RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 30 de marzo de 2017

MARTES 28: OBJETIVOS A LA VISTA Y A SOÑAR DE NUEVO

Voy viendo la luz de nuevo, siento que me vuelvo a levantar tras otra caída. El buen entreno del lunes me hizo pensar que podría realizar una buena semana de entrenos que pivotase entre el Corretrail de Corral de Calatrava (casi 28 kilómetros y unos +800 de desnivel positivo) y el IV Reto Víctor Araque de Jamilena (otros casi 28 kilómetros pero con casi +1500 de desnivel positivo). Volumen de carga considerable teniendo en cuenta el mes de febrero y marzo que traía, pero si los isquios me dejan seguro que podré hacerlo. 

La idea que se cuece es poder correr en Jamilena por mi cuenta, sin ir de liebre de Merche y comprobar qué tal. Si no hay incidencias reseñables tocaría un mes de abril preparatorio para correr el Ultratrail de los Castillos de 61 kilómetros, o bien solo o bien acompañando a mi mujer. Nuevos retos en el horizonte.

En esa tesitura salí a correr el martes, pero desde la primeras zancadas me sentí cansado y cargado a partes iguales, aunque sin molestias en mi pierna izquierda, que es lo importante. Conforme avanzó la sesión me fui encontrando algo mejor y en la segunda parte, bajando por el camino que lleva a la Carretera de San Carlos del Valle metí dos velocidades más y probé mis isquios (notable alto). El regreso me dejó mejor sabor de boca y pude sumar 10 kilómetros más.


LUNES 27: NO LE DOY DESCANSO AL CUERPO

El lunes pasado decidí no darle descanso ni a mi cuerpo ni a mis isquios, en lo que quizá fue una decisíón arriesgada pero motivada por la necesidad de dar un giro al estatu quo que me tiene a medio gas y con bastante desmotivación. Volvía a creer en que la pierna me respondería y así fue: salí a hacer poquito y finalmente realicé un entreno bastante completo, con subida al Cerro del Ángel, para empezar, y por la zona más dura, luego tiré por detrás de los Cerros de la Aguzadera y en lugar de regresar a casa por el Carril del Yeso lo hice por el camino de detrás del Aeródromo. En la última parte sentí las piernas algo fatigadas pero los isquios no se quejaron y comencé a pensar que la lesión está en una buena fase de recuperación. En cuanto al ritmo tampoco fue un trotecillo, intermedio diría yo, y finalicé bastante bien.

Algo más de 12 kilómetros.


miércoles, 29 de marzo de 2017

LA CRÓNICA DEL CORRETRAIL DE CORRAL DE CALATRAVA


 Dispuestos a vivir una nueva aventura.

Descubriendo nuevos horizontes, así vamos avanzando Mercedes y un servidor en esta nueva etapa de nuestra enfermedad por la terrible picadura venenosa del "bicho del movimiento". Tras la extraña semana que dejé atrás, en la que comencé con la idea de no hacer "nada" para ver si los isquios mejoraban pero terminé saliendo a correr tres días (martes, miércoles y jueves) y descubriendo algunos ejercicios esperanzadores para recuperarme de la lesión, acometía el domingo con la ventaja de descansar viernes y sábado y con una sensación que me hacía intuir que en el trail de Corral de Calatrava no sufriría ni molestias. No es que sea muy optimista, pero cuando tengo brotes positivos no puedo ocultarlos.

El caso es que mi misión en esta prueba era acompañar a Mercedes y que de esta forma ella pudiera disputar la misma al mejor ritmo posible, arropada con mi labor de liebre. En realidad no debería tratarse más que de un entreno de cara al Ultrail de los Castillos, de 61 kilómetros al que le tenemos el "ojo echado". A eso de las 7:30, con el "lag" del cambio de hora en la mochila, tocó levantarse y desayunar. Jorge nos falló y se quedó en la cama durmiendo, así que Inés, Merche y yo tomamos rumbo a Corral de Calatrava, llegando a esta localidad a eso de las 09:10. No hubo mucho tiempo para casi nada: recogida del dorsal, dejar a Inés en la ludoteca (fabulosa idea de la organización con amenización y comida incluidas), cambiarnos y ya eran las 09:45, tocaba ir a línea de meta sin haber calentado.

El ambiente fabuloso; tenía que frotarme los ojos para creermelo: "la montaña ha llegado a La Mancha, Javier", ya no hace falta irse a la Comunidad Valenciana para respirar ambiente de trail. En cuanto a las sensaciones previas, pocas expectativas para Merche de conseguir un buen puesto ya que se veían un montón de chicas con buena pinta y peor aún sabiendo que en el circuito de trail de Ciudad Real tan sólo hay dos categorías: hasta 39 incluido senior, y de 40 en adelante veterano, con lo que mi mujer, a sus 44 años y desde la perspectiva de utilizar estas pruebas como entreno para pruebas en asfalto o en ultras llanas, nada parecía tener que hacer ante tanta fémina "trailera" buena.

