio me sirvió para comprobar cúanto me puedo asfixiar por culpa de que mis vías respiratorias están colapsadas. Desde la falda del cerro bajé hacia la Avenida de las Tinajas y una vez allí cogí dirección hacia el Parque Cervantes; no es que estuviera saliendo un magnifico entreno, pero al menos algo habíamos mejorado y esto me permitía ver con algo menos de pesimismo el tute que tengo para el domingo en Cabeza de Vaca, Badajoz. Me salieron algo más de 10 kilómetros hechos a un ritmo algo mejor que en los dos días anteriores. No estoy curado pero al menos voy progresando.


DOMINGO 6: VOLVIÉNDOLO A INTENTAR PESE A LA GRIPE

Tras nuestro regreso de Ciudad Real el domingo por la tarde tocó volver a salir a correr. Esta vez albergaba la esperanza de que la cosa mejorasa un poco respecto a mi salida del sábado, y es que tras 5 días sin correr y un proceso gripal devastador, el cuerpo se me había quedado muy regular. Fui al Parque Cervantes, allí dí una vuelta suave y me paré en la zona de gradas. Me hallaba algo mejor que en el día anterior, pero aún así en cuanto forzaba un poco sentía que me ahogaba. Tocó hacer cinco series seguidas de multisaltos y afortunadamente la cintura no gritó, señal de mi recuperación. Desde ahí me fui corriendo al Cerro del Ángel con la idea de realizar unas cuantas subidas campo a través, pero me costó llegar, el entreno comenzó a hacerse desagradable, con constante tos que me provocaba dolor, así que justo cuando llegué al camino dispuesto a comenzar mis subidas decidí dar media vuelta e irme a casa, quizá hice bien. 

De esta forma me salió un entreno insuficientemente corto, poco intenso, pero que al menos enlazaba con el del día anterior y trataba de entrar en rutino, pese a no hallarme totalmente recuperado de la gripe.


lunes, 7 de marzo de 2016

DOMINGO 6: LA CRÓNICA DEL 10.000 DE CIUDAD REAL. TOÑI CORRIÓ SU ÚLTIMA CARRERA

Tras una horrible semana por un proceso gripal miércoles y sin apenas había pasado el proceso, Mercedes me comentó el sábado que estaba decidida a correr el 10.000 de Ciudad Real; le aconsejé en varias ocasiones no hacerlo pero no me hizo caso. Así que nos desplazamos por la mañana hasta la capital de la provincia sin los niños, con la idea de que tras la carrera regresáramos sin más. Había una circunstancia que iba a hacer especial esta carrera: la muerte de nuestra compañera de club Toñi tras una enfermedad ante la que había luchado con todo; esto suponía que iba a ser un día muy triste para todos los que componemos el Pozo Norte, y Merche quiso estar ahí, homenajeandola de la mejor manera que se podía: corriendo. 

Toñi corrió su última carrera en este mundo el sábado, pero el domingo todos corrimos con una parte de ella en nuestro corazón. Sabemos que se ha ido pero el recuerdo no se borrará con lo que en realidad se queda aquí con nosotros:

Casualidades de la vida, German, un entrañable corredor de 83 años al que ya dediqué una entrada en mayo de 2013, decidía colgar las zapatillas, no sin antes darnos a todos una lección de vida dejando claro qué es lo importante. Ya lo dice su camiseta:

Y de rebote me enteré que se homenajeaba a otro corredor veterano del circuito, por su muerte el verano pasado, Francisco Carmona Tena, e investigando ha resultado que si bien no me sonaba por su nombre, cuando le he puesto cara he descubierto que lo conocía y habíamos coincidido en algún tramo de alguna carrera.

La delgada línea entre estar aquí o no estar, tan delgada como nuestra fragilidad. 

En esta tesitura comenzó la carrera de la cual no voy hoy a hablar mucho. Ví a mi mujer en el kilómetro 4 y me bastó verle la forma de correr para saber que lo estaba pasando francamente mal. Aún así la muy empecinada quiso dejarse el alma corriendo pese a no tener fuerzas ni poder respirar, así que, la verdad sea dicha, me sentí muy orgulloso al verla llegar a meta. El tiempo fue impropio de ella, que creo que esta ya en 50´o menos en esa distancia, pero es que demasiado hizo con llegar, haciendo 54 minutos 08 minutos. Su cara lo dice todo.

 
Los del Pozo Norte tuvimos como siempre una actuación destacada, desde Fernando Mora, pasando por Eugenio, Marisol, Pedro Mora, Lola y al final todos juntos hicieron una llegada simbólica en memoria de Toñi, ayudándola a cruzar su última meta. Y también tuvo su última meta German...






Y de esta forma corto esta entrada, que ha tratado de ser tan efímera como la vida misma.

