RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 21 de marzo de 2016

SÁBADO 19: COMIENZA UN FIN DE SEMANA MUY REGULAR

Tenía previsto que este fin de semana fuera importante para mi evolución. Estando de vacaciones de Semana Santa, podría ser el inicio de una buena semana de entrenos en la que pudiera acumular buenos kilómetros de calidad. Sin embargo el inicio no ha sido nada prometedor. La idea del sábado era no hacer muchos kilómetros pero hacerlos bien. Planteé un circuito de 13,5 kilómetros hacia el norte y vuelta por el Camino de Membrilla, no sin antes subir campo a través el Cerro del Ángel. Desde el comienzo no me ví suelto, algo que no me extraña por dos motivos: el primero porque venía del tute del domingo y el segundo porque en mi nueva etapa de pésimo corredor sólo me hallo suelto en uno de cada muchos entrenos. Subí el cerro con el handicap añadido de ir tosiendo (y es que cumplía casi 3 semanas desde que me asaltó la gripe y todavía no estoy recuperado), a cada tos sentía dolor en la cintura en un mensaje claro de que mi pubalgia no se ha ido del todo. Bajé algo más relajado por el carreterín y traté de coger algo de ritmo por la vía de servicio, sin mucho éxito por cierto. Por la zona de caminos la cosa empeoró, me sentía cargado de cintura para abajo y no iba bien, hasta el extremo de sorprenderme el hecho de que las sensaciones fueran tan positivas en 2/3 de mi maratón de montaña de la semana anterior. Por el Camino de Membrilla, a pesar de la pendiente, la cosa mejoró un poco, y llegué a casa algo cabizbajo y con el sentimiento de que no me merezco la mejora que ansío, o quizá sí que me la merezca pero en esta vida merecer no equivale a conseguir.


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