RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 30 de diciembre de 2017

SÁBADO 30; SINTIÉNDOME AFORTUNADO DE PODER CORRER Y DISFRUTAR COMO LO HE HECHO HOY

A las 07;10 abro los ojos, miro el despertador y cormpruebo que me faltaban 5 minutos para que suene la alarma, pero no le doy pábulo, la desconecto y me pongo en pie. El capuchino me sienta genial, y sólo falta recoger del frigorífico los dos soft flask rellenos con un mejunje de isotónica neutra y zumo de pomelo.

Aparco el coche en Miranda del Rey a eso de las 08.30 y tras abrocharme bien el chaleco inicio la aventura, sin duda muy especial, finalizando el año Despeñaperros, mis pensamientos y yo. Intuyo que voy a disfrutarlo, pero no imagino que lo voy a hacer tanto. Él único escollo que me hace cruzar los dedos es mi pierna, y espero que se porte bien para permitirme gozar de tan maravillosa mañana.

Las primeras zancadas me dicen que todo va a salir bien, a pesar de mi optimismo las primeras rampas también me dicen que estoy frío y que me cuesta, pero no importa, ya entraré en calor. Pronto me veo bajando viendo a mi izquierda el desfiladero por donde corre el Arroyo del Rey. Acabo atravesando éste, con bastante más agua que la semana anterior, y es que Despeñaperros es bien agradecido con poco que nos llueva. Subo y subo, paso por la senda preciosa de jaras, que aún no están en flor, lógicamente, y me quedo ensimismado con las vistas, de tonalidades verdes, con nubes de grisáceos. Alcanzo el camino que en constante ascensión me llevará a la parte norte del parque, hasta alcanzar el Camino de Aldea Magaña, allí donde está el pequeño laguito del Arroyo del Rey, pero paro eso queda mucho, hay que dar muchas zancadas hasta dicho lago. Subo sin prisa, corriendo suave, y cuando quiero ando. Me dosifico mi primer turroncillo que me sienta tan bien como me está sentando la mañana y no puedo evitar ese sentimiento de gozo y agradecimiento, ¡estas son las sesiones que me hacen sentir vivo!. 

Paso por las ruinas de las casas que hay en plena subida, y que en las primeras tiradas en Despeñaperros que hacíamos Merche y yo siempre estaban presentes. Toca subir bastante, tomárselo con paciencia, pero todo está tan verde y tan bonito que no supone esfuerzo. Me cruzan hasta tres manadas de ciervos, y una de ellas logro sacarla en una foto, pero a penas se ven allá a lo lejos en la imagen. Y llego al camino principal, paso por la zona rocosa y no se me hace tan duro como otras vez, luego bajo hasta alcanzar el Camino de Aldea Magaña y no me resisto, bajo a echar unas fotos a la lagunita, que nunca había visto tan cerca. Paso por la calzada romana y en otra sesión en otro circuito, me faltaría poco para terminar, tan sólo bajar a Mirando, pero en esta ocasión el recorrido se alarga por una zona que no conozco.

Continuo y continuo y alcanzo un camino precioso con todo tipo de árboles y todo tipo de verdes, una gozada. voy viendo agua por todos lados, no sólo charcos, también pequeños arroyuelos y cañadas, y giro por un camino que me terminará llevando al cortafuegos que busco, pero antes de eso vivo un par de kilómetros de ensueño en una zona preciosa, donde hay un perfecto estanque redondo que hubiera estrenado de no haber sido invierno. Alcanzo lo que creo que es el comienzo del cortafuegos, pero veo que este no aparece, en lugar el mismo veo una valla que se puede abrir y que sé que lleva a Las Nogueras, Escuela de Naturaleza, y también a Miranda, pero no es por ahí, tras las piedras comienza el cortafuegos y accedo por él, rodeado por valla en ambos lados. Paso por una especie de finca donde increiblemente cabras y ciervos salvajes están juntos compartiendo espacio tras la el alambre hecho por el cual no se asustan y se dejan fotografiar. Eso no se me olvidará nunca.

