RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 28 de noviembre de 2016

DOMINGO 27: OTRA TIRADA DE 16,50 KILÓMETROS ESTA VEZ CON MÁS CALMA

El domingo por la mañana tocaba volver a salir. Merche iba a hacer lo propio pero decidimos no correr juntos. En buena lógica se debía tratar de un entreno suave, para no cargarme, pero no me sentía contento con el entreno del día anterior, y a veces ocurrer que por pura rabia me salto el entreno suave y realizo una sesión más exigente de lo que toca. No fue el caso porque en mi cabeza tenía claro que no debía forzar para no empeorar más que lo que tengo. 

Cogí el Camino del tanatorio viejo y llegué hasta los pinares del kilómetro 6. Aparecí por el Camino de las Casas de Santa María y en seguida subí por un camino estrello e irregular que me llevaba al camino donde está la Finca de la Gatera. Ritmo suave, sin ser lento, sin ir cómodo del todo, pero mejores sensaciones que las del día anterior. Bajé hasta la vaguada y de ahí una considerable subida hacia el Albergue Juvenil del El Cañaveral, aparecí por el Paraje de las Aguas y de ahí a casa tomando el camino que deriva en el del Peral. Desconozco la media, pero sí que sirvió de entreno regenerativo, quizá más rápido de lo que debiera, aunque había poco que regenerar por el mal entreno del día anterior.

Por resumir: sigo intentándolo porque no sé hacer otra cosa. No me he ganado el derecho a progresar...

La buena noticia vino de parte de Mercedes, que correr sin apenas molestias el viernes, hacía 11,30 kilómetros a un ritmo muy bueno para ella, concretamente a una media de 5´31´´. Viendo los datos de su garmin compruebo que está en muy buen estado de forma, marcando kilómetros a 5´08´´ y yendo por caminos y ella sola. Quizá no debería haber forzado después de estar lesionada y de venir de bastantes días de inactividad, pero al menos la sesión le sirvió para coger confianza ya que no tuvo molestias y para darse cuenta que está a tiempo para coger la Maratón de Castellón cuan si fuera un toro, es decir, por los cuernos.

Siento envidia sana...

SÁBADO 26: 16,25 KILÓMETROS. HABRÁ QUE MEJORAR MUCHO

El sábado tocaba volver a realizar un entreno similar al del sábado anterior, unos 16 kilómetros, y es que la idea es ir llevando a cabo sesiones de distancias medias a un ritmo constante y poco a poco ir aumentando la distancia. Para no aburrirme tocó realizar el mismo recorrido que la semana anterior, pero comencé en sentido contrario, iniciando el mismo por la vía de servicio de la A4. Sin ser malas sensaciones, NO acabo de notar las mejoras que busco. Las molestias no acaban de remitir y me cuesta coger un ritmo constante en el que pueda ir cómodo. Por tanto, me ocurre que me pongo por debajo de 4´45´´ durante unos minutos y a continuación en otro tramo, no soy capaz de mantener la cadencia. Eso fue lo que volvió a ocurrir el pasado sábado, aunque no tengo información del ritmo que llevé ya que decidí no darle ni al crono. Sólo a ratos conseguí ir cómodo, porque en otras ocasiones sentí justamente lo contrario. ¿qué pasa conmigo?, no lo sé, no logro ser regular, y por ello no logro avanzar, no consigo mejorar.

En mi descargo decir que las sensaciones finales no fueron peores que durante el resto por lo que se puede decir que los 16,25 kilómetros que realicé no pesaron más al final. A veces veo luces tras mis entrenos y otras veo sombras. Parezco bipolar, quizá lo sea, pero es que es la realidad, me encuentro con sentimientos enfrentados de forma que no hay manera de conseguir ser optimista y dejar atrás la oscuridad.

Por otra parte no se me acaban de ir las molestias en la parte inferior de la zona interna de mi rodilla derecha

Seguiré peleando, no cabe otra.

domingo, 27 de noviembre de 2016

VIERNES 25: DE NUEVO MERCHE LO INTENTA

El jueves había tenido su segunda cita con el osteopata de Manzanares (se pidió la tarde libre y yo fui a comer casa para recogerla y llevarla a mi trabajo hasta la hora de su cita). Le volvió a poner una EPI en la rodilla y también en el tibial, y también realizó ejercicios de alineación. El caso es que salió bastante dolorida. Pese a todo el profesional le había dicho que podía correr al día siguiente y que también lo intentara durante el fin de semana, todo en función del dolor que sintiera. Así que el viernes rompimos una de las reglas que más se da: la de descansar e irnos de vinos, y a cambio nos acercamos al parque en otro día de llovizna. Estuvimos comprobando, a trote bastante suave, como la rodilla no le iba molestando y cuando comenzó a sentir las primeras molestias, allá por el minuto 35, incrementamos el ritmo y dimos otras dos vueltas con buena cadencia, lo que provocó que se le fuera el dolorcillo. Regresamos a casa sin más incidencias y pudimos completar un entreno de 8 kilómetros en 49 minutos que le dejó bastante contenta porque había podido entrenar con unas sensaciones cercanas a la normalidad.

Yo había cerrado la semana con unos escasos 68 kilómetros, que mejoraban, eso sí, los 57 de la semana anterior. El objetivo era doble: recuperar a mi mujer para que vaya cogiendo la senda normal de entrenos y por mi parte seguir progresando para llegar a las primeras semanas de enero metiéndome caña en tiradas largas y conseguir mi objetivo de ir a 4´30´´ en la Maratón de Castellón.


JUEVES 24: SIGUEN LAS MOLESTIAS PERO ME DEJAN CORRER

El jueves fue de esos días con la motivación bastante baja. El miércoles me había procurado un inusitado descanso y eso no ayudó a mi moral. Ya sabía que iba a ser otra semana de bajo kilometraje. Decidí hacer otro entreno corto, en esta ocasión por los Cerros de la Aguzadera, aunque alargando tramo en la parte final para que me salieran unos 10 kilómetros. La verdad es que desde que arranqué noté que la cosa iba mejor, me sentía relativamente suelto y el problema de mi articulación me dejaba correr. Bajé por la vía de servicio de la A4  a buen ritmo pero sin forzar en demasía y lo peor vino cuando cogí el camino, de no más de 1 kilómetro que me lleva al otro camino de vuelta: la zona estaba muy embarrada y me llevó a perder el ritmo y sufrir varios resbalones. El regreso fue mejor, pero en la cuestecilla la rodilla me molestó un poco más. Crucé el Camino de Membrilla y bajé hacia el Carril del Yeso donde pude tomar una buena cadencia y en el cruce de la "Finca de los Conejos", como así la tenemos bautizada, tomé a la izquierda por el camino que me lleva a la Salida del Peral. Las mejores sensaciones las obtuve en el último kilómetro, ya en asfalto y bajando, pero no pasará este entreno a la historía como de auténtico disfrute y vaciamiento. Muchas cosas que mejorar.


