RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 25 de noviembre de 2017

LA CRÓNICA DE LA MARATÓN DE VALENCIA: EL AHORA QUE ESTA POR LLEGAR



La arena de la Playa de la Malvarrosa

El dorsal reposa ataviado con sus imperdibles, la ropa elegida está convenientemente preparada y dispuesta a pasearse, plegada sobre la silla junto con la vaselina, los geles y los turroncillos, el GPS está tomando fuerzas para poder cumplir con su trabajo,  enchufado al cargador en la mesita, mientras ella yace enroscada en las mantas pensando en la que se le viene encima. En su mente echa una moneda al aire: "cara" dormir, "cruz" noche en vela pagando peaje al sueño. La suerte le sonríe, cierra los ojos y la realidad comienza a desaparecer hasta que la luz de la pantalla del portátil le deslumbra y tiene que pegar cuatro voces a Jorge; los vuelve a cerrar, ahora sí, todo se desvanece mientras la noche atraviesa las aguas que chocan con la arena de la playa. El tiempo se para allí donde otrora la nobleza española buscaba el verano de la Valencia de otras épocas, consumiendo Sol, aguas medicinales y primitivas paellas. Pero en este ahora, de esta madrugada otoñal de domingo, los visitantes foráneos descansan, guardan fuerzas para dejar trás de si una larga distancia que están empeñados e ilusionados en recorrer.


El desayuno de la convicción

Es cuestión de verlo, y dependerá de como se administren los hechos. Lo que coma, lo que cene, lo que desayune antes de la gran cita, las molestias que sienta al agacharse, si la rodilla le pincha, si ha ido al baño con éxito o sin él, si se siente pesada,  sí al salir a la calle tirita de frío; ¡no puede evitar medirlo todo y en el tránsito de esa mesura quiere pensar que podrá con el reto para de este modo evitar llenar su cabeza de interrogantes y dudas. Tendrá que sonar el pistoletazo y comenzar sus piernas a moverse para que termine ese pequeño calvario, pero hasta ese momento toca interiorizar sus posibilidades, sentir ese peso sobre sus hombros, nimio e intrascendente, una losa que suelen portar gratuitamente casi todos los corredores populares, 

Esa mañana desayuna variado: café, zumo, un pequeño sandwich de jamón de york, una tostada, y conforme siente que la energía entra en sus venas surge en sus ojos un brillo, en el que ella no repara; él la mira, lo ve resplandecer, y sabe que su mujer ya está convencida de lo que tiene que hacer, se está llenando de buen rollo, tiene su antídoto mental para contrarestar el veneno de la batalla que le toca librar.

Un paseo al fresco de Valencia

Sin autobuses a esa hora, no es cuestión de esperarlos y sí de ir dando un paseo. Trotes lentos, andares rápidos, en continua alternancia y se acerca a esa bella pero impostada Ciudad de las Artes y las Ciencias; va ensamblada en el disfraz de plástico cortesía de aquella Maratón de Málaga de 2015 pero no es duro combatir el fresquito levantino de la mañana, porque el nerviosismo le está calentando los huesos. El ruido ambiente va inscrescendo, el jolgorio se dispara materializado en cientos de corredores que siguen el mismo peregrinar. Roza las figuras de hormigón, va siguiendo las miguillas que ha dejado la organizacón para encontrar el cajón de salida y ve como el hormigón se aleja...

...Siente una regresión cuando se ve andando y andando..., ....dos, tres, cuatro manzanas,...es como un agravio, no se ha ganado salida más digna, más cálida, la realidad la sitúa en el cajón de color gris, y gris se siente dentro de esa multitud de locos grises. Pero casi sin quererlo ese agravio se torna en encoraginamiento, aunque ella no lo sabe. De espaldas a su mente se está cosiendo una especie de venganza que tendrá que cobrarse en forma de deuda durante la carrera, aunque sea sangrando. Ese color grisáceo tiene que cambiar y ella no lo sabe.

De mil matices

Ya en el cajón se ve como ganado en una cerca, una res que así lo quiere y así lo disfruta. La espera está llena de largos segundos pero la voz del speaker y el tronar de los helicópteros hacen que sus músculos se tensen y dejen de estar despitados. Un cohete explota, el crono comienza su transitar, se imagina una estampida: la élite está saliendo en desbandada unos metros más adelante, al mismo tiempo y en el mismo evento en el que miles de mortales populares lucharán por llegar a meta en el devenir de dos mundos paralelos que se encuentran. Los atuendos están llenos de colores y banderas, en unos metros a su alrededor está representada la geografía de toda Europa, unida para esta ocasión por objetivos a conseguir y expectación, y se pregunta ¿cómo hemos permitido que ese veneno entre en nuestras venas y nos domine?...

