RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 23 de julio de 2016

JUEVES 21: DANDO GRACIAS Y LLORANDO A PARTES IGUALES

Jueves de esos duros, menos mal que ya queda poco para que llegue agosto y pueda descansar por fin de 4 meses agotadores, probablemente los más estresantes de mi vida. Aún así conseguí madrugar para hacer lo que tengo que hacer: seguir corriendo. La mañana era algo más fresquita que la del día anterior y eso se agradecía y mucho. Tomé dirección a la Carretera de San Carlos y cogí el Camino de Don Bernardo, el del tanatorio nuevo. Me sentía bien, otra vez bien y de repente me sorprendí dando gracias a un creador en el que hace tiempo que no creo, y a su vez me ví llorando, y todo y tan sólo porque podía correr sintiéndome bien, sin molestias, disfrutando, por ser una bendición hacer lo que me gusta, y no una condena, como había venido siendo durante mucho tiempo. Son las cosas que tiene esta vida, corta para algunas cosas pero larga para otra, que te enseña que no hay mal que 1000 años dure ni cuerpo que lo resista, que te muestra que tras la tempestad viene la calma y es hora de llevar a cabo un nuevo comenzar. En cuanto al entreno fue normal, sin apretar mucho, subí por el camino que me llevaba al de Las Casas de Santa María y llegado éste regresé a la Carretera de San Carlos del Valle, luego cogí el paseo del cementerio, rodeé el mismo pegado al muro que separa la vida de la otra vida y regresé a casa con una sonrisa impresa en el rostro. Otros 10 kilómetros y una buena semana, una muy buena semana en la que me he sentido corredor al 100%

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