RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 16 de junio de 2017

LA CRÓNICA DEL CAMPEONATO EXTREMEÑO DE MONTAÑA: CARRERA PENCONA 2017

El día "D" era en Aldeanueva de la Vera y no en Cardiff

Conciliar el sueño y excitación no casan bien, es algo que hemos aprendido "a fuego" los que corremos cuando contamos ovejitas la noche antes del día esperado. Sin embargo no hubo que luchar mucho contra el insomnio, quizá por estar cansados del viaje o tal vez por nuestra ruta senderista vespertina, probablemente por ambos hechos. Los fervientes seguidores madridistas de Losar de la Vera no consiguieron que el sueño retrasara su llegada, porque en verdad que la "jarana celebracional" se quedó sólo en conato de fiesta, con cuatro bocinados y cinco voces. Me rendí a la suavidad de las sábanas, la noche fresca y el colchón agradecido para poder estar a las 05:50 en pie quitándome las legañas y con la alcachofa de la ducha en la mano tratando de averiguar dónde puñetas había dejado el champú. Hubo desayuno ligero en la cafetería del hostal, y no tuve problemas para recuperar mi botella de litro y medio de isotónica del Lidl de dentro del refrigerador de a lado de la barra, donde horas antes la había introducido con el beneplácito del dueño. Llené mis dos soft flask con esta bebida experimental (decir que lo he probado ya casi todo con el fin de encontrar la pócima que no haga mal a mi maltrecho sistema digestivo) y recé para que en esta ocasión funcionara el invento. Mientras Mercedes despertaba a Jorge y a Inés yo aproveché para liarme de cháchara con Óscar, un runner de Badajoz que se hospedaba en aquel hostal, y estuvimos intercambiando batallitas sin darnos cuenta de que las manijas del reloj azanzaban hasta casi dejarnos en "fuera de fuego", es decir, que tuvimos que salir de allí con el tiempo "en los talones" y a pesar de todo aún pudimos estirar un poco los minutos para sacar dinero en un Liberbank en Jarandilla de la Vera y que de esta forma los crios tuvieran algo de cash para darse un capricho comprando cosas que normalmente tienen prohibidas (esa era la forma de devolverles el sacrificio de estar toda la mañana esperándonos durante la competición)

La montaña, el alcohol y la locura

Llegamos a Aldeanueva con una media hora de margen y aparcamos con facilidad en una zona de garitos, a no más de 150 metros de la salida, que eso sí, estaba todavía poblada por los "habitantes de la noche"  que aún no se habían dado cuenta que ya había amanecido. A juzgar por las cosas que hacian y decían me los podía imaginar "durmiendo la mona" al tiempo que nosotros estuviésemos coronando esa mañana el alto de la Panera, y es que  mientras unos cuantos locos pretendíamos exprimir esa fabulosa mañana de domingo montaña arriba montaña abajo, otros darían la jornada dominical prácticamente por finiquitada en forma de "condena resacosa". Viéndoles no sentía envidia concienciado como estoy de que las sendas y los barrancos nos han atrapado y ya no hay vuelta atrás.

Dispuestos a devorar todos los kilómetros que caben en una nueva ilusión

Merche nerviosa como siempre que se enfrenta a la naturaleza, yo alterado como nunca y tratando de pelearme con una especie de nudo en la garganta que me hace sentir dudas a  cada pensamiento que asalta mi cabeza. En mi mente advertencias y consejos resuenan, todos relativos a la dureza de la temida Pencona, y en mis ojos no veo nada más que montañer@s con demasiada buena pinta, y pese a que ya no soy novato en estas lides, siento la inseguridad propia de un asfaltero pensando que me hallo entre expertos en piornos y trialeras pedregosas. No ayuda mucho ver los carteles que anuncian que se trata del Campeonato Extremeño de Montaña, y me siento más "popular" que nunca, de los que salen a correr un rato los domingos por la mañana. Pero lo cortés no quita lo valiente, el miedo no mata la ilusión, así que también me siento joven y entusiasmado: somos de La Mancha profunda donde las vides, el Sol y la llanura lo inundan todo anulando la posibilidad de hallar la sombra de un árbol o un pedrisco en alguna improbable cumbre; que sepáis que hemos venido a tierra de conquistadores para alcanzar experiencias de esas de "no olvidar".


