RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 15 de julio de 2017

SÁBADO 8: ESO DE CORRER CUANDO NO HAS DORMIDO EN DOS DÍAS

Venía de no dormir nada desde la noche del miércoles al jueves y tras un viaje agotador con gran escala y pérdida de coche incluida. Con todo lo que había comido en Chile y lo poco que había entrenado temía que la báscula me daría noticias negativas, pero no, regresaba incluso con unos pocos gramos menos (no me extrañaba después de tanto estrés). Lo sorprendente fue que una hora después de llegar a casa y con bastante calor, nos cambiábamos y nos íbamos a hacer el circuito alargado de los cerros de la Aguzadera, a buen ritmo y llevando a mi mujer con la lengua fuera. Nos salieron 9,6 kilómetros en 52 minutos, así que no perdimos el tiempo.

Sorprendentemente me sentía bien, algo cansado, pero las piernas iban. Eso sí, el domingo amanecí tan cansado fruto del jet lag que ya no pude hacer nada prácticamente en todo el día, salvo trabajar en mi despacho para preparar unos informes urgentes, así que me dí un descanso deportivo.




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