Sigo bajando y subiendo y no quiero que esto se termine nunca, pero me topo con una valla frente a mi que me impide continuar, la primera vez desde que corro en el parque que me topo con un obstáculo infranqueable, y sé que mi recorrido  me llevaría a saltar la valla, así que toca cambiar de planes..., continuo por el cortafuegos que va por la derecha y pronto hallo un camino, paso por debajo del palo que impide la entrada de vehículos y sigo disfrutando de las vistas mientras me tomo el tercer y último turroncillo y bebo la fabulosa bebida que el pomelo me ha ofrecido. Llego a una senda que según mi móvil me regresará de nuevo al cortafuegos inicial, es decir, me reencontraré con mi ruta, y así es, pero antes aún tengo tiempo de ensimismarme con las jaras, pinos y otros arbustos maravillosos que lucen especiales, quizá porque yo estoy hoy también especial.

Encuentro el cortafuego y esa zona ya la conozco, estoy cerca de Miranda, en la zona de la C como yo la llamo, muy dura con fuertes subidas y bajadas; puedo tomar el camino de enfrente o puedo continuar con el recorrido y pasar por la parte más técnica, y esto último hago, el guión que estaba escrito. Y sigo disfrutando pese a la dureza, y pese a caerme de culo en la última parte. Llego al arroyo y me escurro metiendo ambos pies en las frías aguas, pero eso está dentro del guión hoy. Y ya está, último kilómetro hasta Miranda; llego con una tremenda sonrisa, 3 horas y cuarto después, casi 24 kilómetros. Todo ha salido para no olvidarlo



















EL RESUMEN DE LA SEMANA: ESPERANDO DE NUEVO A LOS CAMBIOS

No ha sido una semana cualquiera, las aguas no han corrido tranquilas. El hecho de gozar de vacaciones me ha permitido tomarme más tiempo a la vez que pensaba más en lo que hacía y eso unido a mi reseteo me ha traído un nuevo horizonte.

El punto de inflexión ha sido el entreno del lunes, tras haber acumulado casi 6 horas entre las sesiones del sábado y el domingo. El lunes volvía a salir a realizar otra tirada larga estresando aún más mi pierna. Lo necesitaba, no podía evitarlo y podía ocurrir lo peor, de hecho casí ocurre, cuando llevando 25 minutos la piernas me dijo basta. Paré, me puse a estirar, recé, respiré hondo y reanudé la marcha, y juró que no sé que ocurrió porque los isquios dejaron de aporrear la puerta. El resto de sesión fue un regalo, un auténtico regalo. Sintiéndome agradecido no quise forzar ni el martes ni el miércoles, y los dediqué a hacer bicicleta en el gimnasio, y también algo de pesas, y el jueves volví a correr, esta vez con Merche, y volvió a ocurrir, no me molestó, sin duda otro regalo. Así que habiendo acumulado muchas horas, más de 10, y casi 90 kilómetros, podía estar satisfecho, sobre todo de comprobar que de nuevo vuelvo a intentarlo. Eso sí, ayer viernes me dí un descanso y lo doy por Despeñaperros ha sido el tercer regalo de Navidad, quizá el más grande.

Esta ha sido la semana:



