RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 26 de agosto de 2016

JUEVES 25: LA AUTOESTIMA Y LA BÁSCULA: LA PRIMERA HACIA ARRIBA Y LA SEGUNDA HACIA ABAJO

¿Un jueves más?, quizá sí, pero en lo que puedo contar desde aquí hay algunos detalles por los que este jueves merezca ser recordado con esta entrada. Como he comentado en la anterior ayer me enteré de nos abren un Decathlon en Valdepeñas y de que mi crónica de la carrera por montaña en Mas de Barberans era leída y aceptada por muchos runners. Esto último me hizo elevar la moral, lo cual me venía muy bien, ya que ésta no acaba de despuntar. Otro punto importante fue comprobar como la báscula me arrojaba un buen dato: un kilo y medio menos que se había ido por arte de magia y sin gran esfuerzo, lo que me hacía acercarme un poco al objetivo marcado para este invierno, y es que sin estar pesado soy consciente de que en mi mejor momento de forma apenas llegaba a los 60 kilos y que dos kilos de más son mucho cuando hablamos de rendimiento. Pues en esta guisa me puse a correr con Merche; tras un rodeo considerable que nos llevó al Parque Cervantes, tocó dar tres vueltas con interval y gradas incluidas. Mercedes asimiló bien la sesión y no la oí quejarse por nada, lo cual es mucho. Ya al regresar a casa unos chavalines se nos unieron expontáneamente a nuestro trote; no sé si fue por envidia o por hacerse los graciosos, el caso es que compartimos unos 500 metros de carrera con ellos y por una extraña razón esto me hizo sentir bien, como si mis actos tuvieran la propiedad de influir en los demás.

En casa estiré, más de lo que vengo haciendo últimamente, y es que sé que no he escogido buen camino cuando lo único que hago es correr y correr y dejar de esta forma que los músculos se me atrofien.

Por tanto, son pequeños detalles, pero para mi no fue un jueves más.


EN ESTA CASA DE POCAS VISITAS PERO QUERIENDO SER HOSPITALARIO

Hace ya más de 5 años que inauguraba este blog con la siguiente entrada:

Buenas a tod@s,

Como quién realiza un brindis en el desierto, me aventuro a iniciar este blog con la incertidumbre de no saber si será un vehículo donde anotar únicamente mis reflexiones o si por el contrario podrá servir como intercambio de información.

A pesar de llevar tiempo en esto de las nuevas tecnologías (conocí a mi mujer por internet, por ejemplo, y os garantizo que ya ha llovido bastante) me encuentro un tanto patoso con esto de los blogs, el facebook y el twitter, porque o no he podido o no he querido sacar tiempo para engullir todos estos nuevos avances. Realmente soy de los que piensa que tengo mucho de que hablar con mi mujer y mis niños antes de estar pasando el tiempo twitteando.

En cualquier caso, comienzo esta aventura con el fin de que al menos sirva como instrumento y almacén donde dejar mis reflexiones, sobre todo las relativas a uno de mis hobbies, el running. Si acaba siendo un medio para intercambiar información y hacer amig@, pues mira que bien.

Quedáis formalmente todos invitados (ya averiguaré cómo invitaros más eficientemente a través de las nuevas tecnologías).


Mucho ha llovido desde entonces, tanto que he pasado por diversas fases en lo que a mi visión del blog respecta, aunque la filosofía con la que nació sigue viva: anotar lo que me suceda y también lo que se me pase por la cabeza, siempre en lo relativo al mundo del running. Muchas entradas después, 2042 concretamente, puedo decir que salgo a una media semanal de casi 8 entradas y que ya no sabría decir cuántas fotos, cuántas crónicas, cuántos mensajes he intercambiado con la gente que me ha seguido y/o me sigue. Pero, curiosamente, hoy vivo una etapa similar a la de mis inicios, más volcado en mis reflexiones y en la información que quiero plasmar que en la gente que me pueda visitar; hace ya bastantes semanas que no cuelgo entradas en facebook o en twitter, y que no me preocupo por cuántos me leéis, lo cual no quiere decir que no agradezca que me leáis.

Pues bien, ayer tuve dos buenas noticias que guardan relación con este blog de alguna manera u otra: la primera es que en mi localidad nos van a montar un Decathlon y aunque parezca algo trivial, para un runner como yo eso es un gran acontecimiento. La segunda, y más importante, es que los de la Cursa per Muntanya de L´Airosa aprobaron el mensaje que les envié con el link de mi crónica y parece que ésta gustó allí en el noreste; de hecho fue espectacular y curioso comprobar como pasé en un par de horas de las 19 visitas a dicha entrada a las 200. De hecho a día de hoy, ni 24 horas después de que los organizadores colgaran la misma en su facebook, ya ronda las 600 visitas, siendo la tercera más leída desde que este blog nació. Esto deja claro lo del poder de la comunicación, aunque he de decir que por ello no puedo cambiar mi manera actual de pensar: quiero ser buen anfitrión pero no tengo nada que vender, así que aquí tenéis vuestra casa siempre que queráis pero hoy por hoy no quiero hacer de ella un mercadillo hecho a imagen y semejanza de mi ego.

Así que, aquí sigo, y "par diez" si consigo permanecer en esta parte virtual del mundo otros 50 años más.






jueves, 25 de agosto de 2016

MIÉRCOLES 24: QUERIENDO FORZAR UN DEFINITIVO PUNTO DE INFLEXIÓN

Demasiados "quiero y no puedo", demasiados "tengo que cambiar la tendencia",  y ya van más de tres años desde que las cosas dejaron de estar bien y comenzaron a torcerse. Desde entonces ha sido un constante desear que ocurran cosas que no han ocurrido, no siempre han sido sombras, han habido pequeños destellos de luz, pero eso, pequeños. Ayer miércoles era de esas sesiones de propósitos y desde el propósito queriendo inyectar motivación al músculo, pero el músculo no es aquel que fue. Subí el Ángel campo a través y las sensaciones sin ser malas del todo no fueron las mejores. La bajada me sirvió para recuperar un poco y pensé que el circuito de los Cerros de la Aguzadera iba a ser testigo de una sesión cañera. Bajé fuerte por la vía de servicio de la autovía, y en algún instante logré sentirme bien, pero no duró mucho. Ya en el camino metí dos marchas más y me puse por debajo de 4´el kilómetros, pero no duró la cosa más de 5´porque comencé a sentirme demasiado cargado, hasta que tuve que suspender esa cadencia y pasar a un ritmo tranquilo nuevamente. Cuando alcancé el Camino de Membrilla empecé a aumentar el ritmo otra vez, pero la zona que rodea a mi rodilla derecha me decía que me había pasado de rosca, así que tampoco pude coger buenas sensaciones en la bajada, y por tanto tuve que terminar el entreno con una mueca de desaprobación hacia esta sesión, que tampoco ha acabado siendo buena.

