RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 10 de abril de 2016

CRÓNICA DEL TRAIL CUEVA CABRERA MEMORIAL VICTOR ARAQUE

Bonita mañana la que nos hizo el domingo 3 de abril en La Guardia, Jaén. Habíamos viajado a Linares el sábado por la tarde noche, cenamos y poco más, decidimos descansar para lo que se aventuraba al día siguiente. Yo no me encontraba muy motivado, quizá debido a que no consigo arrancar en esto de mis entrenos, pero en cualquier caso no me podía retractarme y  partimos de Linares a eso de las 8 de la mañana y llegamos pronto a este pueblecito de Sierra Mágina que dista tan sólo unos 55 kilómetros del pueblo de mi mujer.

Llegamos a la zona de meta y tal y como esperaba no había se veía mucho movimiento. A tener en cuenta que era una prueba con 200 inscritos y por ello era lógico que una hora antes del evento aún no se notase mucho ambiente. En el lugar donde aparcamos el coche, a tan sólo 50 metros de la zona de salida, tuvimos la oportunidad de hacernos una foto:


 

Y como suele ocurrir en infinidad de veces, vas a un sitio relativamente lejos de casa y allí te encuentras con un paisano. En esta ocasión se trató de Alfonso Pinés, un corredor del Extenuación Valdepeñas, que tuve la oportunidad de hablar de él en una vieja entrada de este blog en la que me centraba en aquellos valdepeñeros que a lo largo de la historia habían conseguido bajar de las 3 horas en la maratón. En este caso Alfonso lo consiguió en 2009 en la Maratón de Madrid. 





Competíamos Merche y yo en la categoría Veterano A de 36 a 45 años, y en esta categoría caía el 70% de los corredores, y es que en montaña por lo general se ven pocos seniors, y la gente de más de 50 no se suele jugar masivamente, pero no era más que un entreno, una prueba para mi y mi cintura, una prueba para ver qué puedo ir haciendo en este 2016.

Sin muchos nervios por mi parte y con la indecisión hasta última hora de si correr con Mercedes (algo insegura por el hecho de que nos iba a ver tramos muy duros y técnicos) o si por el contrario batirme el cobre, a última hora decidí divorciarme de mi querida esposa aunque sólo fuera para correr la prueba. 

Eché cálculos y medí fuerzas: 21 kilómetros, 800 de desvinel positivo pero con zonas donde no íbamos a poder correr por lo accidentado del terreno. Pensé que si en Cabeza la Vaca tres semanas antes, había hecho algo más de una maratón en 4 horas 15 minutos y +1500 (eso sí con gripe, incluyendo parada  técnica para curarme el pie y  sumando hundimiento final), siendo esta una prueba más técnica podría acercarme a las 2 horas (el año pasado el primero había hecho 1 hora 43 minutos.

Mis cálculos no fueron muy desacertados, como luego se vio, pero no esperaba que este trail tan recogidito tuviera el nivel de dificultad que finalmente tuvo. He aquí una zona técnica de la subida:


Salieron los senderistas un rato antes para hacer un circuito de 10 kilómetros, y nos tocó a nosotros. Me despedí de Merche que se puso unos metros más atrás y de esta forma salimos los aproximadamente 150 corredores:


Damos las primeras zancadas y ya desde el comienzo tenemos fuertes pendientes dando una vuelta por el pueblo y su castillo. No voy mal de piernas, el comienzo no es desalentador pero decido no apretar. El primer kilómetro cae en 4´43´´, no está mal teniendo en cuenta la dureza, el segundo es el que nos ve abandonar la población para ir a cruzar la Autovía 92 por caminos llenos de olivos, mucho más rápido que el anterior, y ni que decir el tercero, en 3´57´´. Voy administrando, no voy suelto pero si muy bien de pulsaciones (bien sé que mi mal actual es muscular y no cardiovascular). 