El Trail Sierra de la Mosca es a nosotros lo que "la primera cita" a unos enamorados

El pis llama a mi puerta, más que por exceso de hidratación por puros nervios, así que tras una especie de calentamiento muy muy light Merche y yo nos acercamos a la Casa Consistorial donde busco los servicios y en el proceso me encuentro con David Higueras, de Cáceres capital; ¡que alegría verte!...Os preguntaréis quién es este muchacho...para mi mujer y para mi es uno de los nexos de unión con nuestro amor por el trail...

...Corría el 2014 cuando con apenas unos pocos kilómetros de montaña bajo nuestras suelas nos desplazamos a disputar el denominado "Trail Sierra de la Mosca"; y aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid regresar a uno de los destinos que más nos gustan dentro de esa provincia de "10" que ejerce de imán en nuestras voluntades. En la charla técnica previa el bueno de David, organizador, está dicendo una serie de "extraños latinajos" que nos dejan perplejos: "trocha", "trialera", ¿qué demonios son esas cosas?, tan sólo nos sentimos algo más tranquilos cuando comenta que se trata de una prueba de "dificultad técnica baja", pero nosotros somos de asfalto 100%, capaces de tropezarnos con el bordillo lateral de una avenida sin bordillos. He de decir que el final de aquella historia fue imprevisiblemente muy feliz: nos trataron de lujo, Merche obtuvo su primer podium y al año siguiente repeteríamos con el mismo resultado final, mucha felicidad y..... regreso al presente....¿por dónde iba?, ah sí,  estoy en Aldeanueva charlando con David, un poco más de calentamiento y pis pas, llega la hora.

Cuando la adrenalina eriza tu espíritu

Merche y yo no hemos podido evitar contar el número de chicas que se aglutinan en la salida. Es pura deformación profesional, porque se ha habituado a subir al podium en cada prueba de montaña que disputa, ya sea en La Mancha, en la Comunidad Valenciana, Cataluña, Andalucía o Extremadura, digamos que está "muy mal acostumbrada" aunque también es muy valiente por ponerse bajo el arco hinchable siendo una mamá ya madurita con trabajo estable y dos niños criaditos que no quieren quedarse aún huérfanos. Eso sí, ya va sabiendo escuchar a la montaña, ya se comunica con ella, y lo de amarla..., lo de amarla, eso fue desde la primera vez; ha llovido tanto que incluso ha aprendido a comerse uno tras otro los muchos kilómetros que componen un ultra y todo sin que le sienten mal,  y así en menos de 9 meses ya se ha zampado dos. Pero hoy es distinto, hoy el entorno le asusta especialmente, con la estampa de alguna crack que impone con su hechura; ¡venga Mercedes!, no nos engañemos, hemos venido a aprender y recibir disfrute puro 100% en vena. 
Toca el "corralito" y minutos después ya estamos todos fichados y enfilamos en grupo hacia la salida para iniciar una nueva empresa. Siento como fluye la emoción y mi alma juvenil de veinti y pocos se asienta en mi cuerpo ya viejuno cercano a los cincuenta; pero antes de comenzar hago una petición: que por favor las piernas me respondan como lo hicieron en Casares o en Cabezarrubios del Puerto, sé que estoy en mi mejor momento desde que comencé a correr, incluso mejor que cuando viví mi sub 3h en Roma en 2013, y ahora sólo espero saborearlo con "buen gusto", que lo bueno nunca es eterno, más bien dura poco.