Así que seguiré tratando de inyectar motivación a mis piernas a ver si la aceptan de una vez por todas.


MARTES 23: MERCHE Y YO CORREMOS AL ANOCHECER. LOS DÍAS SE ACORTAN. ¿NOS ACORDAREMOS DEL VERANO?

Otoño y Primavera por ese orden; esas son las mis dos estaciones favoritas; en otoño el olor a tierra mojada, el olor a mosto que cae de los remolques en la época de vendimia, y sobre todo el fresquito de las tardes, a pesar del inconveniente de que se haga pronto de noche. Pues bien, a día de hoy el calor no nos ha abandonado todavía, pero ya se notan que los días duran menos de forma que si te descuidas te ves corriendo de noche, como nos ocurrió el martes a Mercedes y a mi. Mercedes se encontraba bien de piernas, nada que ver con el martes de la semana anterior, aún convaleciente del machaque fruto del trail en Mas de Barberans, y pudimos llevar a cabo un entreno de esos planos: al mismo ritmo durante unos 10 kilómetros y medio. Fuimos por la Carretera de San Carlos del Valle, cogimos el camino que bordea la ampliación del cementerio y acabamos en el Camino del Peral hasta que nos salimos del mismo para pasar cerca del Aeródromo y regresar por el Carril del Yeso. Fue en el último tramo donde pudimos disfrutar algo del entreno, justo cuando refrescaba, pese a ser ya casi de noche. Mercedes pudo correr sin molestias de ningún tipo, y eso ya es mucho, así que firmamos otro día más corriendo juntos, y que queden muchos más.


LUNES 22: LOS ZORROS TAMBIÉN CORREN AL ANOCHECER

Esto no para, aunque a veces sienta la necesidad de que así sea. El lunes era de esas jornadas en las que la motivación no estaba por la labor de salir a abrir la puerta. En cualquier caso no estaba nada cargado de lo del domingo y un poco más tarde de lo normal salí por la Avenida de las Tinajas para hacer el circuito de los Cerros de la Aguzadera. No encontraba las sensaciones por ningún cajón, ¿dónde me las habré dejado?, me preguntaba. Sin lugar a dudas conforme avanza el tiempo cuesta más tener días de entrenamiento en los que te visite el "flow". El caso es que simple y llanamente cumplí con un entreno más, pero este lo puedo ubicar en el recuerdo con la anécdota que me sucedió: justo pasando por detrás del cerro colindante al Cerro del Ángel ví cruzar el camino, a unos pocos metros por delante un zorro negro de larga cola blanca. Sin duda los clarioscuros del anochecer motivan a estos animales a salir de caza. ¡Y yo que me creía que en mi zona no había de estos depredadores!, en unos años ya he visto tres, uno por desgracia tirado muerto en la cuneta.

Abreviando, 8 kilómetros y medio sin florituras, sin ir suelto, sin buenas sensaciones, pero al menos sin dolor de cintura, que eso ya creo que pasó a ser historia.


miércoles, 24 de agosto de 2016

DOMINGO 21: TIRADA LARGA E INESPERADA EN LINARES

El sábado fue un muy mal día. El viernes por la noche había previsto realizar en solitario una tirada bien larga por la Sierra del Moral de Calatrava, sin embargo, cuando fui a descargarla no había manera; y es que wikiloc no me lo permitía. Me ofusqué hasta tal tan punto que acabé a eso de las 2 de la mañana tras varios intentos de descargas de pluggins, programas, etc, sin dar con la solución del problema. A esas horas ya sabía que no iba a llevar a cabo mi tirada madrugadora. Pero peor fue cuando me levanté sin ganas de correr. Me volví a subir al ordenador para tratar de resolver el problema hasta que volví a desistir. Tras comer nos fuimos a Linares y la verdad es que el sentimiento de culpa era demasiado grande como para no pensar en realizar la tirada el domingo en la ciudad de mi mujer. El caso es que Merche me dijo que si no iba a ser demasiado larga ella se apuntaba (las tiradas macrolargas las hemos pospuesto para septiembre). Pero como no pude conseguir descargar la ruta en mi Garmin tampoco en Linares, propuse una tirada de distancia incierta que recorría zonas que ya conocía: Linares, urbanizaciones lindantes a las Garzas, carreterín hacia el Pantano de las Fernandinas, vuelta por El Cotillo, Invernaderos, Cerro de los Mancebos, Fundición de La Cruz y finalmente Linares. El caso es que Merche puso el despertador a eso de las 07:30 pero amanecimos más tarde de las 9. Por tanto salíamos con un considerable calor a eso de las 09:45 horas. Le dije que la sesión iba a consistir en entrenar el "sufrimiento". Y así fue, mucho calor desde el principio, y menos mal que Mercedes iba exenta de llevar su mochila, aunque eso supusiera llevar tan sólo litro y medio entre agua e isotónica en la mía. Fuimos avanzando sin descansos y a un ritmo vivo (se notaba que mi mujer no iba cargada). Y aunque yo no iba bebiendo, tampoco lo iba pasando muy mal. Llegamos al cruce del pantano, kilómetro 13 y medio y cogimos el camino de vuelta, cruzando los dedos para que no nos perdiéramos, y a punto estuvo de ocurrirnos eso cuando llegamos al primer cruce. Saqué mi móvil entré en la wikiloc y revisé otra ruta similar dándome cuenta de que había que girar. Habíamos perdido 8 minutos que hicieron bajar la media, pero daba igual, porque las paradas formarán parte de nuestra experiencia en el Doñana Trail. Avanzamos con algunas dudas entre los cruces, pero fuimos descubriendo que el itinerario seguido era el bueno. Llegamos a los invernaderos con buen ritmo y cogimos dirección hacia el Cerro de los Mancebos a un ritmo medio de 06´50´´, pero quedaba subir a las antenas. Parecía el desierto y ya íbamos medio deshidratados, pero Mercedes lo hizo genial casi sin andar. Ya en lo alto cogimos otra vez ritmo hasta llegar a la Fundición de la Cruz, donde estaba esperanzado en encontrar alguna casa con la puerta abierta para así pedir agua, pero esto no fue posible. Regresamos por el camino de la Virgen, donde Merche agotó las reservas de agua y de isotónica y pese a estar cruzando el "Mojave" hicimos algunos kilómetros por debajo claramente de 6´. Llegamos al Paseo de Linarejos, donde justo enfrente de la ermita había una fabulosa fuente de agua fresca donde echamos el resto. Los últimos dos kilómetros y medio fueron más llevaderos y pudimos completar la aventura de 28 kilómetros justos en 3 horas y 15 minutos, con paradas incluidas, a una media de 7´00 el kilómetro. Buena experiencia, sin duda.