MARTES 22: MERCHE VUELVE A CORRER MUCHOS DÍAS DESPUÉS Y PEQUEÑO CALVARIO

El martes por la noche tocaba salir a correr con mi mujer. Para ella era un día importante ya que regresaba a esto de los entrenos después de muchos días de inactividad por la lesión de su rodilla derecha, que desde la Doñana Trail le ha traído de cabeza. Elegí el mismo circuito del día anterior, porque de nuevo había mucha agua encharcada, no queríamos asfalto, pero tampoco queríamos embarrarnos. El caso es que no necesitamos más de 25 minutos para comprobar como le volvía a pitar su articulación. El regreso hacia el aeródromo se hizo un pequeño calvario para ella a pesar de que el ritmo había sido bueno demostrando que no ha perdido ni la forma ni las sensaciones. Tuvimos que parar hasta en tres ocasiones para estirar un poco y en los últimos tres kilómetros la cosa se regularizó un poco dejándole terminar.

Lo pero fue la sensación de que de nada le había servido todo este periodo de inactividad, aunque en las horas siguientes los acontecimientos nos hayan llevado a ser algo más optimistas.


LUNES 21: INTERVAL ALGO ACCIDENTADO

Quería volver a realizar una sesión de calidad el lunes, pero había llovido durante todo el día superando los veinte litros por metro cuadrado y el terreno estaba bastante embarrado. Aún así no quería meterme una "asfalto session" por lo que elegí el circuitín del aeródromo, como así he bautizado al recorrido que me lleva por el Camino del Bajo Peral hasta el cuatro y pico y me regresa por el camino que pasa por detrás del aeródromo para terminar en el Camino del Peral y desde ahí a casa. Salí con buen ritmo y pocas molestias y pude ir medianamente cómodo para iniciar lo que pretendía ser un interval exigente. El primer cambio de ritmo, de minuto y medio no fue mal, el segundo, ya en las cuestecillas del Camino del Bajo Peral costó un poco más por sentirme algo agarrotado, aún así, el regreso hacia el aeródromo fue más cómodo debido a la pendiente a mi favor, pero no era el día de mi rodilla, así que no terminé de ir cómodo. Eso sí, los cambios fueron cada vez más rápidos y las recuperaciones más lentas, al trote, y acorté finalmente las mismas también a minuto y medio.

Nada muy reseñable en este entreno, salvo que hice otro entreno de calidad y que estoy deseando superar estas molestias para "meterme caña de la buena". Si no es así no llegaré a la Maratón de Castellón con las garantías de poder disfrutarla al ritmo que me he marcado como objetivo.


DOMINGO 20: OTRO ENTRENO DE CALIDAD: 16 KILÓMETROS. Y ENTRO EN LA SENDA

Algo positivo que contar, ¡que no abundan las cosas buenas en lo que a mi respecta en este blog!: siento que estoy entrando en la senda de los entrenos. Sólo tengo el pero de las molestias en la cara baja-interna de la rodilla derecha, que en el fondo es una lesión fruto de hacer el burro tras el esfuerzo de la Doñana Trail. En cualquier caso, estoy consiguiendo realizar entrenos "con ritmo" pese a que no me estén saliendo muchos kilómetros semanales.

Así, el domingo 20 tocaba hacer otra tirada media, ya más relajada que la del sábado y conseguí realizar 16 kilómetros a un ritmo de 5´11´´, eso sí, sin forzar. Me dirigí al Peral por el camino del mismo nombre siguiendo la estrenada "ruta rosa" que ha debido ponernos el Ayuntamiento de Valdepeñas. Llegado a la "pradera" de nuestro pulmón verde, viré a la derecha y cogí el Camino Carretas. Cruzando el puente del arroyo me doblé el tobillo izquierdo y vi las estrellas y los luceros, pero continué mi marcha esperando que se me pasara el dolor, cosa que ocurrió. En la cuesta que lleva a la Carretera de San Carlos del Valle la rodilla me pitó y mucho, así que tuve que bajar el ritmo sobremanera y morderme los labios, luego pasé por la finca donde adiestran perros, bajé a la vaguada del arroyo y tocó subir por la cuesta que lleva al camino de la Finca de la Gatera. Subiendo volví a sentir un dolor agudo que me hizo nuevamente la puñeta. Desde la finca reseñada hasta casa la cosa mejoró, debido a la pendiente hacia abajo, y pude llegar a casa contento por el entreno, que sin ser exigente si era necesario como complemento a lo del día anterior.

Mercedes seguía en el dique seco, dolorida por la visita al osteopata y esperando a que llegase el martes, día en el que le había dicho el profesional que podía salir a corretear.

 

domingo, 20 de noviembre de 2016

SÁBADO 19: EL OSTEÓPATA DE MANZANARES Y 15 KILÓMETROS A 4´58´´

Ayer por la mañana Mercedes tenía su primera cita con un osteópata de Manzanares quien le iba a ver el estado de su rodilla derecha, la cual le ha impedido salir a correr desde la Doñana Trail, y ya hace 13 días de eso (tan sólo ha podido nadar y hacer elíptica). Pues bien, nos acercamos al pueblo donde trabajo Inés, Merche y yo y la sesión fue mejor de lo esperado: tras realizarle varios test el técnico le introdujo una aguja (técnica EPI) en la parte izquierda de la rodilla hasta llegar al tendón donde se inserta el músculo plopíteo, y parece ser que es ahí donde está el foco del mal; lo tiene bastante maltrecho después del trail y la teoría es que esto provoca el dolor que se irradia hacia toda la zona. Lo bueno es que en diagnóstico no hay ligamentos, cartílagos, menisco, afectados, ni descolaciones funcionales que sean tan importantes como para estar preocupados. Nos dijo que en unos días estaría para correr y que es sólo un problema múscular.

Tras llegar a casa me cambié de ropa y me fui a hacer una tirada de casi 15 kilómetros, exactamente la misma que la del sábado anterior en la que tal mal lo había pasado, y afortunadamente pude comparar a mucho mejor. Cogí un ritmo vivo pero nada exigente desde el principio, y en seguida noté soltura y molestias en la parte interna y baja del lateral de mi rodilla, como me viene ocurriendo en estos días, pero no me importó mucho y seguí con el plan establecido. Llegué al kilómetro 7 del Camino de Membrilla marcando un 34´30´´, por debajo de 5´el kilómetro, y tan sólo tenía que mantener la media de 4´55´´ que llevaba, pero al girar hacia el Hotel el Hidalgo, el viento se me puso en contra y además sabía que el regreso por la vía de servicio es bastante exigente por los repechos. Sin embargo las piernas fueron respondiendo bien, porque no es ese un ritmo en el que tenga por qué sufrir en un entreno. El regreso fue menos agradable, cierto es, y en la subida a la falda del Cerro del Ángel las piernas se cargaron bastante, cayendo un poco la media, pero luego en la bajada me recuperé bien y pude llegar a casa en 1 hora y 13 minutos largos (los últimos 500 metros me relajé bastante), y me salió una media de 4´58´´, que no está mal, para empezar.


