RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 25 de octubre de 2016

DOMINGO 23: TRECE KILÓMETROS INDIGESTOS

Habíamos pasado la jornada del domingo de viaje ya que desde por la mañana hasta la hora de comer habíamos ido y vuelto de la capital por cuestiones familiares. Fuimos a comer con mis suegros y tuve que realizar una labor de contención ya que mi estómago me avisaba de que no debía abusar (mi sistema digestivo es sumamente delicado y no pasa por sus mejores momentos). Así que me contuve lo que pude y no me pedí el primero, pero no pude comer pescado que era lo que me pedía el cuerpo, ya que lo que había no me convencía, así que terminé "metiéndole mano" a un filete empanado de ternera que estaba muy bueno pero que bien sabía que me iba a provocar la luz amarilla de precaución en mi fuero interno. No pedí postre, ni tan siquiera comí patatas fritas, ya que pedí que acompañaran la carne con un poco de ensalada, pero como venía tocado de las horas anteriores eso bastó para que a lo largo de la tarde me sintiera muy pesado y cuando me puse a correr con Mercedes a eso de las 18:30 no hube dado más de 10 zancadas cuando comencé a comprobar que no me iba a sentar bien, digestivamente hablando, la sesión. Íbamos ataviados con cortavientos prevenidos de la lluvia y pese a las molestias ya comentadas la verdad es que la tarde era bien propicia para hacer eso: correr con tu mujer. Mercedes en su línea, con molestias iniciales en su tibial, que queda claro que le avisa de una lesión leve, pero unos minutos más tardes, ya más cómoda, se puso a rodar muy suelta, y cuando le comentaba, a la altura de la bajada por tierra en el Camino de Membrilla que íbamos a 5´40´´ o menos no se lo creía porque sentía que iba poco más que trotando. En el kilómetro 5,2 cogimos un camino hacia el noroeste el cual estaba bastante embarrado, así que tocó pelear un poco con el lodo que se pegaba en la suela de las zapatillas. Yo bastante tenía ya con mis problemas estomacales, pero a decir verdad un poco de peso extra en las zapas y un resbalón que otro no era como para volverse loco. El regreso por la vía de servicio de la A4 fue bueno y Merche cumplió con creces, a pesar de que una fina comenzó a empaparnos. Ya llegando a casa Merche volvió a sentir molestias en la zona donde se le concentra la perióstitis pero a pesar de ello no bajó el pistón. Yo llegué muy muy tocado de los problemas comentados al comienzo de esta entrada y de hecho apenas pude cenar.

Hicimos algo más de 13 kilómetros en 1 hora y 15 minutos, marcando una media claramente por debajo de los 6´, concretamente a 5´43´´, lo cual está muy bien teniendo en cuenta que veníamos del entreno del día anterior, que el circuito era duro con el barro y con las cuestas, que estábamos entrenando y sobre todo que no forzamos en ningún momento. Quitando el inconveniente de la lesión, por ahora no muy preocupante de mi mujer, se puede decir que está alcanzando el top de forma. Si todo sale según lo esperado la Doñana Trail será una dura prueba para ella que debería disfrutar, también sufrir, y salir reforzada del reto, pero eso hay que hacerlo más que contarlo.


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