Por tierra de contrastes casi un sueño

Se da la cuenta atrás y zas, los de delante salen como "almas que se lleva el Diablo". Mis piernas simplemente van, sin grandes sensaciones, pero no me siento pesado, con eso ya contaba. Recuerdo los tres primeros kilómetros porque unas horas antes los hemos recorrido en plan senderista con los niños, y quiero abrir bien los ojos porque no es para perderse nada. Las primeras cuestas a la salida del pueblo pican pero se puede resistir. Dejo atrás a Mari Luz Jarrín, ¡menuda corredora! y me asocio con dos runners, los cuales también han estado hospedados donde nosotros. Van charlando y yo pegado justo detrás, algo no muy elegante en montaña, pero no se molestan por ello. Contemplo la preciosa senda, veo los cerezos, tras ellos van esos viejos robles y los verdes helechos, es emocionante oir el agua correr a los lados, casi perfecto, tanto que por un momento me olvido de que estoy compitiendo. Mantengo la estela de esta pareja hasta el kilómetro cuatro y a partir de ahí pienso que toca ser valiente y meto una marcha más, me largo de allí a la buenaventura. Desde ese momento mis sentidos dejan de disfrutar tanto del entorno, lo cual es una pena, pero a cambio los utilizo más en concentrarme en la carrera. Cada rato que pasa siento que estoy mejor, y pienso en la fórmula que me grabé a fuego en la Mineros Trail y que tan bien resultó: "contención, tranquilidad, constancia y todo sin pausa".

La eterna pero estupenda subida a la Panera

Aunque casi siempre vamos subiendo llega un momento en el que el paisaje cambia y soy consciente de que ha comenzado lo duro. Manos en los cuadriceps toca tener paciencia y subir en fila de a uno. Temo que las piernas se me mueran como ya me ha ocurrido en algún que otro trail, y es que ascendiendo soy una incógnita; pero pienso en positivo y me agarro a las buenas sensaciones que vengo experimentando en los últimos dos meses y que me han hecho olvidarme del pozo del que he salido. Y así es como cada metro es como un compás en una canción, que suena agradable y que no esperas que termine; adelanto puestos y veo como la distancia crece en la pantalla de mi nuevo GPS, al que me he propuesto ignorar todo lo que pueda; Y de forma casi como sin querer llegamos al kilómetro 10, a lo más alto, con la sensación de que la canción ha terminado sin avisar y no me importaba seguir escuchándola . Me cantan que voy el 36 y realmente no me preocupa el lugar que ocupo, hoy el paisaje que me rodea es infinitamente más grande que mi ego.

¡Bajadas técnicas!, nunca fueron lo mío aunque son "entretenidas"

Lo que viene ahora es lo más aventurero de todo este relato. Toca bajar desde lo alto de un macizo tremendamente bello por la variedad de plantas bajas y diversidad de tonos verdes, pero eso sí, cuesta avanzar al ritmo que uno se propone. Pronto siento que me pasan por la izquierda, por la derecha, otro nuevamente por la izquierda, y así cuento al menos 4 o 5 corredores y yo me asocio con una chica, justamente la que tenía esa pinta que tanto había asustado a Merche. Charlamos un rato, le hablo de Gemma Arenas, me dice que ha competido con o contra ella, depende de cómo se mire, también me comenta que "baja como un pato", y pienso que ambos estamos en el mismo club; unos minutos después me voy hacia adelante y dejo de saber de ella, al menos por un tiempo. Y lo que acontece es la parte "patética" de mi estilo de correr por montaña. La cosa se pone fea en eso que llaman piornos, no hay donde pisar, y o bien te doblas el tobillo con una planta, o te lo haces con una piedra, también puedes hundir el pie en barro o lo menos es que te empapas en agua hasta el calcetín, todo en riesgos de apuesta a partes iguales; en una de esas tropiezo y caigo con biz cómica sobre las plantas arañándome un poco el mentón, pero me levanto como un resorte, no vaya a ser que me vean en ese lamentable y humorístico estado. Me adelantan otros cuantos, maldigo, suelto algún taco, me ato la zapatilla izquierda que se ha desatado de tanta brega, pero para mis adentros sigo disfrutando.

La lechuza que busca su habitat natural

Llegamos al cuarto avituallamiento donde según me contó después mi mujer se veían unas cascadas de agua preciosas, debían estar ahí pero yo me hallaba tan abstraido que ni me entero de su presencia. Paro, pero no a beber, sino de nuevo a atarme ambas zapatillas que se desatan por ir los cordones chorreando; y reanudo la marcha para ir comprobando como afortunadamente soy como una lechuza que va encontrado el terreno donde se halla más cómoda: la senda se hace llana y se convierte en pista y en bajada, meto marchas y "a correr", gano algunos puestos, y voy con un grupo de otros tres corredores; por momentos me pongo a 3´30´´, aunque siento que no hay que abusar; estoy seguro que parezco un poseso, como alguién muy habriento que no ha comido en tres días; aún así, pese al ritmo que llevamos sentimos que algo nos sobrepasa por nuestra derecha es Andrea Gil, la chica de buena pinta que nos adelanta cuan caballo de carreras adelantando mulas, no me importa, ella juega en otra liga. 