RESUMEN DE LA SEMANA: NO ES GRAN COSA PERO SI MUCHO MEJOR QUE EL OCTUBRE DE 2015

Quien no se consuela es porque no quiere. Lo digo porque esta semana no pasará a la historia como la mejor para iniciar un plan para una maratón en la que vuelco esperanzas e ilusiones como la de Castellón, pero no puedo decir que mi situación sea mala del todo, al menos físicamente. He cerrado la semana con unos cortos 57 kilómetros, y esto es debido a que el fin de semana pasado no hubo tirada muy larga y que el miércoles y el viernes descansé. Poco bagaje, sin duda, pero al menos he introducido ritmo, ese que creo que me falta. Estoy poniendo toda mi atención y mi intención en comenzar a rodar de forma constante a ritmos no muy exigentes, pero sí lo suficiente como para suponer un esfuerzo. ¿qué de que hablamos?, pues de rodar 15 kilómetros o más en torno a 5´el kilómetros, algo que no parece muy difícil, peor para mi no es fácil en la actualidad. Si todo va según lo previsto, debería captar el ritmo de maratón, ese que pretendo (que ya no es 4´15´´), llegado el mes de febrero, y debería poder realizar una tirada larga de unos 25 a un ritmo medio de 4´35´´ sin sufrir demasiado. Si no consigo esto voy a ver difícil lograr lo que busco en Castellón.

No tengo excusas ni impedimentos y lo que si tengo es la moral un poco baja, por lo demás, nada que me impida intentarlo.

Por cierto, estuve repasando mi situación en octubre de 2015, y era mucho peor que la actual: diciendo que no podía competir yo solo en la Maratón de Málaga, porque la pubalgia y otras lesiones no me dejaban ni correr, a pesar de que no arrojé en ningún momento la toalla.

 


jueves, 17 de noviembre de 2016

JUEVES 17: EL CASTILLO SE DERRUMBA UN POCO PERO HAY QUE SALVAR LA SEMANA

El miércoles decidí darme descanso, más moral que físico, porque la autoestima estaba en un estado peligroso y estaba provocando que la motivación se fuera de vacaciones. Además me pasé toda la tarde estornudando y con dolor de cabeza (me había resfriado). Así que sin apenas sentimiento de culpa me tomé un break.

Sin embargo hoy no he podido perdonarme el entreno. Me he llevado la bolsa al trabajo y he corrido al mediodía. Me ha costado un poco al principio porque había comido una hora antes y he notado malestar. Sin embargo iba bien de piernas lo que me ha permitido volver a coger (al igual que el lunes) un buen ritmo de manera constante. Me he hecho un circuito de 10,5 kilómetros, y he quedado satisfecho, aunque he terminado algo cargado.

Si entreno mañana, algo que haré, podría medio salvar una semana en la que tengo una lucha interna con mi moral. A ver si me salieran 70 kilómetros


MARTES 15: ENTRENO BREVE EN EL PARQUE. LA SEMANA COMIENZA A VENIRSE A BAJO

El martes no tenía ganas de correr, quizá el estrés laboral provocó en mi esta desidia. El caso es que sentí como empezaba a torcerse la buena semana que estaba llevando. En cualquier caso me obligué a salir y decidí ir al parque. La verdad es que me sentía nuevamente suelto, pero cuando la mente no quiere, las piernas le siguen el juego, así que tan sólo me dio el entreno para dar algo más de 4 vueltas suaves con David Espinosa, antiguo conocido que encontré allí. Lo mejor de la sesión fue la charla que mantuve con él, sin duda. Regresé a casa tratando de imprimir un ritmo vivo, pero no nos vamos a engañar, no dio para mucho los 7 kilómetros y medio que realicé.

Al menos en casa estuve estirando y haciendo abdominales (me he propuesto fortalecer esta zona, no quiero tener más pubalgias, no por favor).


LUNES 14: CON EL SUEÑO DE VOLVER A DISFRUTAR EN UNA MARATÓN

El mal sabor de boca que me quedó en la Doñana Trail ha provocado que me vuelva a replantear un montón de cosas. Ha sido una gran experiencia pero ha vuelto a dejar en evidencia mis limitaciones, y esas limitaciones me hacen sentir mal, porque creo que pese a ser un perdedor nunca me ha gustado perder, siempre me he revelado ante ese hecho.

Con estos sentimientos salía a correr el lunes por la noche, y creo que la rabia contenida me hizo correr bien. No iba muy suelto, pero las piernas funcionaban, salvo por la molestia que tenía en la parte interna de la zona de mi rodilla derecha (daño colateral de los setenta y tantos kilómetros de Doñana que va saliendo ahora). Por suerte conforme fue avanzando el entreno me fui sintiendo mejor, cada vez mejor, cómodo, justo lo que necesito para ir asentándome y así poder coger confianza de cara a la Maratón de Castellón. Avancé por el Carril del Yeso, hasta que en el aproximadamente 5,6 tomé un camino a la derecha que me llevaría al Camino de Membrilla. Ya para aquel entonces las piernas se habían entonado y llevaba buen ritmo, iba disfrutando por momentos. Quedaba la parte dura subiendo por el camino mencionado, pero no me costó mantener la cadencia y ya en la parte asfaltada, me lancé con rabia hacia abajo. Terminé con muy buenas sensaciones los casi 12 kilómetros que me salieron y quedé satisfecho con la propuesta.


lunes, 14 de noviembre de 2016

DOMINGO 13: MENOS MAL QUE LA COSA FUE A MEJOR

El domingo por la mañana hacía un día soleado y fresquito, de esos que uno no sabe si ir en manga corta expuesto a pasar algo de frío o por el contrario llevar camiseta interior y sudar de más. Opté por lo primero y no me arrepentí. Cogí el Camino del Peral y desde el comienzo me sentí suelto. Mi intención era realizar un entreno suave y tratar de olvidar lo ocurrido el día anterior, pero conforme hube calentado el cuerpo me fue pidiendo imprimir cada vez mejor ritmo, y eso hice. Afortunadamente las sensaciones fueron creciendo y la sesión fue derivando hacia una de esas en las que las cosas funcionan. Atravesé el Camino de Membrilla y tomé el camino que cruza los Cerros de la Aguzadera soltando zancada pero sin forzar de más, quería aprovechar un rodaje largo hecho a ritmo constante, claramente por debajo de 5´el kilómetro, lo necesitaba. Bajé hasta la Avenida de las Tinajas y tomé de nuevo la vía de servicio para ir al Parque Cervantes y de ahí a casa, siempre yendo con buenas sensaciones y sin molestias, ni digestivas ni musculares. Pude parar en la puerta de mi hogar con la sensación de que lo del sábado había sido un accidente y que con el entreno recién hecho había borrado del mapa las malas sensaciones y el mal fario del día anterior. 13,65 kilómetros, esta creo que es la fórmula para ir cogiendo confianza.