...A su lado hay una mujer de edad similar a la suya, con ojos azules, pelo castaño, que bien podría ser holandesa, incluso alemana, pero que se ve delatada en su nacionalidad por la camiseta que viste en la que pone "Italia", pues será del norte, lindando con los Alpes, piensa; en esta narración la vamos a bautizar como "la italiana de ojos azules". Llega el momento, su marido, el que os escribe, le da un breve beso y ella comienza a andar, luego a trotar para ir cubriendo los 300 metros que la separan del gran arco de inicio.

La vivencia que nunca satura el sentimiento

Nota el caucho de la alfombra bajo sus zapatillas, se activa el chip y todo comienza, lo demás ya no importa. Toca desempolvar los músculos  y para ello atraviesa el largo puente, el que luego sale en las fotos repleto de almas rebeldes corriendo. Avanza llena de intención, segura de sí misma y agradecida por llevar a su marido al lado. Tropezar, golpearse, acelerar, frenar, gastar ingenio para no caerse y todo sin dejar de moverse al ritmo previsto; la bajada no es más fácil, al contrario...

...Sus ojos siguen la estela de él que le marca el camino en forma de zig zags entre la gente. Diez minutos después la concentración de zapatillas por metro cuadrado ha disminuido y ya se puede pensar en lo que sea sin miedo a toparse con el corredor de delante; ella se imagina una montaña, un cortafuegos, sube por él despacio, con las manos en los cuadriceps, ya en lo alto toca desviarse a la derecha, toma una fuerte bajada entre bosques que tienen las sendas repletas de agujas de pino...puede oler a naturaleza....

A tu disposición esta aventura

Ahora huele a asfalto, reflex y sudor, justo cuando aparece el cartelón del tercer kilómetro, imposible no verlo tan imposible como evitar mirar el gps. El ritmo lo controla él pero ella no puede relajarse, lo lleva en su ADN. En los siguientes minutos hay más de lo mismo, en un constante dejar  pasar el tiempo, un remar de brazos rítmico, una continua repetición de gestos, viendo carteles y carteles que la acercan. Llega a las inmediaciones del puerto, y ahora el mar entra por su nariz. En este tramo es feliz porque se siente realizada comprobando como su cuerpo es una máquina con las piezas bien engranadas...
...El mar queda a la izquierda y el cartelón número cinco le recibe. Poco después su marido le da una botella de agua, bebe porque está escrito en el procedimiento. Él le pregunta con un simple gesto, ella asiente comunicando su felicidad sin necesidad de intercambiar palabra alguna. La avenida discurre hacia poniente hasta alcanzar una rotonda, ahora toca regresar sobre sus pasos y mirando la tropa que viene de frente atina a ver cuatro camisetas moradas, compañeros del club "Extenuación de Valdepeñas", compañeros también de aventura. Digamos que son "los cuatro extenuados morados y felices"


El camino transita 


Otra larga avenida, todo llano, nada de cortafuegos ni sendas con piedras, todo pensado para que el esfuerzo se centre en conservar el ritmo, en luchar contra la monótona cadencia y el paulatino desgaste. El cartelón del 10 le dice que hay que mirar el gps, 55 minutos y pico; un poco después se ve engullendo ese líquido azul que dicen que está lleno de electrolitos el cual compagina con el lento roer del primer turroncillo...

...Se ha acostumbrado a los gritos, a la arenga constante, el  "vamos Merche"; nunca la llamaron así antes de conocerle; fue él quién utilizó el apodo en el día a día, y luego escribiendo en su blog, Ella ya se reconoce en esas seis letras, las mismas que reconoce impresas en su dorsal la gente de las aceras. A cada grito de ánimo, a cada cachito de turroncillo siente que no resta, sino que suma fuerzas a esta causa y vuelve a sentirse feliz, como se sintió al oler a mar.

El corazón late a ritmo esperando y no desespera

En el 12 pasa por una rotonda especial; allí no hay apenas gente, pero han colocado un montón de altavoces armados con muchos vatios. A ritmo de ACDC las piernas van solas y tres mujeres más cercanas a la tercera edad que a la madurez (llamémosle "el trío marchoso") le adelantan quizá llevadas por la emoción de la música de una banda musical de la que quizás no sean fans, lo más probable es que esa canción suene tan rítmica y contundente, tan enchufante, que es imposible no emocionarse. Las ve irse, alejarse, pero no le importa...