Pasados los 3 primeros kilómetros toca subir y tenemos ante nosotros una buena pendiente, eso hace que tenga que luchar mentalmente para no echar a andar en algún tramo y finalmente lo consigo, no dejo de correr. Y en seguida toca bajar otro poco, 5´04´´ , el quinto sigue los mismos derroteros, corriendo en la tierra de mi mujer, corriendo entre olivos. Adelanto a un runner del C.Atletimo Membrilla, cuya cara no me suena de nada y le hago un comentario en el sentido de "aquí están los manchegos". El sexto es más rápido, en parte porque la altimetría es más favorable. El séptimo tiene muchas cuestas y se nota en el parcial, y el octavo acaba siendo el último corrible antes de que toque subir, subir y subir desde los 500 metros de altimetría hasta los algo más de 1000 metros.

Voy bastante cómodo, he avituallado fruta y me ha sentado bien, y comienzan las fuertes pendientes, nos adentramos en terreno más pedregoso. y en estas he de comentar que desde el comienzo no dejado de adelantar a un montón de gente, no sé, calculo que a más de quince. En algún tramo toca andar, en otros trotar y se unen a la fiesta los senderistas de la prueba que vamos cazando. Veo que el dorsal se me desprende por la humedad y tengo que parar para tratar de anclar los imperdibles, minuto y medio ahí bregando que sirve para que me pasen tres o cuatro corredores, que aunque van andando como tú también vas igual se hace casi imposible recuperar la distancia ¡siempre me pasa igual!. El paisaje se torna verdaderamente bonito y se puede decir que voy disfrutando pese a la exigencia. Ya en el 12 podemos volver a correr un poco más y transcurren dos kilómetros  bastante bonitos entre bosques, donde si bien no se puede ir muy rápido al menos ya no se va tan lento como en la zona más técnica. Es por esta zona donde me alcanza el corredor de Membrilla al que había alcanzado unos kilómetros antes, así como otros dos corredores más. Llegamos a un ermita bastante grande y toca ir por una pista llana, les sigo de cerca, y me encuentro bien pero ellos van mejor y todo se complica cuando toca tirarse por un largo, larguísimo corta fuego de fuerte pendiente donde o bajas a todo lo que dan las piernas arriesgando escurrirte, caerte o doblarte una articulación, o bien bajas andando. Opté por lo segundo y puedo decir que fueron unos minutos interminables, dolorosos para mis cuadriceps y muy desagradables, aunque el paraje fuese precioso. Sin haber ido a mal ritmo, los de delante, más jovencitos consiguen escaparse un poco más, aunque cuando la pista por la que vamos nos lleva por una zona llana de ligeros toboganes, yo vuelvo a coger ritmo adelanto a un corredor y logro acercarme a ellos. De repente veo una gran cuesta donde toca volver a andar y mis piernas se resienten, vuelvo a perder el ritmo; a pesar de haber en lo alto un avituallamiento, ya no lograré cazar a los que poco a poco fueron desapareciendo de mi vista. Entramos en una senda muy bonita, pero técnica, aún así consigo un 4´35´´ en el 17 y un 5´50´´ en el 18, más técnica aún, y de repente cuando uno va disfrutando a tope, veo a un voluntario indicando que hay que subir campo a través por una ladera de fuerte pendiente. Me fallan las piernas y me escurro resbalando dos metros abajo; esos segundos perdidos dan para que el que me persigue me adelante. Me incorporo logro pasar el obstáculo y le sigo mientras ando, agarrándome bien las piernas con las manos, hasta que llegamos a lo alto y corremos por un laud muy inclinado que me va dejando los pies hechos una piltrafa; para colmo una de las zapatillas se me desata y tengo que decidir si parar a atármela o seguir al corredor de delante; en estas veo ya el pueblo allá abajo a no más de 1 kilómetro y medio. Me paro y ma la ato, veinte segundo no más, y cuando miro al frente compruebo que ya me saca por lo menos 200 metros, ¡demasiados para conforme me encuentro!. Bajamos por una senda preciosa hasta alcanzar una pista entre olivos que nos lleva al pueblo. Miro atrás y veo un corredor de verde con el que he ido haciendo la goma durante prácticamente el inicio, creía que iba por delante mía, pero no, no es así, por tanto tengo que apretar los dientes porque viene fuerte. La cosa cambia cuando entramos al asfalto y tenemos unos 300 metros con pendiente negativa. Aprieto, veo al de delante a 100 metros y al detrás a la misma distancia, pienso que deben quedar más de un kilómetro y que faltan cuestas por acometer y quiero reservarme. De repente la calle se pone igual que un muro, con una pendiente de más del 25%, y debe quedar un mundo, pienso que tengo que andar, pero se queda en pensamiento, sigo luchando hasta que veo el arco verde de llegada ahí a 150 metros, ¡ya está hecho!, no van a ser 21 kilómetros, sino bastante menos. 2 horas y 4 minutos, ¡no está mal teniendo en cuenta la dureza de la carrera!.