SÁBADO 12: VIEJOS FANTASMAS INVADEN MI MENTE Y SE ME PASAN MALAS IDEAS POR LA CABEZA

El sábado por la mañana hacía un día fabuloso para correr, no había excusa. Podíamos oficializar el inicio de mi nuevo plan para la Maratón de Castellón, sin la presión de ir a buscar nada reseñable. Me puse la camiseta interior, camiseta de manga corta y pataloncillo y me fui a realizar un circuito de unos 15 kilómetros iniciando por el Camino de Membrilla y regresando por la vía de servicio de la A4. La idea es coger ritmo y no soltarlo y así comencé. No me dolía el empeine, no me dolía nada, pero no me sentía con chispa; a pesar de ello llevaba un ritmo decente, pero de esos que valen si eres capaz de estar perpetuándolo durante al menos una hora. A lo largo del Camino de Membrilla nunca fui cómodo pero tampoco me costaba rodar a 4´40´´ o 4´45´´, el ritmo que creo que llevaba. Tomé el camino hacia el Hotel el Hidalgo y la cosa cambió, comencé a sentir molestias digestivas, no me encontraba bien y eso me repercutía en las piernas, así que ya en la vía de servicio me dí cuenta de que no iba a salir una buena finalización de sesión, y así ocurrió, tuve que frenar en seco el ritmo, y por fases me encontré bastante regular. Lo peor vino cuando llegué a la falda del Ángel y me ví literalmente "doblado" con un estómago que no me dejaba correr y unas piernas que no querían moverse. No había desayunado fuerte como para sentirme así por lo que sentí que "llovía sobre mojado" y vinieron a mi mente viejas frustraciones de esas que me han acompañado durante muchos meses. Tanto es así que los últimos 500 metros los hice literalmente andando, algo que no suelo hacer.

Ya en casa decidí no pensar, mejor así.


JUEVES 10: MERCEDES LO INTENTÓ Y APENAS PUDIMOS CORRER

El miércoles me procuré un descanso. Fue el día en el que decidí que Castellón no debía ser una losa que me pesase sobre mi cabeza, sino que esa maratón deberá ser la del reseteo, la de recuperar las sensaciones encontradas por ejemplo en mi primera maratón en Estocolmo, así que he decidido entrenar duro pero no ser exigente con mi rendimiento, no buscaré ni por asomo acercarme a las 3 horas, ¡no!. Y consecuente con esta decisión también decidí darme un poco de descanso físico y mental y no salí a correr. Eso sí, el jueves mi mujer y yo salímos con la intención de que ella consiguiese descalentar un poco para luego pasarse el rulo. Desde las primeras zancadas vimos que su pie no le dejaba apenas correr, con fuertes dolores. Costó llegar al parque y sólo a ratos pudo correr durante unos minutos sin dolor. Dimos tan sólo dos vueltas y regresamos dando un rodeo a casa. 6 muy accidentados kilómetros que terminó con los mismos dolores en el pie con los que empezó y con fuertes molestias en su rodilla. Tendrá que ir a un osteopata a que le vean esta articulación.

Al día siguiente ya no salí a correr, más al contrario, Merche y yo nos fuimos con Inés a tomarnos algo. Había cerrado una semana intensa en acontecimientos e indirectamente prolija en kilómetros como consecuencia del atracón que nos pegamos el sábado. En mi caso resultaron 94 y en el de Mercedes 78, su récord absoluto de kilometraje semanal, concentrado prácticamente en un día.

 



MARTES 8: DIEZ KILÓMETROS TRATANDO DE AFIANZAR SENSACIONES

Sé que es hacer el burro no darle a tu cuerpo el descanso que se merece, pero no puedo evitarlo. Además, en esta ocasión siento una especie de rabia con tintes masoquistas que me hacen ser más bestia aún. Así que el martes me fui bien abrigado a hacer el circuitillo de los Cerros de la Aguzadera alargando un poco en la parte final. Cogí un ritmo medio constante, suficiente para dejar de ser ya trote regenerativo y  me costó bastante ir encontrando buenas sensaciones, aunque acabaron llegando. En el regreso me fui encontrando cada vez más suelto y cómodo, pese a que surgieron nuevamente las molestias en el empeine, en esta ocasión antes de parar. Lo dich, unos 10 kilómetros que irían a un ritmo medio de 5´pelados; no gran cosa, pero es que no creo que de aquí en adelante haya fabulosos entrenos.

Merche seguía convaleciente de su rodilla y de su pie.


MARTES 6 Y LUNES 7: TRISTE TENER UN ESTÓMAGO COMO EL MÍO. LAS PIERNAS RECUPERADAS EN 48 HORAS

Pasé mala noche en las litera de la Casa de Hermandad del Ayuntamiento, donde nos alojamos tras la Doñana Trail. Sin llegar a tener verdaderos ataques de calambres desde mi llegada a meta, tenía claros síntomas de deshidratación que me siguieron durando hasta la mañana del domingo; de hecho durante la noche sentía fuertes agarrotamientos en los pies que apenas me dejaron pegar ojo. Sin embargo por la mañana se impuso el dicho de "tras la tempestad llega la calma". Sin más dolor que uno ligero en el empeine del pie izquierdo, me quedé sorprendido de lo poco que habían sufrido mis músculos y de cuánto había sufrido yo. Nos fuimos andando hasta el hotel donde nos iban a dar el desayuno la organización. Merche andaba bastante tocada de su rodilla y de un pie, lesiones que a la larga aún arrastra y que no le han dejado correr hasta hoy. El caso es que el desayuno nos sentó genial y aún mejor sentó a mi mujer recibir el trofeo como primera clasificada de su categoría, más un lote de productos que hemos estado saboreando durante esta semana y, algo inesperado, un premio en metálico.

La vuelta a casa se hizo sin incidencias, comimos fabulosamente en un restaurante en algún punto de la autovía entre las provincias de Sevilla y Córdoba y ya en Linares pasamos el resto de la tarde, recogimos a Inés y para casa.

El lunes nos dejó clara una cosa: la rodilla de Mercedes había sufrido una batalla que le va a pasar factura. Además el tobillo también le dolía mucho, y eso sin haberse hecho ninguna torcedura. Yo en cambio aproveché que me encontraba muy bien para ir a descalentar al Parque Cervantes. Me sorprendió comprobar que nada más echar la primera zancada me sentía bien, suelto, casi como para correr una maratón, y eso me hizo sentir algo de rabia por no poder entender que clase de organismo es el mío, que no me deja correr como entrenador con mi mujer a un ritmo en teoría no muy exigente, pero que me procura una recuperación a la velocidad del rayo. Cuando llegué a nuestro pulmón verde me crucé con tres conocidos que estaban corriendo a buen ritmo: Juan Crespo, Javi Sevilla y Alfredo. Juan me dijo que me uniera a ellos pero irían a 4´45´´ y no quería forzar. El caso es que media vuelta después me los volví a cruzar y decidí unirme. Me sentí extraño cuando me ví corriendo muy suelto a su ritmo, casi como si no hubiera corrido 48 horas antes 73 kilómetros. Les comenté lo de nuestra aventura en tierras sevillanas y onubenses y tras 4 vueltas decidí marchar a casa. Pese a no sentirme cargado, al parar en la puerta de mi hogar sentí un fuerte dolor en el empeine, en la misma zona donde había notado molestias el día anterior. Estiré un poco pero el dolor se quedó ahí.