VIERNES 19: CUANDO UNA PUERTA SE CIERRA OTRA SE ABRE EN ALGÚN LUGAR

Demasiadas puertas se han venido cerrando en estos últimos años, y así he quedado, esperando que se abrieran otra, y la espera dura. Tras las malas sensaciones del miércoles y el jueves, causadas sin duda por el duro trail del sábado anterior, el viernes tocaba sesión sin pretensiones, así que tras el trabajo y aún con bastante calor, salí dando un rodeillo hacia el Camino del Peral, y cuando llevaba dos kilómetros y medio cogí el camino que sale de la izquierda y me lleva a la parte de atrás del aeródromo. Cogí tras esto el camino de la izquierda y aparecí en el Carril del Yeso, y de ahí a casa, sin más, tan sólo 8 kilómetros que buscaban activar las piernas y cerrar la semana. Las sensaciones fueron normales, sin molestias y el ritmo no fue malo del todo. Había conseguido con ello cerrar una semana de transición en unos 76,5 kilómetros, lastrada por la montaña allá en el Parque Natural Dels Ports, donde aquellos 19 kilómetros se hicieron eternos.

En cuanto a Merche había cerrado su particular semana con tan sólo 3 semanas, y es que a ella le había afectado mucho más la aventura de Tarragona; concretamente había sumado tan sólo 35 kilómetros, pero eso sí, los del sábado valieron por dos.


viernes, 19 de agosto de 2016

JUEVES 18: LAS COSAS TIENDEN A MEJORAR PERO TOCA NO ABANDONAR LA PACIENCIA

Todo llega (o quizá no); este breve dicho que nace de la fijación que el ser humano tiene por amarrarse a la esperanza no siempre se cumple, pero al menos mientras estamos expectantes y atentos a que llegue ese día maravilloso no perdemos la ilusión. Muchos días demasiados..., un mogollón de tiempo anclado y ahora pienso de nuevo en aquel dicho, porque lo primero que viene es eso, la esperanza; luego tocará ponerse a la acción y ver qué ocurre. 

Ayer sin embargo no fue un buen día para mi, y me sentí un tanto desgraciado, como si hubiera demasiados impedimentos, pero mejor no pensar demasiado. El trail del sábado me ha dejado tocado a nivel articular, y eso lo he comenzado a sufrir ahora, pasados algunos días, cuando las piernas se me han descargado. Tanto así que mis pretensiones para ese jueves eran sencillas, correr 10 kilómetros y medio yendo suave, y así comencé, pero hasta yendo suave me costaba. Cuando pude apretar una pizca caí totalmente en picado, con lo que tuve que volver a bajar el ritmo. 

Así que resignado ya en casa, estuve estirando un buen rato tratando de no reflexionar. Ya vendrán mejores momentos




jueves, 18 de agosto de 2016

MIÉRCOLES 17: TRATANDO DE HACER INTERVAL Y BUSCANDO PERSPECTIVA

Pensé que había llegado el momento de realizar una sesión de mayor intensidad. Con mi cintura a pleno rendimiento, pero no en el óptimo de forma ni mucho menos, tengo claro que llega la hora de introducir intensidad si quiero ir progresando para poder afrontar a finales de año un buen plan para la Maratón de Castellón de febrero. Así que lo que pude vivir fue la constatación de que bien bien no estoy, y de que el camino por recorrer va a ser largo, aunque espero que ya sea sin más lesiones. Cogí el Carril del Yeso hasta el kilómetro 5 para luego girar a la izquierda  tomando el camino que me deriva en el Camino de Membrilla. Cada 2 minutos y medio realizaba un cambio de ritmo tratando de ir rápido durante otros 2 minutos y medio, pero las sensaciones no eran buenas del todo. Curiosamente el cambio lento era más rápido de lo que necesitaba pero de esta forma compensaba la falta de ritmo. La vuelta la cosa fue a peor y me sentí bastante cargado por lo que a tres kilómetros y medio de casa suspendí los cambios y ya fui a un ritmo intermedio pero constante. Lo peor fueron las sensaciones de mi pierna derecha, que no iba nada suelta, y es que ha sido imposible conseguir que la musculatura se recuperara del esfuerzo del sábado. En cualquier caso otros 11 kilómetros y medio que hacen que sume 56 kilómetros cuando aún me quedan dos sesiones para terminar la semana.