...Un poco más adelante alcanza a una excompañera de su exclub el Pozo Norte. La chica al verla debe pensar que ha descuidado el ritmo así que acelera, se va, también se aleja, a realizar una aventura quizás demasiado incierta siendo su primera maratón. Él la mira y ella entiende que lo importante no es el ahora, el ahora está sobrevalorado, lo importante es el ahora que está por llegar, pero para que éste te alcance no hay que desesperar, hay que perseverar y estar atenta, que si sorprende, es mejor aún.

Transitando

El cartelón número 15 es un asalto más en un largo combate de 42 y pico asaltos, ella los lleva bien. El agravio oculto por vengar está comenzando a cobrarse la deuda, avanza ganando puestos, todos anónimos, no aparecerá en las noticias, pero lo único importante es conseguir tornar el color gris de su cajón a otro color más optimista. Hay tanta música, tanto colorido, tanta gente ve su nombre en su dorsal y grita su nombre, que es imposible que no sentirse bien...

...A esas horas, en un domingo cualquiera de una vida paralela, se acabaría de levantar y estaría haciendo las camas, habría notado al agacharse que la tripa le ha crecido de más, le molestaría la rodilla al bajar las escaleras, no pensaría en el movimiento como un fin en sí mismo, sino como en una obligación, y la decadencia, esa que siempre nos alcanza a todos, ya la habría pillado por sorpresa: pero no, en el mundo real ella transita hacia algún lugar desconocido, hacia algo sorprendente que se debe parecer a la felicidad más absoluta...

...Vuelve a oler a mar, se pasa cerca de la playa de nuevo, toca mirar a la izquierda, a la derecha, con la esperanza de ver a Jorge y a Inés, sentirles cómplices de su alegría, pero no están, aunque no se siente sola...
...La media maratón no es como la mitad exacta que queda al partir en dos una naranja. Te la echas el primer cacho a la boca y está dulce, te vas acostumbrando a su dulzor, te refresca, pero es en la segunda mitad donde hallas lo que estás buscando, cuando el sentido del gusto ya está acostumbrado a esa fruta y ésta entrega su alma, lo hace justo al final, en el último bocado. Así es la maratón, un esperar, recibiendo sabores y a la expectativa, para que llegue la segunda mitad, para que toque comerse el alma de esa aventura, que muestra su cara al llegar....

...Él asiente, le dice sin decir, y ella comprende que todo marcha según lo previsto, pero aún queda mucha naranja por comer.

Escuchando un claro sí

De nuevo el hormigón impostado, otra vez en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Lentamente va mascando el segundo turroncillo, con paciencia, la que hace falta para disfrutar del desenlace. Su cuerpo le sigue diciendo que sí y ella no tiene que arriesgar, tan sólo continuar. El tiempo se ha empeñado en desconcertar porque el dispositivo GPS avanza pero los segundos no se mueven, ni lentos ni rápidos, todo sucede conscientemente pero sin la noción de la variable temporal; lo que si avanzan son los cartelones, y el ritmo está escondido esperando mostrar un resultado. Acaba de pasar por una avenida donde ella oyó muchas "Merches" y con esas arengas las leves dudas pasan a ser un conato de conato. Él sigue ahí con esa sonrisa, marcando el camino, ella sabe sin saberlo que el dorsal ha cambiado ya de color, ya no es gris...

...Toca bebida azul repleta de buenos augurios, también sales recomendadas por él, aunque no haga calor, mejor hacerle caso; un poco después en las postrimerías del cartelón número 28, entra en el corazón de la ciudad, y como se trata de corazón, llega el momento de la verdad: según lo que se había previsto, toca apretar los dientes, toca cambiar el ritmo...

...Y no es un cambio como tal, es algo paulatino que lleva a un choque de fuerzas contrapuestas: por un lado la escasez de fuerzas de muchos a los que ella adelanta, por otro la fuerza de la complicidad, de lo planificado, la fuerza de sus piernas que aún le acompañan en este reto, y en plena subida de adrenalina ve aparecer la majestuosa torre de la catedral; ella quiere inmortalizar ese momento, aunque sea en su memoria.

El avance hacia el alma

Va comiéndose la segunda mitad de esa naranja llamada sueño y su dulzor es más sosegado aunque sabe que va encontrando su esencia, desea conseguirla en su último cacho. Demasiados corredores que se han encontrado con un problema en su aventura, muchos andando, otros acalambrados y ella con su tercer turroncillo en marcha, avanzando sin cesar como en una especie de locura en la búsqueda de ese esperado final...