 

 



Desde el "Corral" al cielo, pasando por los infiernos y de vuelta al "Corral"

Suena por megafonía un clásico, ACDC, tiran dos o tres petardos y comenzamos. Las primeras zancadas me dicen mucho; me cuentan que estoy suelto y que con un poco de suerte hoy no acabaré con la pierna tiesa, como ocurriera en Baños de la Encina tres semanas atrás; por si acaso Mercedes lleva un cinturón con, entre otras cosas, un par de ibuprofenos, por si los isquios "regresan por sus fueros" y me amargan el día y por ende la semana, y algo más...mi moral ya muy debilitada. Desde el comienzo voy metiendo un poco de caña, sé que ella puede comenzar rápido sin notarlo en exceso y en esta guisa marcamos el primer kilómetro en 5´13´´, ya saliendo a un carril de tierra a las afueras de la localidad. No hemos salido tan atrás como en otras carreras por lo que vamos comprobando como nos va adelantando gente que pronto marca un ritmo inacesible para nuestras aspiraciones; además, hay más corredores del trail corto que del largo, ya que de los aproximadamente 400 en línea de salida, unos 220 salen a disputar los 18 kilómetros, y éstos van con otra disposición, claro está.

Sin embargo no necesitamos mucho tiempo para llevarnos una sorpresa, y es que en los primeros repechos a lo largo del kilómetro 2 y 3 Merche se viene abajo y nos adelanta una tropa. Yo me desespero un poco y no sé ocultárselo por lo que ella se ve presionada y por un momento parecemos un matrimonio de cascarrabias.En el cuarto kilómetro tenemos un respiro y volvemos a correr a poco más de 5´el kilómetro, pero cuando el terreno se pone un poco más complicado vemos como ella pierde el ritmo y nos sigue adelantando un montón de gente. Pienso que o bien yo voy muy bien y estoy sobrevalorando las fuerzas de mi mujer o quizá ella no tiene su día. Probablemente se trataba de la concurrencia de ambos hechos.

Toca subir a una montañeja, nada muy grave, nada que no hayamos hecho ya antes multiplicado por dos, pero en cualquier caso hay que subir, y cuando la pendiente se pone más insolente Merche comienza a andar, como el resto de los que nos rodean, y siente que esto es un alivio. Toca ascender unos 3 kilómetros, pero como decía antes no muy duros. Mercedes tiene ya otra cara, mucho mejor, se pone en "modus montaña" y siento que comienza a disfrutar. En esta tesitura llegamos al primer avituallamiento del 9, ya hemos recuperado algunos puestos, y es que muchos de los que nos rodean son algo novatos en esto de los trazados de trail. El avituallamiento es de nota: hay gominolas, fruta, frutos secos, garrafas de agua y garrafas de isotónica con grifitos en plan autoservicio. No perdemos más de un minuto y medio y partimos afrontando la cuesta empinada de algo más de medio kilómetro que tenemos ante nosotros. Definitivamente ella está ganando un montón de enteros, ha entrado en calor y ya no hay quien la pare, subiendo a buen ritmo y adelantando a algunos "chavalotes manchegos" más acostumbrados al asfalto que a estos lares.


Hacemos una bajada más que digna y pronto nos vemos de nuevo subiendo, toca acometer la "cuesta del vómito" que así se llama, pero es más el nombre que otra cosa, ya que aunque vamos andando casi se puede subir corriendo, de hecho eso hago, la subo corriendo y espero a mi mujer arriba. Desde lo alto toca una bajada no demasiado técnica pero sí divertida y algún tramo por pistas, donde cogemos muy buen ritmo marcando algunos kilómetros por debajo de 5´30´´.  Ahora vamos disfrutando los dos y yo sin molestias, comienzo a pensar que hoy no tendré noticias del reportero que suele narrar noticias fatídicas sobre mi lesión. Seguimos recuperando puestos hasta que pillamos a una chica con mochila incorporada que nos había adelantado kilómetros antes; con buen ritmo no dejamos que se nos pegue y llegamos a Corral de Calatrava, hasta el avituallamiento donde se bifurca la prueba corta (para la cual queda menos de medio kilómetro) de la nuestra, la larga. En el avituallamiento no perdemos apenas tiempo y seguimos ruta en el que es quizá nuestro mejor momento en cuanto a alegrías se trata. Pillamos a otra chica que va de rojo y la dejamos a nuestra estela en el retrovisor. Ahora tenemos que subir al castillo y vamos a seguir deleitándonos con el entorno que sin ser de alta montaña luce muy verde y bonito.

Las piedras del camino no te dejan ver el horizonte

No tenemos problemas en los siguientes dos kilómetros, pero entonces llegamos a una zona más técnica donde Mercedes sufre más y es ahí donde perdemos el ritmo, no por cansancio sino por la dificultad del terreno. Entonces nos pilla la chica de rojo y también una pareja que viste de negro en la que la acompañante femenina tiene pinta de tener la edad de Merche. Vamos haciendo grupillo pero se nos acaban yendo. No hay problema, en el avituallamiento del 21 apenas paramos y les echamos adelante nuevamente, pero el terreno, sin tener pendiente positiva sí que es técnico con un montón de piedras y, por tanto, "entretenido";  Mercedes no puede sacar su mejor versión por lo que nos acaban pillando de nuevo y se hasta decirnos "bye bye". En la última subida antes de meta volvemos a acercanos y también damos casi caza a otra pareja, él del Pozo Norte y ella del Corricollano, ambos de Puertollano, pero digo "casi" porque no acabamos de alzanzarles. En el 25 llegamos a un núcleo urbano, Caracuel de Calatrava y en la cuesta en una calle de asfalto les damos finalmente caza, pero en el llano y en la larga bajada hacia meta se nos acaban yendo. En el horizonte puedo ver a la otra pareja que va vestida de oscuro, y también a la chica de rojo, pero esas ya son inalcanzables a todas luces. 