Veo a unos metros el siguiente avituallamiento, en el kilómetro 17 y no voy a parar, aplicando lo de "sin pausa" de mi nuevo lema; no siento visos de deblidad ni de malestar digestivo y ello a pesar (o gracias a que) voy bebiendo constantemente mi "bebida mágica del Lidl" que agradezco que me vaya sentando tan bien. Tras la sombra del puestecillo con voluntarios empieza la segunda subida, menos exigente que la primera pero también de consideración y la casualidad me lleva a que en ese mismo instante Andrea arranque desde el avituallamiento, los otros tres compañeros se quedan refrescándose y yo me pongo tras ella; pronto compruebo que a Andrea va trotando e incluso correr; aun cuando la pendiente es a veces de consideración, entre el 10 y el 15%, y cuando la cosa se pone más empinada andamos pero muy rápido, pero lo mejor es que vamos charlando lo cual hace todo mucho más agradable. A esas alturas de la partida yo estoy exultante porque me siento fuerte y estoy disfrutando; continuo con la buena logística aprovechando para tomarme otra pastilla de sal y comerme un segundo turroncillo de esos que compra mi mujer en Decathlon, y doy gracias a que todo esté  cayendo ese día en gracia a mi delicado estómago; casi necesito frotarme los ojos viéndome correr ligero, comiendo y bebiendo de forma constante y con ganas, en una trilogía armónica que no se suele dar casi nunca; adelantamos a unos cuantos corredores y las piernas siguen aguantando hasta que llegado el momento, ya casi en lo alto del Collado de las Yeguas decido que es hora de dejarle marchar, ¡ha estado bien mientras ha durado! y toca aplicar lo de la "tranquilidad" de mi máxima no vaya a ser que me quede tieso más adelante. 

Así se las ponían a Carlos V

Sí, lo sé, el dicho es "así se las ponían a Felipe II", su hijo, pero es que me viene como anillo al dedo el juego de palabras (parece ser que el bueno de Felipe lo tenía "muy fácil" a la hora de contar con damas en su lecho). El papá Carlos se retiró a pasar sus últimos días al Monasterio de Yuste, a unos pocos kilómetros de allí y precisamente estábamos regresando a Aldeanueva por su ruta. Desde el avituallamiento del 20, toca bajar: ¡Javier!, te encuentras bien así que lo tienes "a huevo" para hacer una buena bajada y rematar bien esta faena que "así se las ponían a Carlos V". Y eso hago, aunque no lo suficientemente rápido porque me adelanta un runner que anteriormente habíamos cazado Andrea y un servidor y veo que se me larga sin mucho esfuerzo por su parte, pero no me importa, no me voy a estresar. Bajamos hasta la zona del arroyo, cruzamos el puente, ¡vaya sitio más bonito! y todo el rato voy esquivando piedras en un descenso vertiginoso de esos que hacen las delicias de los que saben de esto, que no es mi caso, en cualquier caso lo intento hacer dignamente, y no me importa lo más mínimo parar unos segundos a echar un "chorrillo", olvidándome en esta ocasión de eso de "sin pausa", pero es que se me hacía desagradable retenerlo tanto; reanudo la marcha más contento, batiéndome el cobre pero sin marchacarme por ello. Pasan los kilómetros y el terreno no acaba de ser fácil nunca, siempre hay algún obstáculo que te obliga a ir atento y frenar tu marcha, alcanzo a un chico y a una chica, es justo donde se juntan la carrera mini y la larga y sé que son de la otra competición, concretamente ella va primera en la clasificación y los voy viendo delante mía a unos pocos metros; llegado el momento me digo ¡qué demonios! ¡tanta contención no puede ser buena!, meto una marcha más y les pillo, arengo a la chavala y le animo diciéndole que yo le llevo a meta, ella lo intenta durante un par de minutos pero no puede seguirme, lo que hace que me sienta rejuvenecer...ahora soy un alma de 16 en un cuerpo de treinta y tantos...