...El cartelón con el 35 no es más que un cartelón como otro cualquiera, un asalto más, restan algo más de 7 y ella siente que ya no puede parar esa rueda que cada vez gira más rápido. Aunque las piernas duelen, también siente algo parecido a calambres, pero no le pesan, siguen siendo cómplices de su dueña...

...Desde hace un rato va codo con codo con "la italiana de ojos azules", quien va contangiada de la misma locura, consumiendo kilómetros con impaciencia. Los siguientes cartelones pasan ante sus ojos en una especie de huida desesperada hacia adelante, junto a "la italiana de ojos azules" y en un continuo pasar y pasar gente. Aparece la silueta de la excompañera del Pozo Norte, la saluda y adelanta, pero por dentro se siente mal por estar sirviendo una especie de venganza en forma de "deberías haber sido más conservadora", 

Lo importante no es el ahora sino el ahora que está llegando

Ahora va corriendo casi como una posesa; adelanta a "el trío marchoso" también a un montón más que es imposible contar; "la italiana de ojos azules" sigue enchufada y ya no es momento de pensar en cuántas fuerzas quedan, tan sólo en que ahí delante está el ahora que está llegando, el alma de la naranja que se está terminando; desde ese momento una especie de escalofrío se instala en todo su cuerpo, que aunque ya anda muy dolorido se ha compinchado con ella y lejos de disminuir la cadencia le lleva más rápido que nunca hacia su sueño...

...El último tramo es una especie de pasadizo repleto de gente que jadea y grita; también es una carrera de obstáculos tratando de esquivar corredores, hasta que el hormigón de la bella ciudad impostada aparece allá al fondo. Está acercándose al alma, eso que estaba buscando, y no se para a pensar en todos esos años, todos esos esfuerzos, dolores y lesiones, en esos pasos hacia atrás mezclados con pequeños pasitos hacia adelante, no puede meditar en todo eso, porque el presente se sucede demasiado rápido e intenso y bastante tiene con tratar de disfrutarlo...

...La chica italiana ha quedado atrás, el cartelón amable con el número 41 le saluda, último asalto,  y  se ve bajando por una cuesta pronunciada dejándose caer hacia lo más grato. Allí está el último giro para encarar la meta, las zancadas resuenan sobre el tablado de madera y le guían hacia eso que siempre había querido. En ese momento siente en lo más profundo que cruzar la meta y detenerse no es el ahora, es mucho más: el ahora que importa y que acaba de llegar.  Así que trata con todos sus fuerzas de grabar ese efímero instante, adueñarse de esas sensaciones y guardarlas para siempre en algún lugar de su yo. No cae en la cuenta de que su marido está temblando de emoción.

Entre líneas

Y así, como en los mejores finales felices mi mujer se encontró consigo misma en una fabulosa aventura.Gracias a todos los que nos leéis. Mi mujer hizo unos estupendos 3 horas 52 minutos, que por otra parte no esperábamos, pero el crono no fue lo más importante, desde luego. He aquí unas fotillos




Nos sentíamos como extraterrestres, y no sólo por el atuendo


Los "cuatro extenuados morados y felices" llegando a meta. De principio a fin Toñi, la liebre, Alicia, la debutante, Eli la más feliz del grupo con su pareja Rafa el debutante


De nuevo los cuatro extenuados morados y felices: de izquierda a derecha Alicia, Toñi, Eli y Rafa


Un servidor, el de rojo y Merche un poco retrasada (casi siempre fuimos en paralelo), ticando en el kilómetros 30


El treinta desde otra perspectiva, pero igual de felices.


Buscando huecos por donde colarnos al lado del cartelón del 40


 En la media, totalmente coordinados



4 comentarios :

  1. Cada vez que leo alguna de tus muchas crónicas me haces trasladarme al lugar con vosotros como si yo también estuviese dentro pero esta vez te has superado.
    Por lo que respecta al maraton que comentar pues ENHORABUENA a los dos y a seguir en esta senda que nos da la felicidad y nos hace sentirnos especiales. Traslada mi felicitaciones a Mercedes y haber si nos vemos pronto y podemos charlar tranquilamente aunque sea en un rodaje.

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    1. Que decir Kino. Tú sabes bien lo que es correr y escribir a la vez. Yo no puedo dejar ni lo uno ni lo otro. Nos vemos pronto

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  2. Que buena crónica. Felicidades a los dos, pero permíteme mandarle un besazo a Mercedes, menuda jabata.

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    1. Gracias Miguel, le ha hecho mucha ilusión tu mensaje. Un abrazo crack

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