RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 14 de noviembre de 2016

SÁBADO 12: VIEJOS FANTASMAS INVADEN MI MENTE Y SE ME PASAN MALAS IDEAS POR LA CABEZA

El sábado por la mañana hacía un día fabuloso para correr, no había excusa. Podíamos oficializar el inicio de mi nuevo plan para la Maratón de Castellón, sin la presión de ir a buscar nada reseñable. Me puse la camiseta interior, camiseta de manga corta y pataloncillo y me fui a realizar un circuito de unos 15 kilómetros iniciando por el Camino de Membrilla y regresando por la vía de servicio de la A4. La idea es coger ritmo y no soltarlo y así comencé. No me dolía el empeine, no me dolía nada, pero no me sentía con chispa; a pesar de ello llevaba un ritmo decente, pero de esos que valen si eres capaz de estar perpetuándolo durante al menos una hora. A lo largo del Camino de Membrilla nunca fui cómodo pero tampoco me costaba rodar a 4´40´´ o 4´45´´, el ritmo que creo que llevaba. Tomé el camino hacia el Hotel el Hidalgo y la cosa cambió, comencé a sentir molestias digestivas, no me encontraba bien y eso me repercutía en las piernas, así que ya en la vía de servicio me dí cuenta de que no iba a salir una buena finalización de sesión, y así ocurrió, tuve que frenar en seco el ritmo, y por fases me encontré bastante regular. Lo peor vino cuando llegué a la falda del Ángel y me ví literalmente "doblado" con un estómago que no me dejaba correr y unas piernas que no querían moverse. No había desayunado fuerte como para sentirme así por lo que sentí que "llovía sobre mojado" y vinieron a mi mente viejas frustraciones de esas que me han acompañado durante muchos meses. Tanto es así que los últimos 500 metros los hice literalmente andando, algo que no suelo hacer.

Ya en casa decidí no pensar, mejor así.


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