RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 16 de agosto de 2016

DOMINGO 14: SALIENDO A CORRER CUANDO ESTÁS DOLORIDO PERO EL CUERPO TE LO PIDE

Lo sé, está lo que se llaman los descansos; son importantísimos, necesarios y ayudan a la compensación. No lo he olvidado desde que lo dí en el curso de Monitor Nacional de Atletismo, a pesar de que haga ya más de 20 años de eso. Por otra parte no voy a ir a ninguna olimpiada, no ganaré ninguna carrera, ni tan siquiera subiré a un podium de ninguna prueba, aunque ésta no sea importante, al menos no lo contemplo en mis previsiones. No importa, nunca me importó, y a pesar de saber que no soy bueno corriendo me siento muy orgulloso de seguir haciéndolo a mi edad, y pienso que he llegado más lejos de lo que nunca jamás hubiera imaginado. Sí, lo que decía, ¿para que quiero descansos si lo que me pide el cuerpo es correr?. Ya se demostró que no me lesiono cuando hago más kilómetros, más al contrario, los kilómetros me sientan bien, y ahora que por fin la maldita pubalgia que me trajo al mismísimo diablo es un recuerdo, disfruto saliendo por muy doloridas que tenga las piernas.

Así que tras un largo viaje de vuelta de vacaciones no se me ocurrió una idea mejor que salir a correr pese que estaba hipercargado del esfuerzo del día anterior. Habían sido algo más de 3 horas muy duras de montaña, pero como no estoy lesionado, afortunadamente, puedo hacer cosas como las del domingo: ponerme a correr totalmente entablillado y a los pocos minutos comenzar a sentirme bien conforme entro en calor. Hice el circuito de los Cerros de la Aguzadera por enésima vez en mi vida, pero no me canso de hacerlo; seguramente me cansaré antes de otras muchas cosas ya gastadas de tanto vivirlas, pero parece ser que de correr no será fácil hartarse. Las piernas me dolían pero sentía esa sensación que está a medio camino entre la molestia y el placer y que surge cuando tus piernas han hecho un gran esfuerzo; puedes meter caña, de hecho el cuerpo casi te lo pide y no pasa nada; el dolor es soportable. Así que corrí a buen ritmo sin mirar el crono, el cual había dejado en casa y llegué exhausto y sudoroso a casa con la sensación de que las cosas ya funcionan.

Lo dicho, no subí..., no subiré a un pódium, pero ya estoy de vuelta, ya me siento 100% corredor otra vez y eso vale más que cualquier trofeo o reconocimiento.


No hay comentarios :

Publicar un comentario