Y desde allí a Aldeanueva sólo experimenté cosas muy buenas

Los últimos kilómetros son plácidos y en solitario; me dan para reflexionar y también para sonreir, noto la mueca alegre instalada en mi cara. Pienso que así debería haber sido en Casares cuando tenía podium asegurado y Nico y yo nos perdimos; me acuerdo de la Mineros Trail cuando también iba sólo y con la intuición de estar a punto de alcanzar el primer cajón de mi vida, como así fue, y me siento bien, aún a sabiendas de que esa mañana no saldré en la foto de las celebraciones pero estoy disfrutando, que es para lo que hemos venido. Cerca ya del pueblo adelanto a uno de la larga que el pobre se cae de maduro y me pongo en su pellejo algo que no me cuesta mucho porque ya he vivido su situación en otras ocasiones. El ritmo ya no va a decaer, por debajo de 5 casi siempre pese a que no hay terreno llano donde pisar hasta que por fin alcanzo el asfalto y conquisto el pueblo; un repecho me hace dudar un poco pero pronto me hallo bajando ya en las inmediaciones de meta y tras un par de giros enfilo hacia el final de esta pedazo de aventura, más feliz que una perdiz y para colmo se unen a la fiesta Jorge e Inés que están sorprendidos por mi puesto en la clasificación y sobre todo por la cara de satisfacción que llevo. Paro el crono en 3 horas 40 minutos y no sé que ve en mi el speaker que decide entrevistarme. Menos mal que me encuentro muy bien, en otra tesitura de esas que suelo gastar me hubiera echado al suelo a descansar y no hubiera sido capaz de atenderle...le cuento lo genial que se ha dado, lo bonito que ha sido todo y las virtudes de la organización, tres verdades como puños. Tras esto me bebo medio manantial del que sale por uno de los caños de esa perfecta fuente, me lavo y cambio y a esperar a Merche, la fiesta aún se puede torcer.

Los ojos como platos y esperando que no haya desgracias

Toca esperar y en ese momento lo que más deseo es que Mercedes no se haya caído, no se haya doblado la rodilla, no se haya dejado los dientes en una de esas grandes piedras de la calzada de nuestro queridísimo emperador, y en mi espera van y cuelgan la clasificación. Me miro y no me creo que estoy donde estoy, justo como me ocurrió hace 23 años en los resultados del examen de Econometría, en una menguada lista de 10 afortunados y yo acercándome para comprobar lo inesperado, ¡que yo estoy ahí!, pues algo parecido, el 33º y cuarto de mi categoría, me siento tan bien que casi no me importa haberme quedado a las puertas del segundo podium de mi vida. Andrea me ha sacado tres minutos y ha sido primera mujer; llegan Laura Jarrín, llega mi amigo David, llega un montón de gente, pero aún toca esperar, y toca rezar, ¡que no le haya pasado nada!.

Jorge y yo nos desesperamos y subimos a buscarla con la esperanza de verla aparecer cuando ya han pasado casi 5 horas desde que el reloj se pusiera en marcha. Estoy tan nervioso que decido regresar a meta y justo llegando a la misma miro hacia atrás y veo girar la esquina a mi hijo y a mi mujer, que va con correr fluido, ¡en esta ocasión tampoco se ha matado!. Brava como siempre trae tambien buen semblante y se ve que ha vuelto a disfrutar, parando el crono en 5 horas y siete minutos en una carrera tan técnica y de tanto nivel, y encima  no es ni mucho menos la última todavía seguirán llegando corredores, y alguna que otra mujer.

El asueto de última hora

A Merche le dan unos masajes para relajarle la cintilla que la tiene igual que una piedra de esas de Carlos V, mientras mi hijo y yo hacemos cola para recibir unos estupendos platos de "migas veranas" y mientras le masajean le acerco sus migas que toma de buen gusto. Charlamos con unos y con otros; doy dos besos a Andrea, ¡menuda campeona!, volvermos a intercambiar impresiones con David, charlo con Juan Pedro y Óscar, de Badajoz, éste último es el corredor con el que había estado cotorreando aquella mañana durante el desayuno, que lo ha pasado fatal con el estómago, y yo no sé cómo aconsejarle porque no puede dar consejos aquel que sufre el mal una y otra vez y no sabe cómo remediarlo.