MARTES 16: MERCEDES ESTABA DESHECHA CUATRO DÍAS DESPUÉS DEL TRAIL

El martes aún me duraban las molestias motivadas por el duro trail del sábado, pero no menos gravosa fue la adaptación a la vuelta al trabajo. El martes, por tanto, fue duro, y ciertamente cuando llegó la hora de salir a correr no hallaba muchas ganas, pero las tuve que buscar y encontrarlas. En cualquier caso tocaba correr con mi mujer y cual fue nuestra sorpresa cuando al iniciar la carrera Merche no podía dar zancada de lo cargada que estaba. Tardamos un mundo en hacer el primer kilómetro porque mi mujer estaba muy dolorida, y no fue hasta bien entrado el segundo kilómetro cuando comenzó a sentir cierta mejora. El caso es que pasamos por detrás del aeródromo y volvimos por el Camino del Peral, y el regreso fue mucho menos traumático ya que, como decía, sus músculos ya habían entrado en calor. Unos 8 kilómetros y medio que le vinieron bien para poder estirar y pasarse el rulo. En cuanto a mi, lo comentaba al principio, se me hizo algo pesado, me hallaba cansado y ni caliente mejoraron mis sensaciones.

martes, 16 de agosto de 2016

LUNES 15: JUSTO UN AÑO DESPUÉS DE LA MARATÓN DE HELSINKI Y CASI DOS AÑOS DESPUÉS DE LA CAMINS DE CABRES

Parece mentira: hace ya dos años andaba preparándome de manera concienzuda para mi segunda Madrid-Segovia, con la idea de disfrutarla y sobre todo acabarla (lo que no había conseguido en 2013). Para ello y aprovechando nuestras vacaciones de San Pedro de Pinatar me había inscrito a una maratón nocturna de montaña en Genovés, un municipio al lado de Xátiva; era la I Camins de Cabres (Camino de Cabras); a fe que hizo honor a su nombre y discurrimos por sitios por donde quizá sólo las cabras montesas se mueven bien, un trail de gran dificultad que me puso a prueba psicológicamente durante 8 horas para sólo recorrer 42 kilómetros. Fue de esos hitos que marcan un antes y un después, y cinco semanas después la Madrid-Segovia se abrió ante mi para poderla disfrutar y terminar (y con un buen registro a pesar de no aparecer en los créditos debido a aquella descalificación "por guarro").


Ese año ya no trajo nada muy reseñable, a excepción de aquella Maratón de Valencia, inscrito con el simple objetivo de desquitarme de la única maratón en la que me había retirado, en la ciudad del Turia en 2012; 3 horas 11 minutos fue un registro discreto para una maratón que sí que me sirvió para olvidar viejos fantasmas y también para poder pisar las tablas de meta "corriendo sobre el agua".  2015 llegó para mi lleno de ilusiones y los primeros meses fueron prometedores con estupendos entrenos y una Media Maratón en Bolaños donde pude parar el crono a un minuto de mi mejor marca. Después disputé un buen mini trail en Sierra de la Mosca Cáceres y... a partir de ahí la cosa se torció de forma que junio me trajo al Diablo en forma de lesión. La cintura comenzaba a quejarse fruto de esa pubalgia que me ha mantenido maniatado durante un año aunque eso sí, sin dejar de correr. En estos últimos 14 meses he corrido bastante: dos maratones con mi mujer, otra Madrid-Segovia, algunos trails interesantes con Merche y también algunos por mi cuenta, pero siempre condicionado por la dichosa lesión. Aún recuerdo el pésimo entreno dos días antes de la Maratón de Helsinki, aquel que hice en la capital finlandesa para reconocer el terreno y que me dejó baldado a pesar de ir al trote; tengo en mi mente muchos entrenos dolorosos, muchas paradas en mitad de la sesión, algunas lágrimas, muchos pinchazos, pero todo ha ido quedando atrás en un avance temporal en el que paralelamente mi mujer ha ido progresando haciéndose maratoniana por partida doble y aspirando ahora a asaltar el mundo del ultrafondo con nuestro próximo reto: el Trail de Doñana. 

Y de repente me sorprendo corriendo por fin sin molestias; tan sólo me falta coger ese punto que me permitiría acercarme a lo que duante unos pocos meses fui, pero por lo demás todo ha vuelto a la normalidad y eso ya es mucho para mi. En mi mente veo una película en forma de propósitos: correré con Mercedes que lo hará genial en esos 73 kilómetros y para entonces me encontraré tan bien que no me costará ponerme a tono para ir a Castellón hecho un tiro para lograr mejorar lo que allí hice un día de diciembre de hace cuatro años, una de las maratones más especiales que he corrido. Sí, lo sé, son propósitos, casi sueños, pero es bonito volver a soñar, ¿verdad?

Así que el sentir las piernas muy cargadas no es óbice para saltarme mi entreno; por tanto ayer lunes, ya a punto de anochecer, me puse las zapas y me fui a hacer una tiradilla de esas cortas. El dolor era grande al principio, y es que tengo las piernas muy cargadas, pero como había sucedido el domingo, no tuve más que calentar para comenzar a obtener buenas sensaciones. Aún así no quise forzar y mantuve un ritmo cómodo sin más en aproximadamente 10 kilómetros que duró la sesión. Da gusto poder correr así y no hago más que agradecerlo.

 

DOMINGO 14: SALIENDO A CORRER CUANDO ESTÁS DOLORIDO PERO EL CUERPO TE LO PIDE

Lo sé, está lo que se llaman los descansos; son importantísimos, necesarios y ayudan a la compensación. No lo he olvidado desde que lo dí en el curso de Monitor Nacional de Atletismo, a pesar de que haga ya más de 20 años de eso. Por otra parte no voy a ir a ninguna olimpiada, no ganaré ninguna carrera, ni tan siquiera subiré a un podium de ninguna prueba, aunque ésta no sea importante, al menos no lo contemplo en mis previsiones. No importa, nunca me importó, y a pesar de saber que no soy bueno corriendo me siento muy orgulloso de seguir haciéndolo a mi edad, y pienso que he llegado más lejos de lo que nunca jamás hubiera imaginado. Sí, lo que decía, ¿para que quiero descansos si lo que me pide el cuerpo es correr?. Ya se demostró que no me lesiono cuando hago más kilómetros, más al contrario, los kilómetros me sientan bien, y ahora que por fin la maldita pubalgia que me trajo al mismísimo diablo es un recuerdo, disfruto saliendo por muy doloridas que tenga las piernas.