PD: lo que vino después para MErche no fue muy agradable: hipotermia, angustia, etc, pero la semana que viene le esperará una nueva meta allá en Cabeza de Vaca, así que hay que seguir adelante.


sábado, 5 de marzo de 2016

SÁBADO 5: LA CARICATURA DE UN DOMINGUERO CORRIENDO. ESO SOY

Hoy sábado, tras cinco largos y duros días sin poder salir a correr debido a la dichosa gripe, me he vuelto a calzar las zapatillas y con más ánimo que otra cosa me he puesto a dar nuevamente zancadas. Lo cierto es que he recordado muy mucho aquellos tiempos en los que era un verdadero dominguero en esto del running porque lo de hoy ha sido arrastrarse por el asfalto. Lo primero que he sentido han sido dos losas por piernas, adormecidas, entumecidas, desobedientes. Lo segundo que he sufrido ha sido un sistema respiratorio colapsado que no me dejaba respirar y cada 5 metros me obligaba a toser y escupir, y eso nada más salir... Pero los runners somos así de empecinados y me había propuesto correr entre 10-15 kilómetros fuera como fuere, eso sí, no quiero ni contaros las veces que se me ha pasado por la cabeza parar o dar media vuelta. Pronto ha venido un efecto más debastador, la desregulación de la temperatura que me hacía sentir mal y una falta de fuerza que me hacía ver 100 metros como si fueran 10 kilómetros. Pero..., he cumplido, he ido sufriendo, sufriendo, tratando de no pensar y finalmente he hecho mis 10 kilómetros. 

Sé que no estoy todavía totalmente curado pero es que el domingo 13 tengo una maratón de montaña, mi primera competición desde hace casi 6 meses y estoy tremendamente preocupado, ya no del rendimiento que pueda dar, sino del ridículo y el problema que puedo causar.

Como anécdota, en el carril bici de vuelta a casa me ha pasado un corredor de fin de semana que sin mucho esfuerzo me ha hecho la raya en medio; en ese momento he sentido orgullosamente que no se podía caer más bajo, y digo orgullosamente porque el hecho de salir a correr hoy también vale, también cuenta y todo sea por los mejores tiempos que están por llegar.

Pd: no me molestó la pubalgia ni tosiendo. Un día de estos me doy el alta.


LUNES 22 A DOMINGO 28: LO ACONTECIDO HASTA QUE LLEGÓ EL BICHITO MORTIFERO

El que ahora escribe estas líneas ha dejado abandonado el blog unos días por culpa de un bichito que le ha hecho la vida imposible durante toda una larga semana. Es más, Merche y los niños han sufrido y aún sufren al dichoso bichito también. Dicen que la gripe española fue la pandemia que más gente se llevó por delante en la historia de la humanidad (se habla de 50 millones de muertos en todo el mundo en 1918), y pese al adjetivo "española" no se sabe a ciencia cierta si los primeros casos provienen de nuestro país o no. Bueno, todo esto es para referir que no es pecata minuta el poder destructor del virus de la gripe, que nos ha visitado esta semana aunque no le habíamos invitado. Todo comenzó para mi el lunes, cuando tuve que abandonar al mediodía el trabajo e irme a casa con un malestar y tiritonas terribles; luego vinieron las fiebres altas, hasta casi 40, gran abatamiento e imposibilidad para llevar a cabo una vida normal, pese que he seguido yendo al trabajo (la reforma laboral no tiene con la mosca detrás de la oreja a los pobres trabajadores). Han sido 5 largos días, por supuesto sin poder correr, y hoy, sin estar bien del todo, por fin he podido salir a correterar, que no otra cosa.

Y en el abandono de este blog he dejado en el tintero los entrenos de la semana anterior que tan bien se habían desarrollado, así que aprovecho para plasmarlos, con el ánimo de dejarlo todo por escrito, cuan notario que se da fe a sí mismo.

  1. Lunes: 22: tocaba probar si sería capaz de hacer gradas después de unos cuantos meses con molestias al intentarlo. Fui al Parque Cervantes y di cuatro vueltas con circuito de gradas incluido en el que tras mucho tiempo pude hacer multisaltos sin más molestias que sentir mis piernas cansadas. El entreno, sin ser una gozada, si fue esperanzador, aunque corto. No había sentido, para nada, la carga de haber corrido en los dos días anteriores 47 kilómetros
  2. Martes 23: Merche seguía con alguna molestia por culpa de la exigente media maratón y yo me fui a realizar un entreno corto, en progresión de unos 10 kilómetros. No fue para estar muy contento en cuanto a intensidad, pero es que sí que me hallaba bastante cargado.
  3. Miércoles 24: tocó el circuito de los Cerros de la Aguzadera, 2 subidas al Cerro del Ángel por el camino corto del norte y de regreso pasé por el Parque Cervantes para alargar la sesión, que resultó de unos 11,5 kilómetros
  4. Jueves 25: tocaba volver a correr con Mercedes y salíamos a hacer un circuitillo a buen ritmo, sobre todo para ella. Pasamos por el camino de detrás de los Cerros de la Aguzadera y alargamos hasta coger el camino que va por detrás del aeródromo y lleva al Camino del Peral. 10,40 kilómetros a un ritmo por debajo de 5´40´´.
  5. Viernes 26: tocó descansar
Con esto terminaba una BUENA SEMANA, por fin, con 88 kilómetros, aunque lo peor estaba por llegar.

Comenzaba la siguiente semana y lo hacía bien:
  • Sábado 27: me marcaba una tiradilla un poco aburrida de 23,5 kilómetros, marcada por el viento que me daba en algunas fases y que me rompían el ritmo. Decidí no medirme la cadencia y tan sólo acumular el kilometraje y creo que lo salvé bien. Conclusión: bien de piernas y falto de ritmo de competición. La cintura respondió bien como en los últimos días.


  •  Domingo 28: Me fui por el circuito de la Vega, pasé por el Peral y acabe regresando por la Carretera de San Carlos del Valle. Buenas sensaciones y nada de molestias para realizar un total de 15 kilómetros. Al llegar a casa pensé que por fin las cosas comenzaban a verse en su sitio y mire usted por donde....al día siguiente me levanté con el bichito que os he comentado al comienzo de esta entrada.



















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