RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 28 de mayo de 2017

MINEROS TRAIL 2017: YA ERA HORA DE LLORAR DE ALEGRÍA

A ver cómo me lo monto para que esta crónica sea algo más sencilla y directa, tal y como fue mi carrera, así que he intentado no meterle demasiados aditamentos, si notáis que lo hago en exceso me lo decís...eso si lo leeis, claro...

A zona minera y sin tener que picar

Otro madrugón, Merche y yo en pie y tomando rumbo hacia Cabezarrubias del Puerto, un pueblo de la zona minera cercana a Puertollano donde se iba a disputar la conocida Mineros Trail, casi 27 kilómetros y +1200 metros, pero por terrenos técnicos según había podido comprobar analizando  el track; poca pista, mucha senda pedregosa y un circuito rompepiernas y entretenido.

Merche "cogida con pinzas" aún con alguna molestia de su ultra y yo con sentimientos contrapuestos: cabreado por lo de dicho ultra, esperanzado por el momento en el que me encuentro y extrañamente "seguro" de lo que tenía que hacer. Saludamos a la gente, a Lucio, ganador del ultra, a Francisco Arreaza un pedazo de corredor bolañego que se había quedado tercero en el ultra y que en este caso no iba a disputar el trail y como no a algunos compañeros del Pozo Norte, como Pedro o Gregorio, club al que tanto cariño le tenemos. Recogemos los dorsales, calentamos un rato y en un pis pas nos vemos en línea de salida otra vez, sin tiempo de pensarlo mucho.

Me pesan las piernas y a la cabeza de carrera le pesan las dudas

Le doy un beso a Merche y oigo el pistoletazo; no necesito más que una docena de zancadas para comprobar que no es el día; quizá lo que quedó del trauma del domingo anterior, quizá no haber dejado descansar a mi cuerpo corriendo tanto, el caso es que todo me pesa. Comenzamos a subir por un carreterín asfaltado y a unos 100 metros va la cabeza y a no más de 30 metros veo a Juan Cano del Club de Atletismo Membrilla, al que querría que fuera mi referencia ya que sé que está mejor que yo pero pretendo ir lo más cerca posible; pero no, no voy bien. 

De repente compruebo que los de la cabeza hacen cosas raras: se paran, dudan, charlan, ¡están perdidos!, efectivamente no hay balizas, después de unos momentos de auténtica confusión nos damos cuenta de que todos, absolutamente todos,  vamos mal y que nos hemos pasado, sin darnos cuenta, la senda que teníamos que coger por lo menos un kilómetro antes. Así que todo el pelótón volvemos sobre nuestros pasos en busca de dicha senda. Los últimos serán los primeros, ya lo decía la Biblia. Encontramos la senda y ni rastro de la baliza, se la han llevado. Comienza la cuesta y siguen sin funcionarme las cosas, me siento mal, no voy a gusto; cinco minutos más tarde me pasa Juan y sé que se va "para no verlo más". La cosa se pone más dura aún, más pendiente, pero no es que el terreno o la ascensión sean muy exigentes, es que no me van las piernas...

Del pozo sólo cabe mejorar y Juan ayuda

Malas sensaciones, mal momento y todo tras lo que había vivido en el ultra trail días antes. Madre mía, ¡no hay forma!, pensé. Pero en la bajada me recupero un poco y comienzo a ser más optimista; me doy cuenta de que Juan no está a mucha distancia. Alcanzamos una pista en un falso llano y lo llevo ahí a poco más de 50 metros y mi negativismo se torna en positivo. Además, no llevo a nadie. Las piernas así casi sin querer empiezan a fluir.

En el primer avituallamiento Juan para pero yo no (llevo mi chaleco con dos soft flask a medias de isotónica y la idea es no parar en ninguno). Así que me pongo por delante. La pista continúa hacia lo que va a ser una subida algo exigente y allí me caza; mientras subimos charlamos, intercambiamos impresiones y yo ya comienzo a estar cómodo, por partida doble: por mis buenas sensaciones y porque voy relajado charlando. Siento que tengo que contenerme y no pienso "dejarme las piernas" como acostumbro en la montaña.