Así que tras un largo viaje de vuelta de vacaciones no se me ocurrió una idea mejor que salir a correr pese que estaba hipercargado del esfuerzo del día anterior. Habían sido algo más de 3 horas muy duras de montaña, pero como no estoy lesionado, afortunadamente, puedo hacer cosas como las del domingo: ponerme a correr totalmente entablillado y a los pocos minutos comenzar a sentirme bien conforme entro en calor. Hice el circuito de los Cerros de la Aguzadera por enésima vez en mi vida, pero no me canso de hacerlo; seguramente me cansaré antes de otras muchas cosas ya gastadas de tanto vivirlas, pero parece ser que de correr no será fácil hartarse. Las piernas me dolían pero sentía esa sensación que está a medio camino entre la molestia y el placer y que surge cuando tus piernas han hecho un gran esfuerzo; puedes meter caña, de hecho el cuerpo casi te lo pide y no pasa nada; el dolor es soportable. Así que corrí a buen ritmo sin mirar el crono, el cual había dejado en casa y llegué exhausto y sudoroso a casa con la sensación de que las cosas ya funcionan.

Lo dicho, no subí..., no subiré a un pódium, pero ya estoy de vuelta, ya me siento 100% corredor otra vez y eso vale más que cualquier trofeo o reconocimiento.


lunes, 15 de agosto de 2016

LA CRÓNICA DE LA CURSA DE MUNTANYA L´AIROSA EN MAS DE BARBERANS. PORTEM NÚMS UNA MICA DE VOSALTRES A LA MANCHA


Los preámbulos de la aventura

Habíamos programado esta carrera para el final de nuestras vacaciones, aprovechando nuestra estancia en Salou. Se trataba de un trail corto de montaña pero con un nivel de dificultad medio-alto, sin duda la prueba más dura a la que jamás se había enfrentado Mercedes si hablamos de montaña. Al final, tras vivir la experiencia, ha resultado equiparable a la dificultad técnica de aquel "Camins de Cabres" de Xátiva, de hace dos años exactos en la que anduve más de 8 horas entre montaña y montaña dejándome la piel y casi el físico. 

Se trataba de sólo algo menos de 19 kilómetros, pero con +1300 de desnivel positivo y sin apenas zonas donde correr. Además, la hora de la prueba también suponía cierto handicap, las 18 horas, a pesar de la altitud esperábamos casi 30 grados a la salida, como así fue.


 

 





Así que tras comer salimos del hotel rumbo a la zona del Delta del Ebro y al llegar a la Amposta, cruzamos dicha población y nos fuimos derechos al Parque Natural Dels Ports. En un principio nos sentimos un poco extraños ya que la mayoría de la gente que había en la zona de la salida eran de la comarca, de Tarragona y Castellón, pero el recibimiento fue de diez desde el principio y pronto los organizadores se volcaron en atendernos de manera fabulosa. Recogimos la bolsa, que incluía un estupenda camiseta Luanvi y entre otros un magnífico portadorsal y nos hicimos las fotos de pose inicial:







Estuvimos charlando con Carmen, que había ido a ver a su hijo Alejandro; la conversación comenzó cuando vio "Puertollano" impreso en nuestra camiseta, y es que resultaba que su madre era de Puertollano y que había pasado los veranos en esta población. Estaba claro que el mundo es un pañuelo. Así que Merche, Alejando y yo estuvimos calentando un rato, no mucho ciertamente, y pronto nos vimos en el cajón de salida, todo estaba a punto de comenzar. En la cara de mi mujer había una mezcla de expectación y miedo, ya que sabía que lo de hoy iba a ser más que un entreno duro, iba a ser todo un reto, sólo apto para gente acostumbrada a la montaña, como la mayoría de los que allí iban a correr. Tal era el desafío que de su categoría tan sólo se habían atrevido ella y otra corredora a disponerse en el arco de salida.

Se me ha olvidado comentar que habíamos decidido correr por separado, por lo que Merche, no arriesgando, llevaba mi frontal atado en la cinta del portadorsal por si acaso tardaba más de 3 horas y media, algo difícil de creer teniendo en cuenta que eran pocos kilómetros, pero....

La subida a la Airosa

Así que sonó el bocinazo y comenzamos a correr. Desde el principio no me encontré cómodo, algo que no me esperaba. Quizá el calor, quizá los calcentines que estrenaba de protección de tobillos, que era como llevar sendas tobilleras y no permitían articular con fluidez, quizá la carga del día anterior, el caso es que las primeras zancadas no me dejaron sensaciones muy halagüeñas. Unos metros más adelante veía a Alejandro, con sus 23 años, avanzando sin problema, y decidí no ir a por él, porque intuía que esta aventura iba a ser más dura de lo previsto.

Ahí se me ve con mi pañuelo del Pozo Norte entre los primeros. El que acabó ganando la prueba con un tiempo de 2 horas 10 fue el chavalín de la camiseta de azul que según se ve es una fiera en la montaña.


Cayó el primer kilómetro, con cuestas incluídas, en 4:32. Demasiado rápido quizá, y en seguida nos vimos subiendo a lo bestia, tratando de no andar aunque la pendiente que casi lo requería. Se terminó pronto la senda y tocaba avanzar entre las rocas.

Fueron unos casi 6 kilómetros duros, bien duros, hasta llegar al macizo de la Airosa, ese que se ve en la foto de debajo. En ese trayecto me dio tiempo a pillar a Alejandro y que un par de kilómetros después me pillase él cuando me despité y me salí del recorrido perdiendo algunos segundos.



No estaba mal, habíamos salvado, con todo el calor y casi sin andar 635 metros de desnivel positivo (desde los 336 metros sobre el nivel del mal cuando llevábamos 500 metros desde la salida, hasta los 976 metros en el kilómetro 5,9, es decir, a una media de pendiente del 12%. No me extraña que me ocurriera lo que luego me ocurrió. En el avituallamiento de la cima me eché dos vasos de agua por la cabeza, comí algunas gominolas y me bebí un vaso de isotónica, pero estaba claro que iba perdiendo demasiados líquidos.















La bajada al Raco d´en Marc


La bajada fue bastante técnica, pero visto lo visto, acabó resultando la más fácil de las tres. Al inicio de la misma nos echaron unas fotos (en la primera se ve a Alejandro y a mi a poco más de 30 metros por detrás).