SEMANA 6 (comprando un desatascador para tuberías obturadas)
Sábado 23: 18 kilómetros suaves. 1 horas y 55 minutos
Domingo 24: tirada de 22,5 kilómetros por Despeñaperros con Merche. Algo menos de 4 horas. Casi +1000 de desnivel positivo. 3 horas y 50 minutos.
Lunes 25: 21 kilómetros en progresión. 1 hora y 45 minutos
Martes 26: 8,5 kilómetros en bicicleta estática. 45 minutos
Miércoles 27: 7,5 kilómetros en bicicleta estática con cambios de ritmo. 40 minutos. Pesas para los isquios.
Jueves 28: 12,5 kilómetros en progresión con Merche.
Viernes 29:descanso
TOTAL: 89 KILÓMETROS
Buscando el color verde de la esperanza

viernes, 29 de diciembre de 2017

JUEVES 28: UN ENTRENO CARGADO DE ESPERANZA

Ayer, un poco antes de que anocheciera salimos Merche y yo a realizar una tiradilla, aprovechando que la lluvia había dejado el terreno más blandito, y con la esperanza de que no me doliera mucho. Salimos muy suavito y las sensaciones fueron mucho mejores de lo que había esperado, sin apenas sentir molestia alguna. Conforme fui calentando la ausencia de problemas me fue invitando a aumentar el ritmo y así fui llevando a Mercedes hacia un buen entreno. Llegamos al Peral en 37 minutos y regresamos por el camino que baja a la Carretera de San Carlos para coger por los olivos y tomar hacia el Camino del Peral de nuevo, con largos cambios de ritmo y recuperaciones más breves que nos hicieron completar lo que considero un muy buen entreno para ella y un buen entreno, dadas las circunstancias, para mi. Sin molestias, todo un premio que se suma al del lunes. Completamos 12 kilómetros y medio, a ritmos muy dispares con una media discreta, lo hicimos en 1 hora y 13 minutos.


MIÉRCOLES 27: DE NUEVO AL GIMNASIO CON MERCHE

En esta ocasión fuimos los dos al mediodía. Ella se puso a hacer elíptica y completó después un circuitín de pesas. Yo estuve algo más de 40 minutos en la bici, con cambios de ritmo y luego hice unas pocas repeticiones en la máquina de los isquios, y me dolía bastante a pesar de apenas poner peso. Completamos la sesión con estiramientos que me sentaron muy bien. Hacía ya días que el dolor del semimembranoso se había trasladado a la parte central, y no sabía interpretar si ello era bueno o no.

MARTES 26: AL GIMNASIO

Lo del lunes no podía caer en saco roto, y ahora tenía que ser cauteloso y no provocarme una lesión grave, así que el martes por la noche fui al gimnasioa realizar una sesión no muy larga de bicicleta, 45 minutos que hice de manera constante y sin molestias. Eso fueron unos 8,5 kilómetros equivalentes. El problema fue que con las prisas apenas estiré.


LUNES 25: AL BORDE DE LA RECUPERACIÓN AL BORDE DE LA ROTURA

Tras una cena copiosa, que ya venía con el precedente de otra comida potente, amanecí el lunes con el pensamiento de que entre mi lesión y mi indisciplina estoy cayendo el pozo de la desidia, en el fin de sueño del flow del runner. Fue el remordimiento y, por supuesto, el tiempo libre, el que me llevó a cambiarme, calzarme de nuevo las zapatillas y decidir hacer una locura,: otra tirada larga, la tercera en tres días. Tomé el camino de Vilches y luego llegué a la circunvalación para coger la carreterita que lleva al Pantano de las Fernandinas, pero también al Complejo de las Garzas. La pierna me molestaba un montón, y poco a poco el dolor del semimembranoso se fue yendo a la parte central, donde en su día localicé la lesión que me supuso rotura y parón, tras la Maratón de Málaga, aquel diciembre de 2013. Pero como si no tuviera nada que perder, continué y continué sin pensar en recortar el recorrido. Más cómodo en las subidas y muy incómodo en las bajadas. De hecho, por la carretera hacia la Urbanización La Alameda, sentí unos fuertes pinchazos acompañados de un súbito agarrotamiento, lo que suponía que era estar al borde de la rotura. Paré a estirar y tras unos segundos continué. No sé cómo fue, pero el estiramiento, y quizá también dejar de bajar propició que las molestias remitieran bastante. Tanto fue así que metí un par de marchas más y comprobé que podía correr sin más, sintiendo cosas raras de vez en cuando, sobre todo con las irregularidades del terreno, pero me coloqué claramente por debajo de 5´el kilómetro y sentí lo que era un premio, no sé a qué, pero agradecido por el regalo de Papa Noel. Antes de llegar a los invernaderos del camino de Valdeinfierno tomé un camino que me llevaba a Radio Faro, muy bonito por cierto y llegué al cruce que bien conozco y que me llevaba a subir el Cerro de las Mancebas. La subida la hice muy muy bien, a buen ritmo y alcancé las antenas con bastante alegría. Y tras esto llaneé y bajé hacia la Urbanización de la Cruz, y tras esto el Paseo de la Virgen..., y no sé muy bien cómo pero los últimos fueron de auténtico disfrute, obviando mi lesión y corriendo por momento en 4 y poco más el kilómetro. Las piernas iban, pese a mi falta de forma y otros inconvenientes y ya cuando llegué a Linares y más concretamente al Huarte, IES donde mi suegro fue Jefe de Estudios muchos años, decidí que ya había sido suficiente y bajé descalentado hasta la casa de mis suegros, completando 21 kilómetros en 1 horas 45 minutos, muy bien teniendo en cuenta que los primeros 7 kilómetros los hice muy despacito.