Comienza lo bonito

Ya en lo alto comienza el cresteo, una zona técnica de toboganes bien larga, con entrenimiento del bueno, hay que ir con cuidado para no dejarse un tobillo y esto será así  unos 3 o 4 kilómetros. la hago rápida, voy suelto y Juan me sigue de cerca, a veces oigo la maleza a su paso, de repente en una senda dejo de ver balizas y me paro, Juan aparece por detrás y me dice que vamos bien, efectivamente, unos metros más adelante oteo otra cintita, ¡a seguir que no nos hemos perdido!. Ahora una bajada pronunciada en la que me vuelvo a escapar, comprobando que estoy siendo algo más rápido que él cuando hay que echar mano de la técnica; otro cacho de pista cortito y toca ir por una senda entre jaras, muy bonita por cierto. Allí me pilla y volvemos a charlar. Llegamos a las pedrizas, una extensión de unos 400 metros llena llena de piedras que imposibilita correr, y allí nos alcanza y pasa un corredor, el único que nos va a pasar en toda la carrera, un tal Samuel. Me cantan que voy 11ª tras Samuel, duodécimo Juan y al terminar el pedragal me desoriento, me equivoco de camino y Juan me adelanta. Le sigo entonces por una senda técnica pero rápida, lo llevo a 10 metros y voy cómodo, verdaderamente estoy disfrutando. Toca bajar y bajar y ese tramo se hace rápido, pero no dejo que Juan se me vaya.

Ahora llegan las cuestas y toca "tirar de cuadriceps"

Por fin llegamos a un cortafuegos en una acusada bajada, al final del mismo se ve el puesto de otro avituallamiento y compruebo como Samuel arranca del mismo tras avituallar; al llegar al avituallamiento Juan para y yo continúo. Ahora toca zona bonita de bosques, miro atrás y Juan no viene, pero tampoco veo a Samuel por delante. Pienso en contenerme para no venirme abajo en la última parte porque sé que ahora viene una parte dura, me vuelven a cantar que voy 11º y justo llegamos a una carretera y marchamos por la pista paralela. Ante mi una larga cuesta, toca salvar algo más de 200 metros y tengo dos opciones forzar corriendo o andar, decidó lo segundo. Juan me da caza, pero cuando me pilla no sigue corriendo, se pone a mi lado, lo cual significa que no va sobrado. Pasamos a un nuevo capítulo: una senda que se pone cada vez más empinada y estoy disfrutando como no recordaba hacerlo en un tramo de subida por montaña; echo el cuerpo hacia adelante, me agacho y pongo las manos en mis cuadriceps y me chupo toda la subida con buen ritmo, dejándome de nuevo a mi compañero rezagado. Ahora toca llanear y subir y en este tramo siento molestias, pequeños agarrotamientos en las pantorrillas, pero no son calambres. Decido no tomar sales y por suerte se van las molestias tan pronto como cojo ritmo y llego al avituallamiento del 21,6, para nosotros casi 24 ya, por lo de la pérdida inicial. Allí sí paro y me tomo un poco de isotónica de la organización, pero no como nada sólido, no quiero sorpresas.  Unos segundos después aparece Juan y no lleva muy buena cara; yo arranco y sé que quedan dos subidas durillas, así que me pongo de nuevo en modus "reservón" corriendo por la pista a un ritmo fluido pero sin prisas, siento que podría meter dos marchas más pero no lo hago porque sé que de hacerlo castigaría mis piernas en las duras subidas.