 



Para mi fueron los mejores momentos de la carrera ya que pude disfrutar bajando, algo que no me había ocurrido nunca. No tener ya ningún tipo de molestia en la cintura, ir bien seguro con los calcentines con protección y el buen agarre de las Saucony Peregrine me permitieron "jugármela" de manera que bajé vertiginosamente adelantando varios puestos. Allá abajo en la cueva creo que iba entre el 18 o así, pero lo peor estaba por llegar:



 

Habían sido 3 kilómetros y doscientos metros de bajada con un desnivel negativo de 500 metros, ¡ahí es nada!. A pesar de la dificultad había bajado a buen ritmo y sólo me había llevado realizar ese trayecto 24 minutos, que parecen mucho, pero puedo asegurar que bajé jugándome el físico. En esta guisa, llevaba 1 hora y 14 minutos en algo más de 9 kilómetros, es decir, la mitad de la prueba, pero en la montaña 2+2 no son 4, y cuesta describir lo que ocurrió después. Avituallé todo lo rápido que pude, volviendo a echarme agua encima para mitigar el calor, aunque ya de por sí iba empapado en sudor, con la ropa totalmente pegada al cuerpo; cogimos el curso de un río seco, muy pedregoso y salimos a una pista que picaba hacia arriba y las sensaciones fueron horribles en esta parte, no podía avanzar, me costaba correr, quizá por el esfuerzo de la bajada. Pero lo peor vino cuando tocó subir el "Tourmalet". 

La subida donde morí por primera vez y por primera vez resucité

En seguida subimos entre pinares por un sitio sombrío y con una pendiente increible, tanto es así que había que apoyar a menudo las manos en el suelo. Quizá de haber sabido que iban a ser sólo 550 metros de ascensión me habría animado, pero yo no hacía más que mirar a mi dorsal, donde iba impreso el perfil y sólo veía una terrible cuesta en la imagen, y no sólo la veía, también la sentía. El sudor caía sin parar y las piernas comenzaban a fallar. Me arrepentía de no haber comido algo sólido en el anterior avituallamiento o de al menos no haber tomado sales, pero esto último era imposible porque las capsulitas se me habían deshecho en el bolsillo del portadorsales. Así que esos 550 metros se me hicieron interminables y tuve que hacer paradas técnicas en posición inclinada (con las manos en las rodillas) para tomar algo de resuello. Me acordaba una y otra vez del hundimiento sufrido en la Camins de Cabres en circunstancias similares y de como necesité sales y magnesio para recuperarme, y me temí lo peor. Sin embargo, pese al gran hundimiento con la consabida pérdida de puestos en la carrera (me adelantaron varios corredores entre ellos Alejandro), me fuí rehaciendo y logré llegar a lo alto. Había salvado 244 metros de desnivel positivo con una pendiente media del 44%, ¡ahí queda eso!, y la broma me había llevado un total de 19 minutos.

Bajando ya recuperado y con compañía de dos "maestros"

El inicio de la bajada era de escasa pendiente negativa pero muy pedregoso, por una cresta. Me asocié don un corredor bastante simpático que corría por la categoría Máster y fuimos charlando ayudándome esto a recuperarme. Cogimos buen ritmo y eso nos llevó poder recorrer los siguientes 3 kilómetros y medio en 30 minutos, que parece que es mucho tiempo y un ritmo malo, pero no lo era, en absoluto. En seguida se unió por detrás otro corredor máster, y sabiendo que sólo había trofeo para el primera de esta categoría la cosa estaba calentita, "se estaban picando" y yo en medio. En este tramo experimenté una muy buena recuperación y comencé a disfrutar. Veía cómo avanzábamos y sabía que tan sólo quedaba un último escollo menos duro que el recién sufrido, así que me animé bastante. El único problema era que a estas alturas del juego había muchos corredores que iban mejor que yo, así que intuía que seguiría perdiendo puestos. El buen ritmo nos llevó a adelantar nuevamente a Alejandro, aunque entre otros nos pasó la primera clasificada, que tenía pinta de ser bastante buena, una tal Marta Martínez. Y así fuimos avanzando hacia lo irremediable: mi segunda muerte.

La subida donde ví mi muerte por segunda vez y resucité definitivamente

En el avituallamiento de abajo no tuve que andar muy listo porque los dos másters se me fueron en cuanto me despité, y eso que apenas estuve unos minutos parado. Me volvió a pasar lo mismo que en la otra ocasión, las piernas no me iba, se habían desactivado y me costaba articular los tobillos (lo achaco a las tobilleras). Así que me desmoralicé totalmente y más cuando me ví nuevamente subiendo. En esta ocasión había que salvar otros 300 metros de desnivel positivo en unos interminables 1,7 kilómetros. Y aquí fue donde morí y por poco allí me quedo, esperando a que llegase mi mujer. Las piernas se desactivaron por completo a pesar de que la pendiente no era tan dura como la anterior, pero el terreno era tan técnico, con tantas piedras, tan escurridizo que patinaba constantemente y tuve que hacer numerosas paradas, incluso en dos ocasiones tuve que sentarme y recuperar. Como anécdota, tenía ante mí unos 40 metros de piedras pequeñas resbalidizas y me llevó como 3 minutos atravesarlas, estaba en las últimas. Así que me llevó 30 minutos hacer esa interminable milla y pico, y juro que pensé que cuando llegase a lo alto no sería capaz de echar a correr. De nuevo me pasó Alejandro y unos cuantos más, ¿cuántos puestos había perdido?, pero por suerte, llegó un momento que mirando a lo lejos y hacia abajo no veía a nadie tras de mi lo que me permitió tomármelo con menos estrés.