Me siento muy muy afortunado por todo lo acontecido, difícilmente me puede salir una carrera por montaña mejor que esa en la que a pesar de haberme reservado también lo he acabado dando todo, donde la bebida me ha sentado genial, llegando con fuerza como ya no recordaba, y por supuesto, la historia se ha completado con Merche y su valiente carrera, y como no, con algo que ya comienza a ser repetitivo, su estampa subida en el podium como segunda veterana.

Siempre digo que lo mejor es lo que viene después de un esfuerzo así, el conversar con la gente con la que te sientes identificado, el calor de la organización que se desvive por mimarnos, el rememorar los sitios preciosos que hemos tenido la oportunidad de recorrer, saborear la comida y apagar la tremenda sed, ¡menos mal que no era de la partida de los "habitantes de la noche"!, soy de la partida de los ¡habitantes de la montaña! al menos hasta que regrese a mi llanura favorita.

Mil gracias cacereños

Siempre que vamos a Cáceres regresamos encantados y en esta ocasión es como si todo se hubiera dispuesto para que nuestra vuelta fuera acompañada de una sonrisa de oreja a oreja, en el sorteo en el que Inés es la que saca las bolas le acaba tocando a Merche un buen chorizo ibérico y una botella de vino blanco de Rueda, pero aún hay más, casi a continuación sale mi número y creo que, si no recuerdo mal, es la primera vez en 47 años de existencia que me toca algo, en esta ocasión otro chorizo y una cesta con al menos dos kilos de cerezas. Con agasajos así a ver quién se resiste a no cruzar nuevamente la frontera virtual de Extremadura.

Mil enhorabuenas a la organización con todo milimétricamente bien organizado, muy amables y dándonos calor, perfectos avituallamientos, una bolsa muy completa, en fin, un lujo esta carrera, 1000% recomendable.

Me llevo a mi corazón toda esta vivencia como algo que me gustaría que el Alzeheimer o la muerte nunca borrara

Ahí dejo unas fotos desordenadas en el tiempo...




















Un servidor llegando al avituallamiento de lo alto de la Panera






















Me miran el dorsal en el corralito y me obligan, con buen criterio, a ponérmelo delante.




















El bueno de David llegando, ¡¡menudo crack!!


















David con mejor cara a la salida
























Un posado al final de nuestra llegada. Estamos contentos















La gran llegada de Merche




















Merche y sus dotes montañeras en la Panera

















Satisfacción y concentración de mi mujer en una zona muy complicada, precisamente por donde me caí


















Mi llegada

















Tengo cara como de desafío


















Mi salida, voy pensando, por favor, que respondan las piernas

















En uno de los momentos más complicados para mí


















Merche nuevamente en otro podium
























Llegando al puente, voy muy contento

























Merche sale para un anuncio de una carrera




















Los fieras a la salida


















Estupenda y entregada la organización. Foto de voluntarios en el avituallamiento 2

























Foto antes de la salida, con cara de acojonadillos



























El plato de migas vacío me delata en esta pose con Óscar y Juan Pedro de Badajoz. Haciendo amigos

















Agasajados




2 comentarios :

  1. Que alegría saber que disfrutasteis del fin de semana, si que es una gran carrera, nunca he entendido como hay tan pocos inscritos cuando está relativamente cerca de Madrid. Mi cuñado estuvo a punto de ir, pero al finde siguiente tenía una ultra, la Vetona en Bejar (y va el tío y la gana). Saluda y dale la enhorabuena a Merche de mi parte. Yo estoy empezando a trotar un poquito ya, a ver si también se pasa para mí la pesadilla.
    PD:. me siento orgulloso de que hables siempre tan bien de mi tierra, gracias.

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    1. Que quieres que te diga, que estamos encantados con Cáceres y con los cacereñ@s, siempre nos tratáis de lujo. Me alegra un montón que estés de regreso y ya desde hoy me apunto el acercarnos a tu tierra para aunque sea hacer un día de estos, cuando ya no haga calor una tiradilla los tres, o si se tercia, cuando ya estés recuperado, un trail o lo que quieras. Por favor, mándame un guasap con tu número de móvil, que no lo tengo (lo perdí al cambiar de terminal). Te mando un mail con mi número

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