Las cruces blancas

Un voluntario me indica que hay que salirse de la pista y subir por la dura pendiente "siguiendo las cruces blancas" de una trocha pedregosa; recuerdo que son no más de 300 metros lineales pero de fuerte pendiente; miro atrás pero no viene nadie, así que me relajo. Veo los signos que me habían indicado hasta alcanzar lo alto donde hay una cruz grande y bancos para el asueto. Ahora toca llaneo y toboganes de sendas muy pedregosas y me veo otra vez subiendo, en esta ocasión hay que salvar otros 100 metros en unos 800 metros, pero hay cachos de mucha pendiente, no importa, ni aunque haga calor, las piernas responden y corono sin problemas, sé que es el último escollo y me siento orgulloso de como he gestionado la carrera.

Viviendo emociones desconocidas

Tras una senda llena de jaras con terreno ya más fácil alcanzo un punto donde está Francisco Arriaza y me dice que no queda nada y que voy sexto, yo le digo que no, que voy 11º  y alcanzo otro avituallamiento donde no paro, ¡para parar voy yo!, ahora toca una trialera muy técnica y complicada llena de matas, donde me pego varios sustos porque dejo de ver balizas y en más de una ocasión temo haberme perdido, como me ocurrió en Casares cuando ya lo tenía todo hecho, pero ¡no. no me he perdido gracias a Dios!, siempre acabo viendo la cintita ante mi, en este tramo me dejo la piel literalment con mil matorrales que me quieren saludar. Llego de nuevo a la pedriza, donde me dicen que me quedan poco más de dos kilómetros y que he recuperado un puesto, y ando perdido ¿sexto?, ¿décimo?, ¿undécimo?, ¡que más da!

Toca bajar, cachos técnicos, llenos de piedras y matas, donde sufro por la impaciencia de llegar, por fin alcanzo terreno de siembra y por mirar atrás tropiezo y casi caigo, ¡no viene nadie no la vayas a liar ahora!. Voy emocionado y pienso que si voy 11º quien sabe si con un poco de suerte tengo premio en la categoría entre 40 y 49. Alcanzo el pueblo y es la primera vez en mi vida, la primera vez desde que corro, la primera vez tras haber recorrido en estos últimos seis años y medio más de 21.000 kilómetros que siento que el kilómetro que estoy haciendo tiene expectativa de premio y me llega un irrefrenable sentimiento de emoción que me llena y que da más gasolina a mis piernas. Giro tras la cuesta abajo y enfilo cuesta arriba sintiendo que las piernas se entumecen, pero ya es tarde, voy a llegar con fuerza, último giro y ahí está el arco.

Todo en su sitio menos la clasificación

Cuando cruzo la meta me agacho por el cansancio, pero no necesito echarme en el suelo, estoy bien; ando, me muevo y me siento muy contento, 3 horas 14 minutos en 29 kilómetros (según el garmin de Mercedes), y una prueba dura, bastante complicada. Me acerco al puesto de tiempos y ahí está nuestro gran atleta Javier Bermejo, olímpico puertollanero de salto altura, para más referencias, le pregunto y me dice: 11º y has mojado, 3º de la categoría Veterano, ¡no me lo creo!, tanto es así que no reacciono ni para bien ni para mal. Busco la fuente de agua fresquita en la que había pensado en algún momento a lo largo de la carrera y me abandono a la entrada de líquido tan precioso en mi gaznate. Juan aparece ocho minutos después que yo, visiblemente cansado pero ha hecho un carrerón, sin lugar a dudas. Ir cuando las piernas fluyen no tiene tanto mérito. Todo está en su sitio, no siento molestias de ningún tipo, no tengo calambres, no tengo naúseas, bueno, todo está en su sitio salvo la clasificación, porque no es lo normal, mejor dicho, nunca jamás estuve en puesto de podium. Bajo al coche a cambiarme y entonces me sucede algo que tan sólo me ha ocurrido en otras dos ocasiones desde que corro y que es muy emocionante: como me ocurriera minutos después de cruzar la meta en el 10.000 de Daimiel donde bajé mi marca dos minutos tras el trauma hospitalario de la Maratón de Valencia, como tambien sucediera al rato de cruzar la meta en la Maratón de Roma con mi inesperado sub 3 horas, siento que me viene el llanto en forma de ahogo, lloro a lo bestia durante no más de 10 segundos, la emoción me pone los pelos de punta y unos segundos después me calmo, ¡ya se ha pasado!, ahora vuelve la contención, Javi.