El ritmo del último tramo es muy bueno a 5´y poco más; poco a poco vamos acercándonos a los de Puertollano, damos caza también a otros corredores y llegamos a las primeras casas de Corral de Calatrava, y por más que lo intentamos no logramos ya adelantar a nadie más aunque hacemos el último kilómetro en 4´57´´ que es muy buena firma para estar terminando una prueba tan larga, sobre todo si hablamos de ella. Alcanzamos meta en 3 horas y 10 minutos, 27,7 kilómetros según mi Garmin, justo la distancia que decía la organización. Raro que mi aparato diga la verdad.


Al parar compruebo que todo está en su sitio, me encuentro muy entero, y eso sin haber bebido y apenas comido, no estoy practicamente cargado y los isquios están sueltos, todo esto junto ya es noticia por lo infrecuente, y es que hace demasiado tiempo que no me llevo alegrías, o mejor dicho, que no escapo de los disgustos. Merche también llega muy bien, y se demuestra que está en su mejor estado de forma desde que comenzó a correr. En ningún momento pensamos que hoy tendrá premio su esfuerzo, había demasiadas chicas por delante de ella. En meta todo está bien organizado como en el resto de los puntos de la carrera, todo afinado y estudiado casi al milímetro. Hay frutos secos, gominolas, pan con jamón, bebidas variadas, ¡muy bien por la organización!


Recuperando fuerzas con garbanzos y chorizo y llevándonos sorpresas.

Nos quedamos a la comida (unos estupendos garbanzos con chorizo aderezados con pasteles de crema), comprobamos con casi desolación como no nos toca nada de entre los tropecientos números de dorsal que sirven para el sorteo de tropecientos regalos, y casi estamos ya apunto de marchar hacia casa, aunque nos esperamos a que María del Mar Sevilla, paisana que ha quedado segunda en la general reciba su trofeo; ¡cual es nuestra sorpresa!... el de la megafonía dice: "segunda clasificada de la categoría veterana...  Mercedes Llavero Torruellas". Palidezco y corro a echarle fotos.

 









Una alegría, ¡ya era hora!. Mis isquios bien, y siguen bien tras los entrenos del lunes y de ayer. Si esto sigue así podré correr por mi cuenta y riesgo el Trail Reto de Víctor Araque de Jamilena, casi 28 kilómetros y con +1400 de desnivel positivo; si no me veo muy bien volvería a correr con ella.

viernes, 24 de marzo de 2017

JUEVES 23: EL POZO ME DA UNA TREGUA Y LOGRO VER UN HILO DE LUZ

Ayer jueves logré realizar otra sesión, lo que suponía realizar dos seguidas, y eso es mucho teniendo en cuenta como comencé la semana (con ánimos de no hacer ni un solo kilómetro). Como las tensiones musculares de los isquios de mi pierna izquierda habían disminuido mucho no tuve reparo en volver a probar y creo que hice bien porque, como ocurriera en el día anterior, la pierna respondió sin agarrotamientos ni tiranteces, sin pinchacitos ni espasmos raros, yendo suelta. Por ello me encomendé a un circuito de 8 kilómetros y medio, el del Camino del Peral pasando por el camino que cruza al del Aeródromo para regresar por el Carril del Yeso. El ritmo no fue lo importante, desde luego no fui rápido, pero al menos fui suelto, aunque algo más cansado, con menos chispa que el miércoles. Terminé como comencé, sin incidencias y ya en casa realicé una rutina de ejercicios de fortalecimiento y estiramientos con gomas, que siento que me están ayudando en este proceso de clara mejoría, que veremos si se consolida o no. Para empezar, el domingo mi lesión tiene una prueba de fuego con el trail que correré con Mercedes en Corral de Calatrava.

Lo dicho, quiero ver un poco de luz allá arriba, entre tanta oscuridad eso es mucho.


jueves, 23 de marzo de 2017

MIÉRCOLES 22 DE MARZO: LA PRIMAVERA TIENE QUE VENIR A MI

Tiempos raros estos que me tocan vivir. Mi cabeza está repartida en demasiados asuntos y casi ninguno me reporta alegrías, así que cualquier cosa positiva que ocurre, por pequeñita que sea me llena sobremanera. Eso ocurrió ayer, un acontecimiento tonto que me llevó a sentirme bien por un momento...