Y eché el resto para cubrir los últimos 3,3 kilómetros

En lo alto no me debieron ver muy bien porque me dijeron que pasase y descansase pero yo ya no estaba para eso, quería terminar cuanto antes. Sabía que aún quedaba la bajada supertécnica que contaba con un tramo llenos de piedras grandes de unos 300 metros de longitud, y allí me ví, ante tal desaguisado. Sin embargo, al igual que había pasado tras la segunda subida, comencé a sentir que las piernas se recuperaban así que me ví bajando, resbalando, saltando, pesé al esfuerzo y la carga muscular. Cuando el terreno se puso más propicio pude incluso aumentar un poco el ritmo, pero no hablo de pistas ni sendas, hablo simplemente de menos obstáculos. Llegué al último avituallamiento donde apenas paré, simplemente me volví a echar agua encima y me bebí el último vaso de isotónica. Hacía rato que no oía bien por el oído izquierdo, el cual llevaba taponado, fruto seguramente de la deshidratación. Tras cuatro giros y dos barrancos por una zona muy bonita, me ví corriendo por una canalización con vistas al "prepicio". Había que andar con cuidado de no escurrirse y caer, o de simplemente no dejarse un tobillo. Abajo se veía un gran puente y justo allí me cantaban que quedaba un kilómetro y medio. Ante mi se habría una especie de camino lleno de piedras y en los cachitos que sólo había tierra era una bendición. Afiné el oído para escuchar al speaker: "estoy llegando por fin", y eso ocurrió, viré y ví la carretera que subía al pueblo. Me costó aún llegar a lo alto pero entonces 3 o 4 niños se unieron a mi para ayudarme a cubrir los últimos 400 metros y fue magnificó poder terminar todos en carrera, incluidos Jorge e Inés que también me estaban esperando a unos metros de la meta.





Finalmente había hecho un tiempo de 3 horas y 5 minutos para cubrir una distancia según mi Garmin de 18,8 kilómetros. Parece que no sale buena media pero la prueba no era para ir a 5´el kilómetro. He aquí los tiempos:


 Sólo bajé de 5´en el primer y en el último kilómetro, ¡normal!, los kilómetros por el pueblo. Choca ver cómo perdí 13 minutos parado, ya que en movimiento el tiempo fue de 2 horas 52 minutos. La mayor parte de ese tiempo fue en las paradas obligadas que tuve que realizar subiendo, y no en los avituallamientos. Un kilómetro en 19 minutos y medio, ¿quién supera eso?


La recuperación y la preocupación

Totalmente empapado pero bien de fuerzas y mejor de lo esperado muscularmente teniendo en cuenta el gran esfuerzo realizado. Mandé a Jorge a por la mochila y mientras regresaba me quedé alucinado de las atenciones de la organización, pregúntandome qué quería, si me quería duchar, etc. En meta había todo tipo de bebidas y de dulces, pero pese a no tener el estómago muy mal no me apetecía más que agua. Me puse una toalla en la cintura y me quité los pantalones y me bajé los calzoncillos; no me iba a ir a duchar porque estaba preocupado por Mercedes, así que había que cambiarse allí. Tuve tan mala suerte que una chiquita de la organización se me acercó para interesarse por mi y para preguntarme si necesitaba algo. Ahí Dios, que tengo los calzoncillos en los tobillos, que no mire a los pies que los vé. Se aleja, menos mal, segundo intento para quitármelos y meterlos en la mochila, y ¡ahí no, que viene otra vez!. Esta fue la primera anécdota de la aventura. Me pude cambiar, pude estirar un rato, sufrí un ligero calambre en el adductor izquierdo, pero nada reseñable y pronto comprobé que me encontraba muy bien; aún no entendía que me había pasado subiendo. Estuve charlando con Alejandro y su madre, Carmen. Él había terminado un par de minutos por delante mía, había hecho una estupenda carrera, segundo de su categoría.

 Ahora tocaba rezar para que mi mujer llegase sana y salvo de tal batalla; yo no las tenía todas conmigo.

Y Mercedes estaba de noche por allí perdida en la negrura de la montaña

Avanzaba el crono, ya habíamos pasado las 3 horas 45 minutos y no sabía nada de mi mujer. Echaba memoria y encontraba al menos 10 sitios donde bien podría haberse despeñado para quedarme de esta manera 100% viudo, así que mejor no pensar. En esto que llega una ambulancia y trae alguién dentro, ¡esa es mi mujer!. Los niños y yo pegados al cristal pegados para ver quién había dentro. ¡Falsa alarma! es una persona morena pero es chico, no es ella.

Tras hablar con un montón de miembros de la organización, todos muy amables pronto se inició el proceso de búsqueda de información vía walkie talkie. Preguntaron por el dorsal 45, y hubo feedback, el cual pudimos oir vía speaker: "la dorsal 45 Mercedes Llavero de Valdepeñas sigue en carrera; ha pasado el último corte dentro de tiempo y sigue en carrera". La alegría fue tremenda, tan sólo le quedaba bajar por la zona llena de piedras, por la zona de la canalización y ya está, tan sólo dos sitios por donde despeñarse de noche. También me dijeron que yo había sido 5º de mi categoría. Pensaba que mi mujer lo tenía hecho, tan sólo tenía que llegar (lo haría probablemente segunda de su categoría) y con eso subiría al pódium.

Y la ví aparecer a lo lejos

Una hora y veinte después de mi llegada ví a lo lejos un foco potente; en seguida oí a Jorge gritar ¡es mamá!. Bajaba a toda pastilla pensando que entraba fuera de tiempo, pero no era así (pasando el corte de la última cima ya sólo le bastaba llegar para terminar la prueba).

Y así fue como Mercedes paró el crono en 4 horas y 26 minutos, que parecen mucho tiempo, pero pienso firmemente que se trata de una de sus mayores proezas teniendo en cuenta la dificultad con la que tuvo que contender. Para colmo estaba entera, con sus dos piernas y sus dos brazos, no se había caído y sonreía. ¿qué mas se podía pedir?

Tras una ducha rápida nos fuimos a la cooperativa del pueblo donde nos iban a dar vales para comer y beber y allí también harían la entrega de trofeos, además de poder relajarnos y escuchar un concierto que nos sonó a gloria, sobre todo cuando descubrimos que Mercedes había sido primera de su categoría, sí es cierto, primera de tan sólo dos corredoras veteranas, pero es que había que echarle narices para ponerse en línea de meta. Resultó que dejó atrás a la otra chica, una tal Sonia, en el kilómetro 9, y ya no volvió a saber nada más de ella (acabó entrando casi 20 minutos después que mi mujer). Y mejor nos supo el trofeo cuando supimos que sólo subían al cajón los primeros de las categorías veteranos y másters, así que ¡lo había conseguido!.