Cruzo la meta, cansado por último esfuerzo, pero bastante entero. Al pararme y en los minutos siguientes compruebo como me embarga una sensación agradable: siento las piernas cargadas pero no me duele nada, me siento bien; descalentaría si no fuera porque siento un dolor punzante en la almohadilla del pie izquierdo, una ampolla, pero como digo me encuentro bien. No he notado molestias reseñables en la cintura ni tan siquiera cuando tuve que bajar a todo lo que me daban las piernas por aquella pendiente terrible.

Ahora toca esperar a que llegue Mercedes. Diez minutos después alcanza meta Alfonso Pinés, y unos segundos más tarde la primera mujer. Van llegando corredores a cuenta gotas, van llegando las primeras féminas, no muchas, y el minutero del crono sigue avanzando. Decido ir andando hacia las afueras del pueblo para esperar a mi mujer y allí me siento, en la larga recta cuesta abajo; 2 horas 35´´, 2 horas 40´´ y comienzo a impacientarme, ¿le habrá pasado algo bajando?, ¿habrán aguantado sus rodillas?, pero no, allá a lo lejos la veo aparecer en compañía de otro corredor, va de charleta. Cuando pasa a mi lado me pregunta que tal y le digo bromeando: "me he quedado segundo", pero enseguida le digo que no, que eso hubiera sido imposible. Quiero correr con ellos y hacer la cuesta hasta meta acompañándolos pero la ampolla me lo impide, asi que voy tranquilamente andando.

Todo ha salido bien, ella ha llegado la décima de las chicas y con un poco de suerte subirá al podium, pero con categorías de 10 años de rango es complicado.Después viene lo mejor: en el polideportivo habilitan mesas, bebida gratis, comida caliente y gratis (panceta, cinta de cerdo, chorizos) y todo mientras esperamos la paella, que cuando la probamos nos sorprende gratamente. Estamos sentados Merche, Alfonso, su mujer, su hijo y yo, disfrutando de una buena conversación y en definitiva aprovechando lo que perdura en todas estas aventuras, "lo que viene después de correr".







Sacan los listados y veo lo siguiente: el 34º clasificado, no es un gran puesto, pero hay que tener en cuenta que había buenos corredores de la capital jienense. La rabia me llega cuando me doy cuenta que me he quedado 4º en mi categoría a algo más de 2 minutos del tercero, seguro que era uno de los corredores que me echo adelante y que no pude o no supe seguir. Llego a la conclusión de que me han encuadrado en la categoría de 46-55 y es así porque la fecha establecida para cumplir los 46 es el 31 de diciembre, y no la de tu cumpleaños.




Merche ha hecho 2´49´´, la séptima de su categoría, pero está muy bien




Y aquí las fotos que monopolizó mi mujer (no conseguí verme en ninguna). Muy bonitas, por cierto, bregando con la bajada



 
 



O yendo cómodamente con su compañero de viaje:

 

 Y aquí dejo mi tabla de tiempos medidos por el Garmin:

 















Trail de obligada asistencia para años siguiente. Buena organización, estupendo recorrido y fabulosa la comilona posterior.



No hay comentarios :

Publicar un comentario