...si el lunes por la mañana mi idea era descansar toda la semana y rezar para que el domingo pudiera acompañar a mi mujer en el Corretrail de Corral de Calatrava sin morir en el intento (sin que mi pierna sucumbiera en el intento), por la tarde me ví intentando un mini entreno de 6 kilómetros que no me dejó buenas sensaciones, pero en el que tras correr pude hacer diversos ejercicios de fortalecimiento y estiramientos que luego comprobé que me habían sentado bien. El martes descansé y tenía hasta agujetas, pero el ayer miércoles ya era primavera, y había que lograr sentirse en una estación nueva. Salí arropado porque hacía frío y nada más comenzar empezó a llover. No me importó, los isquios iban relajados y apreté un poco el ritmo, siguieron relajados, y apreté un poco más, hasta comprobar que en ese día no iba a sentir molestias de ningún tipo. Fue una sensación rara, casi olvidada. 9 kilómetros y medio bien empleados y completados con ejercicios en casa. A ver si cojo la senda.



EL POZO PROFUNDO Y OSCURO SIN FONDO

El color negro no admite matices, es negro sin escalas, pero para eso están los grises, en aumento hasta llegar a lo más oscuro de nosotros mismos. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que ya había llegado al tramo de la escala donde se absorbe el 100% de las ondas de luz, sin embargo esta creencia parece ser que no era real, no había llegado al tope, porque de un tiempo a esta parte he tenido progresión "negativa" hacia los límites que tienden al infinito en la "difícil digestión" de las tonalidades más sombrías...tanto es así que me temo que este blog esté degenerando en su uso hasta convertirse en un arma con la que reflejar toda mi negatividad autocomplaciente (he de decir que esa utilización consuela bastante).

No, quiero confundir con estos párrafos..., pese a todo estoy ávido, ansioso, por experimentar cosas buenas; tanto es así que me imagino llorando como un niño si LO BUENO me invade aunque sea en pequeñas dosis, pero mientras tanto tocará echar de menos eso que no llega y tendré que seguir sintiendo mi propio hastío. Aún así NO PUEDO DEJAR DE CORRER, y es que esta enfermedad que sufro obvia cualquier mal del espíritu, ya se llame depresión, sentimiento de fracaso, impotencia, ansiedad, estrés o paranoia.., las piernas te piden a gritos que las saques a pasear y no puedes evitarlo. Por ello, entre tanto desazón, me he procurado un pequeño plan para tratar de salir de esta mi última lesión, una losa de hormigón más de entre las que me están oprimiendo el pecho. Inicialmente decidí descansar nueve días y sólo he podido estar parado tres. El riesgo que asumí tuvo su pequeña recompensa ayer, cuando pude correr sin apenas molestias, y algo tan nimio como eso supo a mi paladar como una jugosa recompensa.

Soñaría con vivir en las antípodas de donde este viviendo, y en mi sueño aparecería el "flow"...viéndome flotando mientras corro; estaría dispuesto a disfrutar, aunque fuese un poquitín y durante sólo un par de minutos, viéndome rebozado en la harina de la despreocupación y abrazando la fortuna de sentir "en positivo". Soñaría mucho, pero no despeguemos en demasía los pies del suelo que el vuelo puede ser inestable y la caida puede hacernos daño, y ya todo duele demasiado..., vamos empezar por conformarnos con que esta dichosa incapacidad que persigue a mi pierna izquierda pase a la historia, se quede atrás y después trataremos de dar el segundo paso hacia un negro más blanquecino.






martes, 21 de marzo de 2017

LAS DOS SEMANAS POSTERIORES AL PIES NEGROX

Poco ha habido después de lo de aquel domingo; bueno yo diría que poco bueno, y mucho malo. El lunes estaba dolorido, no podía correr. El martes 7 salí con Merche a correr pero apenas podía hacerlo, me costó bastante debido al agarrotamiento. Ella se había dejado el frontal y menos mal, porque yo no estaba para ir lejos, así que fuimos al Parque por la Avenida de las Tinajas y de ahí a casa sin más. 6 ridículos kilómetros que dejaron a mi mujer consentida y a mi hecho polvo con la pierna. El miércoles me atreví con el circuito de los cerros de la aguzadera y me encontré algo mejor que el día de antes, fue un halo de esperanza, pero se quedó en eso, en halo. El jueves tocaba salir con Mercedes a la que las piernas le bullían así que fuimos a hacer unos 10 kilómetros por la zona del Peral, volviendo por la Carretera de San Carlos del Valle. Poco a poco fuimos entrando en ritmo y la parte final mi mujer apretó, no sé, quizá a 4´20´´, nunca le había visto ir tan rápido y yo arrastra tras ella, no por capacidad, sino por la pierna, la cual se terminó de agarrotar. Mala decisión la que tomé al seguirla porque las molestias desde ese instante han ido creciendo. El viernes 10 me procuré descanso y pensé que tendría que iniciar una buena semana, tras esa semana tan tan light. 