Había hecho un entreno de unos 7 kilómetros a un ritmo demasiado exigente para lo que la ocasión merecía.


sábado, 12 de noviembre de 2016

CRÓNICA DE LA DOÑANA TRAIL: DE SUEÑOS, LINCES Y PEREGRINAJES HACIA UNO MISMO

Mercedes apareciendo

Ella representa la fortuna que un día se me acercó para avivar mis sentidos. Desde que la hallé no quise despegarme ¡no fuera a desaparecer!, y ha llovido tanto desde entonces que ha dado tiempo a recorrer una larga maratón juntos; en el camino se unieron a nosotros dos gratas responsabilidades en forma de niños, de esos con sangre mitad tierra marrón de donde brotan cepas valdepeñeras y mitad de la arcilla más clara donde crecen los olivos linarenses. Por ello, si los sueños nos engrandecen yo soy un gigante viendo pasar los años; pero lo reseñable es explicaros que un buen día me atacó un bicho inoculándome un letal veneno; sentí el líquido entrar y pronto me encontré con mi corazón palpitando en las distancias medias, seguí intoxicándome y quise ir más lejos hasta que llegó mi primera maratón (ya van diez, por tanto diez raciones más de sustancia nociva), y ya tan enfermo no pude evitar mi primera ultra, y tras ella otras dos, ¡veneno del gordo!; apareció otro síntoma cuando me ví  tirándome montaña abajo; el caso es que mi mujer debía quererme lo bastante como para empatizar con el deseo de enfermar también, hasta que consiguió que también le picara: "ahora doy mi primera vuelta al parque", "ahora un 10.000", "una media", "¿por qué no Helsinki y su maratón?", "¿por qué no Doñana?"....y aquí estamos, con el gozo y la locura esparcidos a partes iguales. Trataré de hablaros de sueños, emociones, de sentirse vivo, del movimiento, os narraré el compromiso, la devoción y el sacrificio, pero no os contaré nada que ya no sepáis porque sé que también sufrís del mismo tipo de ronchas, no dudo que estáis metidos en el mismo saco de pirados pandémicos que todos somos; sabe dulce esta infusión emponzoñada pero no es necesaria transfusión alguna, que hay que dejar correr por nuestras venas todas estas divinas sensaciones de libertad que ese bicho lleva en su ADN...

 De los constantes altibajos de un trayecto hacia lo que buscas

Voy corriendo tras ella y veo movérsele la falda graciosamente, saco el móvil de mi mochila y le echo una foto, ¡no he podido evitarlo!. Hace mucho calor, unos 34 grados y allí nos encontramos desplazándonos entre miles de viñedos por un camino de zahorra blanca dispuestos a vaciarnos. Se trata de coger confianza y así autoconvencernos de que estamos más cerca de nuestro sueño. Unas horas después sentimos que hemos hecho nuestros deberes: ¡otra vez más de 40 kilómetros!, aunque para ser sinceros ya estamos un poco mareados de este tobogán de muchos altos y pocos bajos, con más oscuros que claros: muchos dolores después, sufridas ya unas cuantas rozaduras y pasado otros males comunes, podemos decir que el plan ha terminado, ¡por fin está todo dispuesto!, así que ya no hay que forzar más estas máquinas imperfectas y simplemente toca esperar impacientes ese día que tanto se resistirá en llegar.

No hace mucho ví un lince donde no sabía que había linces

Las 7:30 de la mañana y estamos entusiasmados; no concebimos un ahora y un lugar mejores que ese preciso momento y en ese punto cardinal de Andalucía. Mientras calentamos pienso que ponerse retos así justifica un poquito nuestras ordenadas existencias. Empieza a llover pero intuyo que el Sol nos hará compañía, y el fresquito del agua de otoño de Sevilla me evoca un recuerdo: agosto, corremos los dos por un camino hacia el Este buscando Sierra Morena aunque aún quede lejos y entonces...: ¿has visto Mercedes?, ¿eso es?... ¿es un gato montés?, no..., ¡qué diantres!, ¡es un lince! mira la cola, ¡cómo corre tras esas pobres gallinas!, Tal increíble visión dio para investigar después en eso del google y en esta guisa pudimos descubrir que algunos linces habían sido introducidos en el sudeste de Ciudad Real y ya llevan un tiempo tratando de aclimatarse a la vida entre los chaparros del monte bajo mediterráneo, los olivos y las vides de mi tierra. Aquel impaciente felino buscaba sobrevivir dándose un festín a base de dieta especial de gallina manchega y gracias a esta casualidad tuvimos el honor de toparnos con especimen tan mítico; aquel día nosotros continuamos con nuestro entreno pero en el transcurso de la sesión fue inevitable no pensar en ese precioso animal; ojalá que su instinto de supervivencia le permitiera perdurar en un mundo tan hostil como este; la paradoja es que no muy lejos del lugar de aquel encuentro hay una cadena  de montes bajos vírgenes en los que un grupo de ambiciosos empresarios han puesto sus ojos con el fin de turbar nuestra naturaleza: quieren extraer las famosas "tierras raras" necesarias para la fabricación de aparatos electrónicos, de conseguir lo que buscan venderán todo lo que puedan de esos minerales especiales  y colaborarán a que el carrusel siga girando, los caballitos del mismo darán vueltas gracias a esas grandes compañías tecnológicas y nosotros nos subiremos en ellos para disfrutar de esta atracción: la de consumir mogollón de esos aparatos para que nuestras vidas sean menos aburridas y nos sintamos "super interconectados".

He regresado al aquí y ahora, ya no llueve pero sigo en la Puerta de Jérez y miro las caras de un montón de almas alocadas que en unos minutos comenzarán a desplazar sus cuerpos hacia una sacrificada pero posible quimera; estamos todos dispuestos a iniciar este viaje iniciático y entre todos los rostros destaca el de mi Merche, reconozco a la misma mujer que conocí por casualidad gracias a la magia del por aquel entonces incipiente internet; ¡está radiante!, no aparenta sus 43. Creo que hoy probablemente no veremos linces, no se dejarán ver si son astutos, no nos encontraremos con viñedos esperando su poda tras la vendimia, pero estoy seguro que nuestros sentidos se darán un festín con una experiencia increíble, así que hay que abrir bien los ojos, afinar los oídos, la nariz atenta, que casi todo será grabable en esta vivencia conjunta: desde el primer olivo que nos crucemos, pasando por la arena de la primera duna que surque el terreno y donde hundamos nuestros pies, hasta el más majestuoso pino que nos otorgue un poco de sombra si el calor aprieta. Hoy de alguna manera siento que todo comienza otra vez....

El viaje de los aventureros que buscan un resumen de su vidas: hasta el kilómetro 10

Casi trescientas personas avanzan por la calles de la capital del Al Andalus; algún transeunte  despitado pregunta y alguién le dice que vamos al El Rocío y a juzgar por su cara estoy seguro que piensa que eso es imposible, o quizá crea que aún pudiéndose hacer ¿qué sentido tiene?..querido señor sevillano, la razón que nos mueve a hacer esa locura está escrita en un papel que hemos firmado desde el primero hasta el último de los que estamos viviendo esa aventura, ese papel está guardado en un cofre cerrado con candado y el cofre y la llave está en una zona profunda en el fondo del Mar Atlántico, en un lugar entre Ayamonte y Palos de la Frontera. 

