RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 25 de mayo de 2016

SÁBADO 21: LAS VIRTUDES, MERCHE, EL CALOR, 16,4 KMS, UN CUADRADO Y YO

No había ganas de madrugar,  y de hecho no lo hicimos. Tampoco había decidido qué hacer, dónde correr, así que yo me levanté a las 9 horas y subí al despacho a trabajar como de costumbre y Mercedes no consiguió despegarse de las sábanas hasta pasadas las 10 horas. A las 11 y poco nos íbamos en coche a Las Virtudes, paraje a 23 kilómetros de casa y donde hay zonas bonitas y de monte dónde poder seguir probando las zapas de trail de mi mujer. Unos minutos antes, y contrareloj, había cargado un recorrido en el Garmin del cual no estaba garantizado su éxito, porque no conozco esa zona de la provincia lo suficiente para saber si hay zonas privadas marcadas con vallas que impidan el paso. Salimos corriendo, yo con la mochila, sales, y alguna barrita y ella sin peso y cogimos el carreterín que lleva al sur, hacia Aldeaquemada y a los seis kilómetros de capear toboganes cogimos un camino a la derecha, que me temía estuviera con valla, como muchos de los que nos habíamos cruzado, pero no, tan sólo había una cadena y un prohibido el paso por ser finca privada. Paramos para refrescarnos y sin más dilación cogimos el mismo siguiendo las indicaciones del Garmin. Pronto la maleza se espesó bajo nuestros pies, fruto de las lluvias que han hecho de esta primavera una de las más verdes y floridas que recuerdo. Merche se quejó un poco por tener que ir pinchándose y esquivando matas, pero no mucho más tarde el camino se despejó y alcanzamos otro cruce, y luego otro y otro más, yendo en alguna ocasión por sendas bastante bonitas hasta que nos adentramos en unos cerros más frondosos, divididos por cortafuegos. Hubo que subir algo de cuestas, pero íbamos enteros, íbamos disfrutando pese al calor. Así, sin hacérsenos pesado llegamos a la inmediaciones de Las Virtudes, donde había que dar una vuelta a un cerro para aparecer por la Plaza de Toros Cuadrada y la Ermita. Terminamos el recorrido y tuvimos un justo premio: ¡agua fresquita de la fuente!, que nos sentó maravillosamente bien. 16,4 kilómetros técnicos pero hechos de forma suave.






















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