RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 10 de julio de 2016

SÁBADO 9: EN FAENA PERO SUAVE

Conservar lo que uno tiene como el principio de consolidación de una meta. Me sale esta frase mientras escribo estas líneas, y es que he estado, sigo estando de hecho, en un pozo del que no he sabido salir aún, pero ya no estoy en lo más profundo. Ahora siento que por primera vez en 12 meses y de forma continua las cosas comienzan a funcionar, porque si mis mejores momentos se esfumaron en la primavera de 2013, tuve alguna que otra alegría en otoño de 2014 con aquella Madrid-Segovia que tanto disfrute, o con aquellos buenos cinco primeros meses de 2015, mi última etapa positiva antes de que me llegara aquella pubalgia que de forma discontinua pero a la vez sin darme tregua, me dejó en el dique seco durante un año. Es ahora cuando me veo en otra etapa, una buena etapa por el hecho de verme salir de aquel pozo. No volveré a ser aquel de la primavera de 2013, eso es lo más probable, pero ahora ya comienzo a disfrutar entrenando, ahora siento que puedo hacer kilómetros sin que estos sean un suplicio. Adiós barro hola esperanza

Ayer sábado era un día raro, de esos de trabajo y con poco tiempo porque habíamos proyectado irnos a Linares por la tarde, que ya hacía algunos meses que no íbamos, por lo que entre lo primero y lo segundo no pude encontrar el hueco idóneo para hallar una buena hora para salir a correr, no así Mercedes, que se hizo sus 10 kilómetros a lo largo de la mañana, llegando, eso sí, totalmente acalorada por las altas temperaturas.

A las doce y cuarto me fui al Parque Cervantes con un calor de justicia, y decidí hacer un poco de fuerza en forma de fartlek con una serie de obstáculos, no muy importantes para un viejo como yo, claro está: un circuito de 750 metros corriendo entre pinos viejos, saltando sobre varios bancos de piedra, cambiando de ritmo y subiendo gradas. Hasta 7 veces conseguí completar el circuitín, pasando bastante calor, pero para eso estaba la fuente allí colocada, para hacerlo algo más llevadero. Me fui a casa a trote suave, sin ganas de exprimirme porque mucho sentido no tenía hacerlo. Sólo 8 kilómetros, pero lo gordo vendría hoy, ya que me había cargado un buen circuito en Linares para volver a hacer una tirada muy larga para Merche y larga larga para mi; el camino al Trail de Doñana ya está marcado ante nuestros ojos.

Pero no quiero terminar esta entrada sin dejar constancia de un hecho para mi muy relevante: pude saltar sin gran esfuerzo una y otra vez los bancos, pude hacer gradas sin problemas, la cintura ya está callada, ya no avisa de nada y las molestias musculares que me causaban dudas en los últimos dos meses y que aparecen haber desaparecido desde que calzo las Mizuno Wave Rider también han desaparecido con lo que da gusto entrenar sabiendo que tu enemigo es el calor, o las piernas que no dan para más, pero que al menos corres sin impedimentos que te minen la moral.


No hay comentarios :

Publicar un comentario