Lo de Merche no tiene nombre

Sólo queda completar la jornada con la llegada de Merche. Estoy viendo llegar a chicas seniors, unos minutos después aparece Rosa María y su marido, la veterana que le ganó en el Corretrail e intuyo que está a punto de llegar. Voy al coche y espero, y justo veo su silueta por el retrovisor, ¡ahí viene!. De nuevo entera, aunque no ha sido un paseo, desde luego; siete días después de un esfuerzo tan mayúsculo como un ultra de 8 horas y media aparece mi mujer terminando segunda veterana en un trail de los duros, y lo hace en 4 horas y 18 minutos, quinta mujer, pero segunda de su categoría; de nuevo me tengo que frotar los ojos para creérmelo.

Lo que viene después suele ser estupendo

Tras las carreras viene lo mejor: la organización agasaja con comidas y bebidas; hay cháchara con unos y con otros: estuvimos hablando con Pedro de Membrilla, un chaval que conocemos del gimnasio donde vamos, y que se desvive echándonos un montón de fotos en el podium, hablamos con Pedro del Pozo Norte que ha corrido y sufrido como un campeón y hablamos con Pilar Sánchez a la que le dedico el siguiente párrafo.

Va por Pilar Sánchez

Se nos acerca una chica, Merche me dice que la tengo agregada en facebook desde hace tiempo y charlamos. Ha corrido la prueba corta 14 kilómetros, ha sido tercera absoluta con un muy buen tiempo de 1 hora 31 minutos y lo ha hecho sin apenas visión, así como se lee. Normalmente lleva guía en asfalto, así que hacer una prueba como la del domingo, ella sola, sin apenas ver es más que una proeza, para mi fue la auténtica protagonista del evento. Para poder correrla tuvo que memorizar el recorrido en un montón de ocasiones y durante unas cuantas semanas, ¡eso es pundonor!. Así que Pilar, ahora cuando felicites a Merche por sus carreras ya sabremos que las felicitaciones vienen de una crack auténtica, de las de verdad, de las que tienen mérito. Todo un honor tenerte como amiga en las redes sociales y a partir de ahora también en la vida "real".. 

A la organización

Felicitaciones sinceras a la organización por una prueba tan bonita, tan bien señalizada (lo de aquella baliza fue culpa de alguno/a del pueblo, con avituallamientos tan completos y gente tan maja. Menudo reportaje fotográfica, menudas migas y vaya manera de cubrir el evento. Os llevaré siempre en mi recuerdo porque además habéis supuesto mi primer y quizá último podium.

¡Gracias!

Y aquí las fotos






































Merche contenta pero algo acojonada



 Salida explosiva


Primera subida, pérdido entre la maleza



Igual de perdido entre la maleza pero ahora más cerca



Juan pisándome los talones




Merche disfrutando aunque diga que no



Merche adelantando a un runner

 

Segunda subida haciendo piña con Juan

 

Se nos ve entre los carrascos



Merche en plena pelea



Zona rápida entre jaras tras las pedrizas: Juan disfrutando



Entre jaras y a ritmo



Se me en la cara que tengo ganas de no pifiarla






Paso de largo uno de los avituallamientos. Parece que voy buscando la cintita roja y blanca.



Se nota el calor y hay que avituallar








Merche aprieta los dientes en segunda subida
























Bajando el cortafuegos


















Con la boca llena poniéndose hasta arriba


 






Exultante en mi primer podium

 



Otro podium más de Merche y estaba contenta por ella y por mi



 

Estas dos fotos probablemente no se vuelvan a repetir jamás


















Pilar, la de la derecha, ¡menuda crack!

 






















Pilar y un servidor

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