Felicitaciones a la organización y gracias por tan maravillosa experiencia: Portem núms una mica de vosaltres a La Mancha

Cervantes se llevó a Don Quijote a tierras catalanas y de forma paralela nosotros fuimos a luchar contra los molinos del Parque Natural Dels Ports. Si bien es cierto que llegamos un poco temerosos del recibimiento que tendría una familia manchega en tierras tan increibles, pronto el temor se fue tornando relajación y la relajación a su vez se fue convirtiendo en "un sentirse como en casa". Muy hospitalarios y atentos, durante la carrera pude oir mi nombre en varias ocasiones a pesar de que mi nombre no estaba impreso en el dorsal, lo de los niños llegando a meta conmigo fue muy emocionante. Qué decir de los voluntarios  que se desvivieron en cada uno de los avituallamientos, la prueba estaba estupendamente balizada incluso con señales luminosas, nos agasajaron con bebida, dulces y los bocatas que nos dieron sabían a gloria. De 1 a 10 se les puede dar un 11 sin pensarlo. ¡Enhorabuena y gracias por darnos la posibilidad de vivir una experiencia única!. Por último, comentar que pese a la dureza de la prueba, los paisajes eran increíbles. Lástima que mi cabeza fuera más atenta de no tropezarme que de disfrutar de las tremendas vistas.

Así que con este fabuloso entreno de fuerza en pleno agosto podemos quedarnos satisfechos de cara al Tourmalet que nos espera en septiembre y octubre de cara al Trail de Doñana y sus 73 kilómetros, que no tienen nada que ver con el recorrido de hoy, desde luego, pero trails como el realizado en tierras catalanas son los que te curten en la aspiración de convertirte en una ultrafondista, y Merche lo sabe.



domingo, 14 de agosto de 2016

VIERNES 12: DOBLAJE POR EL CAMÍ DE RONDA DE SALOU. ESTUPENDO RECORRIDO

Empezaba a cogerle el truco a esto de las vacaciones, me refiero a que mi cuerpo ya se había adaptado al nuevo ritmo, con regularidad All Brand, sin pasarme de comer, y gastando con paseos, entrenos y otras actividades lo que uno sobreconsume . El viernes fue de esos días en los que el entreno parte desde la arena de la playa hacia un destino no muy bien identificado. Había visto en el plano que había un camino que bordeaba la costa entre La Pineda y Salou, y decidí hacer un circuito circular que terminase recorriendo dicho camino, llamado Camí de Ronda. Salí por una larga calle que me acabó llevando fuera de la población y por un carril bici fui avanzando entre rotonda y rotonda hacia los primeros hoteles de La Pineda. Mejores sensaciones que en los dos días anteriores, un tanto empañadas por el calor de las 11:30, aunque la brisilla mitigaba la mala sensación. Cogí una serie de cuestas que recorrían urbanizaciones de lujo que en todos los casos me llevaron a vallas y pasos cortados y que me obligaron a retroceder para coger una carreterita que llevaba a Salou, pero ese no era el plan establecido. Eso sí, pronto ví que había un bosquecito de encinas y pinares que se abría a mi izquierda, con senda incluida y allí me metí, intuyendo que encontraría el Camí de Ronda que había visto en el mapa, y al final acabé encontrándolo no sin esfuerzo. Me encontré en un acantilado y con una señal metálica que me decía que estaba en dicho camino, así que tocó seguir las señales. Impresionante recorrido el que se abrió para mis piernas en los siguientes kilómetros, aunque me llegué a salir el mismo hasta en tres ocasiones por no interpretar bien las señales. En cualquier caso conseguí hacer 4 largos, técnicos pero preciosos kilómetros, siempre con vistas al mar, a calas, y playas preciosas, donde no faltaban alguna casita de lujo y el hotelito de altos vuelos. Llegué a la Playa Levante bastante tarde tras haber recorrido algo más de 10 kilómetros bastante duros pero en los que disfruté un montón. Tanto merecía la pena el recorrido que convencí a la family para hacerlo por la tarde en plan senderista, y eso hicimos: nos cuajamos otros 7 kilómetros los cuatro, e Inés se portó como una campeona andando más que en toda su vida, pero eso sí, disfrutando de un excelente baño en una cala para el recuerdo.

Así que estoy por computar esos 7 kilómetros senderistas como parte del entreno de la semana, porque en realidad fue también un sesión. 17,5 kilómetros que me dejaban las piernas bastante cansadas para la batalla que íbamos a librar Merche y yo en el Parque Natural de Els Ports, en el municipio de Mas de Barberans: íbamos a correr una carrera por montaña de 18 kilómetros que prometía ser dura, con +1300 y muy técnica. Doy fe de ello después de haberlo vivido.

 En cuanto a la semana, se había saldado con un total de 94 kilómetros, algunos de los cuales habían sido bastante tranquilos, pero esos también suman. Merche también había cuajado una prolífera semana con 61 kilómetros.







JUEVES 11: OTRA VEZ CON MERCHE POR LA MAÑANA. BORDEANDO PORT AVENTURA

"Engañé" a mi mujer para volver a correr el jueves, en esta ocasión con la promesa de hacer una sesión corta. Ese mismo día iríamos a Port Aventura en lo que se esperaba un día agotador, como finalmente resultó. Cogimos la avenida que lleva a Port Aventura y pasamos por la puerta de entrada, que estaba aún sin gente (nada que ver con las largas colas que luego sufrimos), y fuimos girando por el recinto casi siempre picando hacia arriba, hasta que llegamos a un centro comercial que hay en Vila-Seca; desde ahí bajamos por la paralela otra vez lindado por el recinto de Port Aventura. Mejores sensaciones que las del día anterior, pero en un entreno sin pretensiones, tan sólo buscábamos mover las piernas. Algo menos de 7 kilómetros que no dieron para mucho, pero al menos ayudaron a no pararse mucho en esta semana de vacaciones. Eso sí, el resto del día fue auténticamente agotador soportando largas colas, andando y sufriendo un poco la masificación que se espera en un sitio como Port Aventura en pleno agosto.