RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 14 de enero de 2017

MARTES 10: TRATANDO DE CORRER E I.M.P.O.T.E.N.T.E

El domingo por la noche no podía estirar, así que el lunes tocó descanso. Por aquel entonces creía que no podría correr al menos en toda la semana y estaba a la espera de que me saliera el hematoma como chivato inequívoco de una rotura. Pero a lo largo del martes una sensación en forma de deseo irrefrenable de correr me asaltó; juro que me había mentalizado a no hacer nada, a descartar Castellón, a relajarme, pero lo del martes fue una reacción física y la mente hizo caso al cuerpo. Cogí el coche y mientras Mercedes iba al parque corriendo yo fui al mismo lugar, aparqué y me puse a dar lentas vueltas, al principio con una sensación muy desagradable y tirante, que fue disminuyendo muy lentamente, a pesar de que no iba forzando nada, calculo que a más de 8´el kilómetro. Me cruzaba con mi mujer y me daba envidia verla tan suelta; ya no digamos lo que sentía cuando otros corredores, algunos con pinta de correr poco, me adelantaban levantando aire a su paso. 

Mercedes dio unas buenas 8 vueltas y yo tan sólo fui capaz de dar 4 a Dios gracias. Tras esto, Merche tiró hacia casa corriendo y yo hice lo propio en coche. Ya en el calor del hogar me puse a pasarme el rulo por los isquios y no era muy doloroso, también estiré un poco.

Con esta breve y casi testimonial salida había conseguido algo para mi importante: sentir que no estaba parado, y a la postre me ayudó a que la semana sirviera, como luego podréis leer.


No hay comentarios :

Publicar un comentario