Veo que la impaciencia mueve a algunos, las endorfinas inyectan su sabiduría y sirven de combustible a los músculos. Otros, más racionales, echan el freno de mano y tratan de contenerse. Creo que nosotros estamos en este segundo grupo, no queriendo ir más rápido de lo que debemos si no deseamos que Mercedes pague el peaje en la autopista que hay en la entrada de Doñana. 

Toca aplicar el método, como Descartes, lo hemos estudiado casi todo, así que ¡la razón al poder! al menos por ahora, seguro que el corazón y el impetú dan luego un golpe de estado, cuando las piernas ya no vayan. ¡Ahora un sorbito de esa isotónica sin cítrico!, ¡ahora miro el Garmin!, "¡para!, ¡más despacio que nos pasamos!" le digo; "si es que nos adelantan.." dice ella. "Ya, pero esto es muy muy largo...", le respondo, y es que soy incapaz de prever lo que luego me acabará pasando y que afortunadamente no le pasará a ella. El bueno de Paco, el de Membrilla, localidad de estupendos melones, sea dicho de paso,  se ha ido pronto hacia adelante, y probablemente ya no lo veamos hasta la meta, si es que llegamos a la meta. San Juan de Aznalfarache nos recibe con su mejor embajador, ese campanario tan bonito, que nos saluda al pasar y el grato encuentro mañanero es inmortizado con una foto. Julián y Alba, él murciano y ella de Hellín, comparten unos minutos de sus vidas con unos minutos de las nuestras, y es que el camino se hace más grato con compañía, pero cuando los repechos se ponen serios, decido apretar un poquito y Merche, tan obediente, se pone el mono de trabajo y me sigue sin rechistar..El aparatito de mi muñeca nos dice que hemos dejado ya de relajarnos y el ritmo medio comienza a ser cada vez mejor, a pesar de la pendiente positiva. En el 10 Loli, la mujer de Paco, nos espera con su cámara profesional, pero no hay artilugio bueno si no sabes usarlo, aunque en este caso las fotos pueden estar tranquilas, saldrán de la mano de una muy buena fotógrafa. Desde el 10 hasta el 12 nos acompañarán tres cachos de rico plátano que hemos recogido en el primer avituallamiento... y es que hay que ir comiendo...aunque esto escrito, aquí y ahora, suene un poco tonto conociendo cual fue mi final.

Cuando el puro disfrute da paso a la emoción: desde el 10 al 40

Vamos saltando cuan rana de nenúfar en nenúfar, en nuestro caso de charco en charco, siempre paralelos a la valla que separa a los locos del trail de los aficionados al golf. Las fuerzas todavía no han decidido irse, siguen con nosotros, y por tanto es fácil ir mejorando la media que marca el artilugio. Definitivamente hemos dejado de ser prudentes y nos echamos la manta a la cabeza yendo unos 15 segundos por kilómetro más rápido de lo estaba escrito en el papel. Para eso está la celulosa y la tinta, para hacer una pelota con el folio manuscrito y tirarlo a la papelera.

Esta fase es la de los olivos y la compañía, intercambiamos impresiones con dos corredores andaluces, y me siento en desventaja, 3 contra 1, aunque ellos tienen la gracia de la Andalucía Occidental y mi mujer proviene de la otra, la Andalucía más manchega; en cualquier caso el camino se hace más ameno, pero como no hemos venido a divertirnos, al menos no de ese modo, dejamos que la emoción y la irracionalidad tomen el mando y nos vamos hacia adelante, también ayudados por una benévola pendiente favorable que nos hace seguir cometiendo locuras en forma de excesos.  

Alcanzamos el avituallamiento de Bollullos y nuestra coordinación es muy buena a la hora de llevar a cabo lo previsto, ¡y eso que habíamos tirado el folio a la papelera!, se ve que recordamos aún lo escrito: ella coge frutos secos mientras yo relleno las botellitas con agua abro el sobrecito con los polvos mágicos que dan energía y no dan problemas digestivos (¿o sí?).

El siguiente tramo sigue siendo bastante rápido, y en él aprovecho para comer algunos cacahuetes, almendras, pasas y otros cachos que no reconozco porque van directos de la mano a la boca, ¿como demasiado rápido quizá?. El optimismo nos recorre de cabo a rabo y sé que lo que se avecina nos va a gustar mucho: ¡queridos árboles!, esperad que vamos a visitaros, os echamos de menos porque no soléis estar allá de donde venimos, y casi sin darnos cuenta nos vemos corriendo por una zona anegada de agua entre monte bajo y olivos; eso no estaba en el guión, el tío del peaje nos cobra unos pies chorreando, dos escurrizones y un poco picor de piernas, pero nada más, y lo bueno es que acto seguido nos adentramos en la espesura de un montón de preciosos pinares en la zona recreativa de Aználcazar. Las piernas y el alma agradecen el cambio, así que ¡a prepararse! que lo mejor está aún por llegar. El avituallamiento del 30, no merece ni dos minutos, pero trae sorpresa, como los kinder: nos cantan que Mercedes va ¡la cuarta! y lleva a tiro de piedra a la tercera, y de repente a ella le crecen unos muelles en sus piernas y nos ponemos a marcar unos buenos kilómetros, de forma que adelantamos a algunos corredores más, entre ellos a Paco, el de los melones de Membrilla. La lluvia también ha decidido refrescarnos y lo agradecemos, yo más que ella, cierto, pero no es una mala noticia, hace que nos sintamos más vivos. He de decir que en este tramo se me quedó grabado un sentimiento de auténtica felicidad. 

La felicidad se compra en pocos gramos y va rodeada de otras sustancias que no son tan buenas y pesan más, para colmo son más caras. El primer obstáculo viene cuando en el 36 y pico Mercedes tiene que parar para poder resolver uno de esos problemas que sólo tienen las mujeres. Son tres o cuatro minutos que nos hacen perder el ritmo, pero vamos bien de tiempo y nos podemos permitir esa inevitable licencia; ¡ay! unos pocos kilómetros después nos vemos en las inmediaciones de Villamanrique de la Condesa; las letras que brotan en este párrafo son  del mismo tipo que las de los párrafos anteriores, concretamente Arial tamaño 10, pero ahora están a mi servicio para otra causa..., para comenzar a narrar la parte más fea de esta historia. Comienzo a sentir que algo no va bien: una vieja amiga que conozco, en forma de molestia digestiva, viene a visitarme inesperadamente, comienzan poco a poco las naúseas y el estómago ya piensa en poner el cartel de "cerrado por liquidación", dejo de querer beber y comer, ¡justo lo de la última Madrid-Segovia!. Me queda el consuelo de que voy de entrenador y que la protagonista hoy es Mercedes, ella y sólo ella.

