Ese jueves Merche y yo hicimos un recorrido por la zona norte del pueblo sin alejarnos mucho del núcleo urbano y finalmente aparecimos por la Avenida de las Tinajas y desde ahí fuimos al Parque. Ya habíamos hecho la bajada del Camino de Membrilla a muy buen ritmo y procuré mantenerlo para llevarla algo forzada para que el esfuerzo resultar corto pero intenso. Cuando llegamos al parque, dimos una vuelta también rápida y regresamos sin descuidar la cadencia. Unos 10 kilómetros bien empleados, sobre todo si hablamos de mi mujer.
Con esta sesión habíamos cumplido yo con unos 75 kilómetros que no pasarán a la historia y ella con unos 55 kilómetros que marcan ya la frontera de su tapering.
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