RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 6 de mayo de 2016

MIÉRCOLES 4: VIENE LO DURO DE LA SEMANA

El miércoles pasado venía el Tourmalet de cada semana, que dura hasta el viernes. Sé desde que me levanto que no pararé hasta que llegue a casa a las 22:30 horas y para entonces tan sólo podré cenar y acostarme. La sesión sólo me cabe a la hora de comer en Manzanares, sin duda, y esta mal decirlo, lo peor y más duro del día. Pues bien, para echar más leña al fuego el miércoles hizo calor, en las horas centrales del día llegamos a los 28 grados, asi que a eso de las 14:10 horas salía a hacer un circuito de algo menos de 10 kilómetros. No tenía bastante con todo esto, así que tenía que tratar de meter intensidad a la sesion para no sentirme culpable por no hacerlo. En mi mente estaba el recuerdo de la semana anterior, buena en kilómetros pero pobre en calidad, así que desde el minuto 10 fui metiendo cambios de ritmo de 2/1, es decir, de cada 3 partes, dos a ritmo fuerte y una a ritmo suave. Pronto noté cómo el calor me dejaba medio tocado, y aunque muscularmente tampoco me encontraba muy suelto, al menos sí que pude ir llevando a cabo el entreno según lo previsto. 9,3 kilómetros hechos en unos 45 minutos. No fue el mejor entreno de mi vida, pero dadas las circunstancias es como para sentir que había cumplido.




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