Alcanzamos el avituallamiento en Villamanrique de la Condesa, el pueblo es bonito, la gente anima mucho, pero creo que a la condesa no le debo caer muy bien porque la cosa va a peor; Loli nos vuelve a inmortizar; se me debe ver muy regular en la imagen de su cámara porque  ya no nos sonríe simplemente le da al clic, y Mercedes me dice que estoy blanco como una pared de cal. Con este panorama no puedo echarme nada a la boca, sin embargo lo intento, cojo un pequeño cacho de sandwich de jamón york, pero el muy patán me planta batalla y la gana, logra no traspasar mis labios, lo acabo tirando al contenedor; eso sí, se me ocurre beber un vaso de Coca-Cola, ese invento de los americanos que está tan rico, ¡y eso que me había jurado que no ingeriría ese tipo de bebidas nunca jamás en pruebas largas!. Este es el principio de mi fin, afortunadamente no del fin de Merche.

La aceptación de lo inevitable, una decisión difícil: desde el 40 al 56

Tras el breve parón parece como si el cuerpo quisiera aceptar seguir peleando. Ahora toca el tramo que considero más duro, así que espero y deseo que no se tuerzan las cosas más de lo que ya lo están. Pronto nos vemos subiendo, con escasa pendiente pero subiendo y por un momento ella tiene dudas en su ritmo. ¡No, eso no!, ¡tú tienes que estar fuerte!, pero han sido muchas horas de entrenamiento siguiéndome, tras la cadencia de mis zancadas y escuchando mis consejos, y ahora pronto no valdré para asumir ese rol. Entonces nos adelanta una pareja entrada en años, ella va como un tiro y Merche hace ademán como de intentar seguirla, pero yo le freno, "¿dónde vas loca?, no están a nuestro alcance y aún queda mucho", le digo.

Saco empeño y el estómago se ha callado un poco, así que voy tirando un pelín y aunque la media ya va para atrás en lugar de para adelante, todavía siento que estamos haciendo las cosas bien. No sé en que momento, no lo recuerdo bien, comienza un sensación de plomo en mis piernas, ¡falta de fuerza!, y las naúseas reaparecen justo para que sea puñeta doble. Cada uno de los corredores, en esta fase, ya lleva su historial clínico a cuestas, así que vamos haciendo la goma unos con otros, con Paco nos cruzamos en varias ocasiones...y siempre se interesa por mi, aunque sé que el también lleva su cruz a las espaldas.

Kilómetro 49 y paro a vomitar, pero no lo consigo, así que le digo a mi mujer "sigue que ahora nos vemos en el avituallamiento". Vuelvo a agacharme en un segundo intento, dedo anular y corazón adentro y sí, algo...pero queda más dentro. Llego medio minuto después que ella al  avituallamiento donde repito el procedimiento establecido de llenar las botellas con un sobre de isotónica y agua, y pienso que ya no beberé ni un centilitro de esa bebida tan estupenda. No necesito más de 200 metros tras la reanudación para volver  a expulsar ese diablillo que me está haciendo la "cuatro quince", y tengo algo más de éxito, hemos extirpado una parte grande de ese tumor que no me deja correr, pero ese vaciado gástrico no dará mucho juego, hace que me deshidrate más, y que me sienta más débil: quiero comerme unas galletas saladas, pero estas son mejores guerreras incluso que el sandwich de Villafranca de la Condesa y no les planto apenas resistencia, no puedo masticarlas y las voy escupiendo. ¡Ya viene el siguiente síntoma!: noto que llevo los gemelos rígidos, inicio de calambres, las sales deben echarme una mano, y en estas mi mujer ya no sabe qué hacer, está muy preocupada y yo me siento: culpable, impotente, nervioso y aturdido a partes iguales.   

En estas que no hemos caído que hace un montón de minutos que ella batió su récord absoluto de kilómetros corriendo. Tendríais que verla: sigue casi tan bien como al principio, siento envidia (culpable, impotente, nervioso, aturdido y ahora también envidioso); no le puedo decir lo orgulloso que me siento de ella porque se ha roto la comunicación, apenas hablo, no tengo cuerpo para eso. 

De estos kilómetros, que no son muchos tengo recuerdos deslavazados, como inconexos, pero debí aguantar hasta el siguiente avituallamiento. Creo que vomité otra vez, eso dice Mercedes. El garmin está ahí para su consulta pero ya no quiero que me muestre más números, así que nos hallamos en el avituallamiento del 55,5, en las inmediaciones del Parque Nacional de Doñana, donde estaba escrito con letras en negrita que "empezaría lo bueno". En la parada bebo agua y me tomo una pastilla de sales, los gemelos están a punto de decir basta, y ya me embarga un sentimiento nuevo: culpable, impotente, nervioso, aturdido, envidioso y ahora...EGOISTA.

Reanudamos la marcha y quinientos metros más adelante  hago lo que debo hacer, le digo: "¡vete tú!, ¡no tires más de mi!, ¡debería ser al revés!, yo he venido a acompañarte y querría verte llegar y emocionarnos juntos pero va a ser que no, ¡ve!. Y Mercedes me da un beso y se aleja, veo como su falda se mueve graciosamente y evoco el recuerdo de algunas tiradas, veo ese movimiento y veo como le echo una foto, pero solo lo veo en mis recuerdos, no tengo fuerzas para sacar el móvil...Es entoces cuando siento una profunda decepción con sabor a fracaso que se une el resto de mi malestar físico, pero he borrado del mapa mi culpabilidad, mi impotencia, mi nerviosismo y la sensación de ser un egoista, sólo me queda mi maltrecho cuerpo y mi aturdimiento,...¡espera!,  también siento una gran liberación, el pajarico ya puede volar, le he abierto la puerta de la jaula...

Un día no ví un lince donde sabía que había linces

Toca hacer otra carrera, he tratado de escribir un libro que al final ha quedado inacabado, ahora toca escribir sobre otra cosa distinta: me enfrento al papel con mi pluma, hay que hablar de una aventura diferente. El estómago ya se ha hecho mi confidente, casi mi amigo, un claro Síndrome de Estocolmo, me tiene secuestrado pero durante el proceso hemos congeniado. Le pido permiso para volver a introducir mis dedos y me lo da, el captor es benévolo. Salen de mi esófago un río de liquidos y trozos de cosas que no reconozco y ahora sí que me quedo vacío en todos los sentidos, sin líquidos y sin fuerzas; no caigo en tomarme otra pastilla de sales, porque la última que me tomé ya está en el suelo del parque, ¡malo para mis gemelos!...

Comienzo a sentir que el mundo exterior se abre, ya no estoy aturdido, ahora veo los bonitos pinos, veo adelantarme gente, algunos casi van tan mal como yo, pero sólo puedo vivir lo mío: ando, corro, mido zancadas y pienso, reflexiono...pienso en mi padre. ¡Papá!, dentro de poco sé que no estarás entre nosotros, pero aún hoy a tus casi 90, y pese a ese mal tan desgraciadamente común que te azota, tu cabeza va infinitamente más rápido que tus piernas, apenas puedes moverlas, te pasa justamente lo que a mi en estos momentos, lento de pies pero rápido de ideas y recuerdos. 