Y comencé con fuerza, no se sabe de dónde la saqué: el sábado 11 me hacía yo sólo la ruta del Camino de Hortezuelas en su versión más corta, los 17 kilómetros y medio, y conforme avanzaron los kilómetros la cosa empeoró, la pierna se cargó hasta casi decirme basta. Pero no había tenido bastante, así que el domingo por la mañana salimos Merche y yo e hicimos un circuitín de 12 kilómetros con algo menos de molestias, otro halo que quedó en sombra. El lunes descansé y el martes hicimos Merche y yo un circuito de 9 kilómetros por zonas irregulares, en tipo trail, por el Cerro del Angel y ahí fue cuando en la parte final las molestias se convirtieron en dolor hasta tal punto que los últimos 500 metros los tuve que hacer andando. El miércoles 15 estaba obsesionado por seguir y no parar e hice el circuito de las escombreras de 10 kilómetros y medio y quise apretar un poco, algo que me costó un montón porque la pierna iba en la cuerda floja; para rematar la faena, la dudosa faena, el jueves 16 volví a intentarlo con el circuito de los cerros de la guzadera y desde el kilómetro 3 fui totalmente cargado y sintiendo pinchazos, de tal manera que hasta llegar a casa pené de lo lindo. Cuando abrí la puerta de mi casa ya había tomado la determinación de parar a recuperarme de la lesión. Estoy inscrito en el Corretrail y quería correrlo aunque fuera con ella, pero en esas condiciones era (es) imposible, así que viernes, sábado y domingo fueron de descanso, total inactividad, y me sentía mal. La idea era no hacer nada o casi nada hasta el domingo que viene, pero ayer no pude evitarlo y salí a correr, eso sí, pensando más en mi pierna que en correr por correr. Suave, 6 kilómetros y al llegar a casa, una buena sesión de sentadillas, cinta, estiramientos y estiramienots con cinta, No sé si es lo correcto pero creo que me sentó bien. Hoy he amanecido con agujetas y he decidido no salir de nuevo hasta mañana.

...siento como si estuviera volviendo a empezar.

Entre tanto, Merche ha seguido corriendo de manera algo desordenada porque yo tampoco estoy ejerciéndole de entrenador (tengo la sensación de que no estoy ejerciendo de casi nada). Eso sí, el sábado pasado se hizo una tirada de 21 kilómetros a 6´pelados, por caminos y bastante bien. Yo la seguí con la moto. El domingo pensaba hacer otra tirada similar pero yo le quité la idea porque no quería que forzarse, así que salió a hacer 15 kilómetros y medio que también hizo a ritmo medio, y también con buenas sensaciones. Se encuentra bien y eso le hace pensar en muchos retos a la vez. Nos vamos a inscribir a un trail que hay en Jamilena dentro de semana y media, una semana después del Corretrail; eso significará que correrá (correremos) un trail de 27 y otro de 28 en siete días, el primero algo menos técnico que el segundo, y tiene previsto inscribirse en el ultratrail de Los Castillos de 61 kilómetros que tendrá lugar a primeros de mayo, por eso tiene ganas de preparar tiradas largas

Así que sus retos me tienen fuera de juego, y a mi pierna también..., haré lo que se pueda por ella

EL TRAIL DE BAÑOS DE LA ENCINA: PIES NEGROX 2017. LA CRÓNICA

El pasado sábado día 4 (hay que ver que retraso en esto de escribir últimamente), Mercedes, Jorge, Inés y un servidor nos desplazábamos a Linares para hacer noche allí y correr al día siguiente en Baños de la Encina, un pueblo cercano del cual había oido hablar por lo bonito de su paisaje, su castillo y sus calles.

No estaba, ni estoy, pasando por mis mejores momentos, y si hay algún lector que todavía quede al otro lado de esta cuerda que llamamos internet, quizá se esté preguntando cuándo fue la última vez que yo describí un buen momento vivido por mi. Así le va a este blog, que pese a todo quiere continuar con paso firme.

Pues bien, dos días de descanso, el viernes y el sábado, habían dado a mis maltrechos isquios un poco de margen, tras el doblaje del jueves que les había sentado fatal, tanto es así que ya intuía que el domingo pudiera tener problemas en esta prueba de montaña que no se presentaba muy dura.

Madrugamos y no me sentía muy tensionado, pese a que la idea era correr por mi cuenta, aunque no quisiera exprimirme mucho. Fría mañana, con llovizna, pero un viaje bien cortito, menos de 20 kilómetros, y nada más llegar al pueblo compruebo que el entorno bien merece una carrera como la que vamos a correr. Recogemos los dorsales y nos damos cuenta de que hay un mogollón de corredores de la provincia de Ciudad Real: Manzanares, Membrilla, La Solana, Ciudad Real...La fiebre de la montaña también afecta, y cada vez más, a los manchegos de meseta.

Calentamos un rato, y veo a Merche nerviosa, incluso más de lo esperado. Yo estoy preocupado, siento la pierna cargada, algo que ya sé, desde la sobrecarga de hace mes y medio no levanto cabeza. Y eso que superé la pubalgia, pero está visto que no.

Subimos al castillo y el garmin se me muere, van a dar la salida y no hay forma de que se vea la pantalla de inicio. Estoy en un tris de tirarlo a un contenedor, pero a punto, y justo entonces se reanima, vuelve a la vida. Esta carrera la correré con mi viejo GPS, que ya tiene la friolera de 6 años y un montón de kilómetros.

