RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 16 de agosto de 2016

LUNES 15: JUSTO UN AÑO DESPUÉS DE LA MARATÓN DE HELSINKI Y CASI DOS AÑOS DESPUÉS DE LA CAMINS DE CABRES

Parece mentira: hace ya dos años andaba preparándome de manera concienzuda para mi segunda Madrid-Segovia, con la idea de disfrutarla y sobre todo acabarla (lo que no había conseguido en 2013). Para ello y aprovechando nuestras vacaciones de San Pedro de Pinatar me había inscrito a una maratón nocturna de montaña en Genovés, un municipio al lado de Xátiva; era la I Camins de Cabres (Camino de Cabras); a fe que hizo honor a su nombre y discurrimos por sitios por donde quizá sólo las cabras montesas se mueven bien, un trail de gran dificultad que me puso a prueba psicológicamente durante 8 horas para sólo recorrer 42 kilómetros. Fue de esos hitos que marcan un antes y un después, y cinco semanas después la Madrid-Segovia se abrió ante mi para poderla disfrutar y terminar (y con un buen registro a pesar de no aparecer en los créditos debido a aquella descalificación "por guarro").


Ese año ya no trajo nada muy reseñable, a excepción de aquella Maratón de Valencia, inscrito con el simple objetivo de desquitarme de la única maratón en la que me había retirado, en la ciudad del Turia en 2012; 3 horas 11 minutos fue un registro discreto para una maratón que sí que me sirvió para olvidar viejos fantasmas y también para poder pisar las tablas de meta "corriendo sobre el agua".  2015 llegó para mi lleno de ilusiones y los primeros meses fueron prometedores con estupendos entrenos y una Media Maratón en Bolaños donde pude parar el crono a un minuto de mi mejor marca. Después disputé un buen mini trail en Sierra de la Mosca Cáceres y... a partir de ahí la cosa se torció de forma que junio me trajo al Diablo en forma de lesión. La cintura comenzaba a quejarse fruto de esa pubalgia que me ha mantenido maniatado durante un año aunque eso sí, sin dejar de correr. En estos últimos 14 meses he corrido bastante: dos maratones con mi mujer, otra Madrid-Segovia, algunos trails interesantes con Merche y también algunos por mi cuenta, pero siempre condicionado por la dichosa lesión. Aún recuerdo el pésimo entreno dos días antes de la Maratón de Helsinki, aquel que hice en la capital finlandesa para reconocer el terreno y que me dejó baldado a pesar de ir al trote; tengo en mi mente muchos entrenos dolorosos, muchas paradas en mitad de la sesión, algunas lágrimas, muchos pinchazos, pero todo ha ido quedando atrás en un avance temporal en el que paralelamente mi mujer ha ido progresando haciéndose maratoniana por partida doble y aspirando ahora a asaltar el mundo del ultrafondo con nuestro próximo reto: el Trail de Doñana. 

Y de repente me sorprendo corriendo por fin sin molestias; tan sólo me falta coger ese punto que me permitiría acercarme a lo que duante unos pocos meses fui, pero por lo demás todo ha vuelto a la normalidad y eso ya es mucho para mi. En mi mente veo una película en forma de propósitos: correré con Mercedes que lo hará genial en esos 73 kilómetros y para entonces me encontraré tan bien que no me costará ponerme a tono para ir a Castellón hecho un tiro para lograr mejorar lo que allí hice un día de diciembre de hace cuatro años, una de las maratones más especiales que he corrido. Sí, lo sé, son propósitos, casi sueños, pero es bonito volver a soñar, ¿verdad?

Así que el sentir las piernas muy cargadas no es óbice para saltarme mi entreno; por tanto ayer lunes, ya a punto de anochecer, me puse las zapas y me fui a hacer una tiradilla de esas cortas. El dolor era grande al principio, y es que tengo las piernas muy cargadas, pero como había sucedido el domingo, no tuve más que calentar para comenzar a obtener buenas sensaciones. Aún así no quise forzar y mantuve un ritmo cómodo sin más en aproximadamente 10 kilómetros que duró la sesión. Da gusto poder correr así y no hago más que agradecerlo.

 

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