Poder establecer conexiones en mi cerebreo es bueno, o no, depende de en qué piense, me alegro de no tener que ser ya un lastre para Mercedes, me alegro de estar allí solo conmigo mismo, me la imagino haciendo un magnífico final de carrera disfrutando de este entorno mágico...el avance es tan lento y costoso que pienso también en ritmos: trato de recordar sensaciones, las mejores y las peores: me veo volando dando la vuelta al Coliseum romano viendo mi garmin claramente por debajo de las 3 horas, y a su vez me veo sobreviviendo en mitad de la Madrid Segovia con un movimiento torpe y triste como el de ahora; soy el mismo Javier, ni más gordo, ni más torpe, ni más inválido que en Roma, pero en una visión voy volando y en la otra soy un reptil, el yin y el yang, y quiero aprender en ambos casos, creo estoy aprendiendo.

Alguien me pregunta: "¿cómo estás?, llevas mala cara", yo asiento pero apenas articulo palabra, no tengo saliva para enjugar palabra, además siento mi respiración acelerada, tanto que me cuesta hacer más de 500 metros sin pararme y entonces paso a otra fase, a esta la titulo FRACASO:  comienzo a deslizarme por ese pozo donde nunca debemos asomarnos: "Javi, siempre te pasará lo mismo en cualquier cosa que te pongas a hacer...", repito esa frase hacia mis adentros varias veces, pero me doy cuenta que lo estoy haciendo mal, ¡así no!, así que me niego a construir en mi mente más frases como esa; tonta y extrañamente pronuncio en alto "Javi, estas haciendo otra ultra, estás en movimiento y Merche lo está haciendo magnificamente, es una crack y tú también". Esto me anima y pienso en vueltas en el parque: a ver, quedan 8 kilómetros, eso son 8 vueltas, acabo de empezar la primera, ¡vamos! ¡aupa Javier! como diría mi amigo Nacho, y así es como comienzo a ganar mi pequeña batalla, descontando zancadas y metros....

....Está ojo avizor, ya lleva mucho tiempo en ese territorio y hoy sabe que es un día especial, hoy hay muchos humanos de paso por su hábitat. Agazapado tras esas frondosas matas observa como pasa ese corredor que va de negro, va hablando solo y siente que en el fondo ese humano no es una amenaza, es como si compartieran el mismo problema: sobrevivir. Así que justo cuando el hombre pasa a unos metros, se atreve a exponerse y  cruzar el camino; en mitad del mismo se queda parado con su mirada aguda observando como se aleja el humano, lento pero constante.., pronto anochecerá y habrá que buscar algo que comer...si puede ser un buen conejo.

  
Me he propuesto hacer los últimos 5 kilómetros sin parar, y con un esfuerzo que a ojos de un observador no sería tal, voy desplazándome logrando alcanzar otros tres corredores que llevan a la práctica la táctica de correr y caminar. Alcanzo el final del parque y veo la aldea a lo lejos. Oigo una voz conocida que me da ánimos, siento un escalofrío y tengo ganas de llorar, ¡es Eusebio!, mi amigo, pero no me ha conocido. Le digo que soy yo, y creo que no se lo cree porque sus ojos le muestran un despojo corriendo y él no me recordaba así. Le digo que se venga y me acompañe pero me ve tan mal que no me quiere perturbarme. Nunca pensé que 500 metros por un terreno repleto de arena pudieran llegar a ser tan duros y hacerse tan largos, pero al final todo llega y logro cruzar el puente a la entrada del pueblo. Un corredor me acaba de adelantar pero mi autoestima le deja que se vaya y sé que aún quedan casi 2 kilómetros, hay que circunvalar y la eternidad regresa a mi cabeza en forma de bucle, ya no pienso, no estoy emocionado, tan sólo quiero llegar. Llevo un montón de kilómetros corriendo sin echar a andar con los gemelos como piedras; "cuando pares lo vas a pasar muy muy mal". Entro en el pueblo y un policia local me dice que queda un kilómetro, y aunque parezca mentira siento por unos segundos que no voy a ser capaz de recorrerlos, ni corriendo ni andando. Cuando quedan 300 metros me adelanta otro corredor mientras va cantando una salve rociera, obviamente va mejor que yo. Llego a la alfombra de meta y me cuesta subir la pequeña rampa, me paro y todo se me viene encima, como si fuera una casa de adobe sufriendo los temblores en un terremoto de 6. Apenas si puedo andar, tengo ganas de vomitar, pero ¿qué voy a vomitar? y entonces veo a mi Mercedes y quiero preguntarle cosas pero no puedo, le veo buena cara, y eso me consuela, aunque por otra parte ella se preocupa; le digo: "a la ambulancia por favor, una vía, suero, primperan, no puedo más", y el resto son detalles que no ha lugar, como diría un juez.

Os decía al comienzo de esta entrada que esto era una aventura, y lo ha sido para tod@s. Trails como este hacen que esté más seguro de que no concibo hoy por hoy otra vida que esta que llevo. Suena raro, lo sé, pero suena tal y como es.

Mercedes y su vida paralela

Me narró su paso por el parque y pude sentir sus sensaciones, como las de mi segunda Madrid Segovia cuando los últimos kilómetros me ví flotando y corriendo como un poseso. Mercedes llegó a su destino 25 minutos antes que yo, con mucha fuerza, con determinación, como es ella, su rodilla se le quejó pero no lo suficiente como para no conseguir liquidar la prueba como una campeona, lo que es. Quedó quinta mujer y por la imposibilidad de acumulación de medallas, finalmente primera de su categoría, ¿qué más se puede pedir?. ¡Mi chica ya es ultrafondista!. Ella es lo mejor que me ha pasado, con diferencia.


















 Agradecimientos y saludos

Me relajo, abandono los artilugios literarios y aquí escribo que le doy un diez a la organización, muy bien todo, desde el primer al último detalle. El año que viene deberían haber 1000 locos en línea de meta, así debe ser. Mil gracias a la médico, ¡que paciencia tuvo conmigo!, y al enfermero (éste último lo pasó mal con mi vía porque la sangre estaba tan densa que no había forma de terminar su trabajo) .

No tengo palabras para agradecer lo de Eusebio, que estuvo allí no sólo antes de nuestra llegada, sino después, en los malos ratos. Muchísimas gracias también a Paco, Loli y sus hijos, lo de apenas hablaros no fue por tener mala leche, es que ni podía hablaros.

Un saludo para Julián el murciano y Alba de Hellín, ¡vaya cracks!, y a Antonio y Merche, con los que coincidimos en el desayuno del día siguiente. Gran parte de culpa de que corramos hasta la extenuación es que luego podemos compartir nuestras penas con gente tan estupenda.

Y ahora habrá que dejar reposar un poco los sedimentos para ver qué se va cociendo. por lo pronto estamos inscritos a la Maratón de Castellón, así que toca cambiar el chip, y ponernos en "modus maratonianos". Lo que ocurra allá será mejor, peor, más divertido o menos, pero estoy seguro de que nos hará sentirnos vivos, porque el veneno sigue agazapado haciendo de las suyas.