Dan la salida y comienzo reservón, no tengo buenas sensaciones, noto la pierna. Pronto una pedazo cuesta, que creo que me sienta bien. El primer kilómetro cae en 4:54, mejor de lo esperado. En el segundo llaneamos y hay alguna bajadita, y el ritmo se acelera, 4:09. El terreno es irregular y no voy cómodo con los isquios, los de delante se me van, entre ellos uno corredor del Membrilla con el que fui gran parte de la carrera de La Guardia del año pasado, pero este año es este año, y son otras circunstancias. Comienza la subida, nada técnica, vamos por pistas y sendas y ni por asomo andar, aunque haya algún tramo muy corto de pendiente considerable. Llegamos a la zona del pantano, la cual no dejaremos ya en muchos kilómetros, es decir, empieza lo bonito, por serpenteantes sendas verdes en la que casi siempre vamos viendo el agua, cruzando riachuelos, subis y bajas. Sigue sin ser técnico, muy corrible, pese a que el terreno impide meter mucha caña; caen kilómetros claramente por debajo de 4´20´´ alternados con otros a casi 6´. Voy adelantando gente y las sensaciones han ido creciendo exponencialmente, mi pierna va mucho mejor y aunque parezca increible voy disfrutando bastante, quizá porque voy reservando, sé que no puedo meter una marcha más debido a mi lesión. El kilómetro 10 lo paso en 49´39´´, no está mal teniendo en cuenta que estamos en la montaña, pero es que la prueba es muy corrible.

Vamos 4 corredores al mismo ritmo en zig zags, sorteando obstáculos pero bastante bien, cuando el corredor de delante, al que por cierto le falta un brazo se escurre y se da de bruces. Le ayudamos a levantarse y al reanudar la marcha yo meto una velocidad más y me escapo. No siento el esfuerzo, de hecho no he avituallado ni en el 5 ni en el 10, pero en cambio es como si estuviese prohibido disfrutar un poco, a partir del 13 siento como se me carga el isquio izquierdo rápidamente, hasta el punto de ponérseme como una piedra. La tirantez que siento en la pierna hace que tenga que bajar el pistón, y no es que fuera forzando es que estaba lesionado y esto podía pasar. Ya me cuesta ir por debajo de 5´a pesar de que hay tramos que bien podría hacerlo, y lo peor lo paso en una zona de pista donde veo que me van adelantando todos aquellos corredores a los que previamente había adelantado; no puedo hacer nada, ellos van 30 segundo por kilómetro más rápido que yo y la pierna me palpita. A partir de ahí odiaré los llanos, porque sentiré menos dolor en las subidas y en las bajadas, pero no hay mucho desnivel por lo que toca sufrir. Llegamos al pueblo, miro hacia atrás y no veo corredores, ya no me van a pasar más competidores, bastantes han sido ya (unos 10). Me cuesta horrores el último kilómetro, y en la curva a derecha ya en lo alto veo la meta a 100 metros y doy gracias, por el músculo está a punto de estallar. Cruzo la meta en 1 hora y 52 minutos, 21 kilómetros menos cincuenta metros. Me veo el 40 de la clasificación, eso es lo de menos, y el séptimo de mi categoría, podría haber sido mucho mejor pero es que hoy no debería haber competido.

Hace un frío tremendo, estoy con mis suegros y los críos están esperando a que llegue Mercedes, y yo lo único que siento es dolor en mi pierna izquierda y frío. No he notado el esfuerzo más allá del problema que he arrastrado, por lo que siento rabia. 

Mercedes llega a las 2:25 minutos; lo hace con buen semblante, sin molestias y se ve que ha disfrutado. No subirá en esta ocasión al podium, ya que ha sido séptima también, pero su categoría no le es favorable (de 36 a 45, y ella tiene 44. 

Ella tiene la llave y por fin puedo ir al coche a cambiarme, y lo hago lento sigiloso, con la pierna tiesa. Me siento mal, muy mal, es como si tuviera vetado esto de disfrutar de correr. Sé que en los días siguientes no podré prácticamente entrenar porque he provocado un agravamiento de la contractura, de la distensión; no lo puedo evitar, soy un burro.

Así que sumamos otra carrera más; esta desde luego que mereció la pena por los parajes. Probablemente repitamos otro año, si seguimos corriendo claro.





miércoles, 15 de marzo de 2017

LAS DOS SEMANAS QUE HAN IDO DE CASTELLÓN AL TRAIL DE BAÑOS DE LA ENCINA

No puedo ocultar mi desmotivación, este blog me delata. El hecho de llevar casi un mes de retraso en eso de contar los que me va sucediendo lo dice todo. Así que voy a tratar de sintetizar en una entrada las sesiones que he realizado desde el domingo 19 de febrero, cuando corrí con Merche al maratón, hasta la Media Maratón de Montaña de Baños de la Encina el día 5 de marzo.

