El sábado tocó despedirse, fue triste, pero al final se nos ocurrió hacer algo que siempre quedará en nuestro recuerdo: reservamos para comer todos juntos (todos menos él, claro), en el mismo sitio, en el mismo rincón, con el mismo biombo que nos separaba del resto, donde casi un mes antes habíamos celebrado su último cumpleaños. Estas dos fotos son de aquel 24 de junio, del día que cumplió años por última vez.
Durante la comida, charlamos, nos dimos calor y hasta sonreimos, y seguro que hicimos lo que a él le hubiera gustado que hiciéramos, ¡vivir!. La tristeza no tardó mucho en volver a acompañarnos
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