Tras la maratón nos dimos un merecido descanso de forma que no salimos ni el lunes ni el martes a correr. 
  1. Miércoles 22: salí a hacer el circuito del aeródromo, tratando de hace un interval suavito. Me sentí algo cargado.
  2. Jueves 23: tocó salir a correr con Merche a ver qué tal se encontraba. Hicimos 9 kilómetros y medio muy majos, al principio suaves, pero poco a poco fuimos apretando y se encontró sin molestias.
  3. Viernes 24: descansamos
  4. Sábado 25: Merche hizo unos 12 kilómetros suaves y se encontró muy bien, yo en cambio hice 20 kilómetros por un circuito por el norte que me dejó muy muy malas sensaciones. Muy cansado y muy cargado.
  5. Domingo 26: Merche y yo hicimos 15 kilómetros y medio con mejores sensacoines que el día anterior y ella como un tiro, suelta y a buen ritmo.
  6. Lunes 27: hice un interval de 1´fuerte y 1´suave y no estuvo mal, quizá el último buen entreno que he tenido hasta hoy.
  7. Martes 28: hicimos un circuitín de trail pasando por las zonas más irregulares del Cerro del Ángel, 9 kilómetros que estuvieron muy bien.
  8. Miércoles 1: fue un inusitado descanso.
  9. Jueves 2: me sentía tan mal que hice doblaje; al mediodía corrí unos buenos 10 kilómetros en Manzanares y por la noche corrí 6 killómetros en el parque a buen ritmo, cercano a 5´20´´ con Merche, pero comencé a sentir que los isquios se me cargaban excesivamente.
  10. Viernes 3: tenía la pierna muy regular y descansé.
  11. Sábado 4: a la vista del trail del día siguiente y conforme tenía los isquios decidí descansar.
Han sido, por tanto, días de pocos kilómetros, y poca intensidad, donde hemos tenido que llevar a cabo la recuperación de la maratón, que sobre todo en su caso era muy importante. Mercedes se encuentra muy bien, sin molestias, rápida y ha transitado fenomenalmente. En cambio yo me he ido viniendo abajo con el regreso de las severas molestias en los isquios de mi pierna izquierda. Y lo peor está por narrar.

martes, 14 de marzo de 2017

CRÓNICA DE LA MARATÓN DE CASTELLÓN: LA PENÍNSULA Y LO QUE ME UNE AL RESTO

Desconectado en forma de península

Siento que estoy desconectado, unido a muy poco, a casi nada, pese a que el mundo difunda esos vídeos virales, pese al sonido que avisa del whatsapp recibido o el cliqueo de los "me gusta" en el infinito del "facebook". Yo, pese a lo que pese me hallo convertido en una península que sólo se une a la tierra a través de un espacio que se llama Mercedes.

Este blog es testigo de mi interiorización desde sus inicios, naciendo como un diario, y aunque este portal llegó a convertirse en una ventana difusora de cosas que acontecían, al final ha regresado al empleo de sus orígenes, al uso gris que le da este quien hoy os escribe.

Y por ello desde hace un tiempo hasta esta parte se trata menos de mí y más de ella; hablo de esa mujer que odiaba el deporte, y a quien el destino le mostó otro camino que la ubicaba en una región en las antípodas de su zona de confort. Desde aquella primera y penosísima vuelta al parque de hace unos pocos años hasta ahora ha habido una evolución que parecería de cuento si no fuera porque es real. Ahora le oigo decir, "qué tal si intento los 101 kilómetros de Ronda" y siento que lo que vivo es otra vida, una derivación de la derivación de un rincón que nos obligó a virar desde la esquina de inicio, allí donde había puesto un cartel que rezaba "casualidad".


No es un domingo cualquiera. Ella tampoco es cualquier mujer
 
Hoy es 19 de febrero de 2017, comienza un nuevo día que pasará y nunca volverá, pero es una mañana especial y no sólo por el cielo azul que nos acompaña o por poder respirar ya la cercanía de la Primavera: hoy mi mujer y yo nos levantamos de la cama con la renacida ilusión de vivir otra de esas aventuras increibles, esas que pertenecen a este nuevo mundo y que son ajenas a la vida del pasado. Respiro el aire puro de ese ambiente maratoniano, el Parque Ribalta nos fustiga con un montón de estímulos en forma de motivaciones, regalándonos un espacio lleno de corredores ilusionados que no hacen más que contagiar adrenalina a diestro y siniestro. Merche está conectada con su entorno y por sus piernas fluye ilusión e intención, ve más cerca el reto de bajar de las 4 horas; ¿menos de 4 horas?, ¡parece algo sencillo!, puede parecerlo para ti, lector, no desde luego para ella, una mamá de 44 años con duras jornadas de trabajo, una casa grande y dos niños agotadores, esa misma mujer a la que hace 6 años justos se le atascaba hacer 200 metros seguidos al trote. 

Y en ese cuadro un poco picassiano aparezco yo, con las piernas tiembla que te tiembla y recordando un viejo pánico escénico, ese que sufrí en el mismo lugar y el mismo evento, pero cuando era cuatro años más joven..., rememoro aquella situación viéndome soltar plegarias por terminar mi segunda maratón en su tercer intento, ya que en el segundo, 21 días antes en tierras valencianas, resultó ser un accidente de infausto recuerdo (véaseme allá esperando la ambulancia en el 39 totalmente acalambrado). Y el miedo suele ser una dulce rutina antesala de la sonrisa, en el Castellón de entonces no hubo finalmente accidente, terminé feliz y contento, y...sobre todo sin calambres,... 
...luego quise más, y luego lo conseguí, y quisé más y luego,...luego caí (todavía no me he levantado del todo).

Pero no se trata del pasado, se trata del "aquí y ahora", estoy rezando por ella, por su rendimiento, por su rodilla, y me siento un poco responsable, tengo incertidumbres pegadas a mi dorsal, creo por momentos que mi pierna izquierda no va a aguantar, creo que no podré ni servirle de liebre digna, tal y como ya sucedió en el Trail de Doñana de hace unos pocos meses. Pero temer, temblar, dudar son consecuencia de vivir todas estas locuras y significan que  ESTAMOS MUY VIVOS.

...más me preocupa la desconexión, la soledad..., suerte que la tengo a ella a mi lado.


Comienza el movimiento, ese que es nuestra esencia
...La veo nerviosa y a la vez tranquila, sabe lo que tiene que hacer y tiene aprendido que sus piernas gozan de memoria. En la línea de salida rezo sin rezar a algo concreto, siento que es emocionante vivir el reto de otro ser, sobre todo si ese ser el que más quieres; es más emocionante que vivir tu desafío en primera persona, actor secundario junto al actor principal que más te importa.

Las piernas comienzan a engranar la maquinaria, ya estamos en marcha, ¡bendito movimiento que es que nos mueve!,  juego de palabras y redundancia contruída con alevosía. Los planes sobre el papel se van reflejando en el garmin pero ¡cuan fácil es hacerlo al comienzo!, con las piernas frescas, la gente animando y la moral intacta ¡sería casi imposible no sentirse bien!. Merche luce feliz y a la vez concentrada; veo en su tez el de una luchadora que hoy se dejará el alma en el intento.

El globo de las 4 horas no es utopía difícil de alcanzar y nos acoplamos a él junto con un montón de almas que luchan por el mismo fin, pero cuesta tanto capear tanto tropezón, tanto tirón y agobio y por ello en el 8 pegamos un apretón y nos vamos para adelante, ella obediente y yo sin pensarlo mucho porque de meditarlo no se me hubiera ocurrido tirarnos a piscina con tan poca agua. Alcanzamos el ritmo de 5´20´´ por kilómetro y sus piernas van como la seda, al menos por ahora; el globo se aleja a nuestras espaldas a la vez que nuestros egos crecen

Hoy mi principal músculo cumplidor habrá de ser mi mente que tendrá que echar números midiendo desfases del aparatito, que siempre mide menos y se hace difícil controlar tiempos y ritmos, variables esenciales en esto del maratón, pero sé que vamos cumpliendo el objetivo. El tiempo avanza y en ese avanzar llegan los primeros nubarrones, tormentas figuradas, claro, porque a mi mujer a un par de kilómetros del Puerto del Grao le cambia la cara. Temo que se venga abajo, pero luego pienso que hace falta mucho temporal para que eso ocurra, ella es una guerrera. Minutos más tarde recupera la determinación en sus ojos.

La vuelta a Castellón se hace "calurosa" y eso lo notamos, pero mantenemos el ritmo y por ello conservamos las esperanzas. Pero el globo ya no están tan lejos, viene acechando. Ya en la capital, la gente se desgañita animando, las bandas de música te ponen los pelos de punta y me siento muy vivo en esta que es su lucha; la segunda tormentilla nos llega en el 27 le veo la cara y no me cabe duda de que está sufriendo. Le pregunto y asiente, "sí, sí que sufro"...le contesto: ¡amiga, esta va a ser tu primera maratón en su sentido más amplio, las otras dos fueron maratones sin apenas penar, es decir, no fueron maratones de verdad!.

Y el resto....el resto es a lo que hemos venido

Y el resto lo puedo resumir en un: "quiero y como quiero puedo", el globo nos busca pero no nos pilla, mi garmin me vuelve loco, mis piernas me pesan, pero la izquierda se queja poco, me siento crecido, ¡haré de liebre hasta el final!; me pongo en su pellejo y sólo por ello me duele su dolor así que tengo que seguir arengándola, para que logre su sueño. Pasamos la maratón según mi Garmin en 3 horas 52 minutos pero aún queda algo más de un kilómetro, ¡menudo desfase!, y sé que lo va a conseguir, va a ser CASUALMENTE PARALELA a mi entrada por el Coliseum romano, casi calcada, giramos y quedan 200 metros, se ve el crono marcando las 3 horas 58 peladas, y sí, es justamente tal y como lo viví yo en 2013 allá en Roma (con 60 minutos menos), pero el momento es tan emocionante como lo fue entonces, y el logro es mayúsculo más grande que el mío. Cruzamos en 3 horas 59 y pico, 3 horas 58 y medio tiempo oficial, ¡lo alcanzaste, ya es tuyo y no se te puede escapar!. ¡Las piernas tenían memoria y ahora tienen este recuerdo!, ¡Vaya crack que estás hecha!, y pienso en aquella su primera vuelta agónica al parque: entre el aquel entonces y este ahora hay un camino sufrido pero perfecto y...eso sí, sin retorno, ¡cuánto hemos cambiado!. Nos fundimos en un sincero abrazo, estoy abarcando con mi cuerpo el cuerpo que más quiero y por momentos siento que soy una península, pero una península afortunada por estar unido al resto por un alma tan especial como lo es ella.

PD: Gracias a la organización de la Maratón de Castellón por permitirnos vivir una aventura tan perfecta. Ellos colaborarón con muchos mimos y detalles. Gracias a los que nos seguís por vuestro apoyo.