Lo comentado, un premio, que hace ilusión y da un poco de esperanza en un momento tan gris.
Merche salió también a correr, en este caso por la vía verde, y le salieron 14 kilómetros que le dejaron bastante contenta.

Con esto había conseguido acumular algo menos de 62 kilómetros en 7 horas y media de trabajo en tan sólo tres sesiones, con la creencia de que son cosas así las que me hacen mejorar. 

Sin embargo el esfuerzo no fue gratis. En casa y ya en frío, la tirantez de mis isquios era tal que apenas podía estirar. Me sentía preocupado, pero a la vez satisfechos, cosas que tienen los burros.




DOMINGO 24: TUVIMOS UN 24 DE DICIEMBRE ESPECIAL POR DESPEÑAPERROS

Salimos desde Linares con la única prisa que suponía tener que estar de vuelta a la hora de comer. A las 10 y media habíamos dejado el coche en el Barranco de la Niebla y ya subíamos por el empinado sendero que lleva al Mirador de los Órganos y al Collado de la Aviación. A Merche se le atragantó mucho la subida y le costó llegar a lo alto. En mi caso sentí la molestia/dolor de la lesión y también me encontraba algo pesado. Ya en lo algo la cosa cambió un poco, comenzamos a coger ritmo y fuimos avanzando fluidamente. Alcanzamos el Camino de Aldea Magaña y tomamos el sentido hacia El Castillo de Castro Ferral, que en esta ocasión alcanzábamos por su parte menos dura, es decir, bajando más que subiendo. Continuamos por el cortafuegos revisando en repetidas veces mi móvil, donde llevaba cargada la ruta, para no equivocarme, a pesar de que el sábado de la semana anterior había hecho un recorrido muy similar, pero en sentido contrario. Merche ya iba bien, yo no tanto, sin disfrutar, pero al menos sabía que me sentaría bien la tirada. Bajamos hasta el barranco por donde va el Arroyo del Rey y allí tocó avituallar (un polvorón). Merche llevaba sed pero no se atrevió a beber del arroyo, ni yo tampoco. Ya por el camino que va pegado al barranco, con su sube y baja constante se hizo algo duro y fue allí donde nos encontramos con Francisco Tirado y con Aurelio, no podía ser de otra manera, cuatro locos en Despeñaperros un 24 de diciembre. Charlamos un rato, Mercedes bebió un poco de isotónica y sin más continuamos cada grupo su camino. Alcanzamos la carretera que une Santa Elena con Miranda del Rey e hicimos el pequeño circuito cerrado que ya había hecho unos días atrás, pero en sentido contrario. Tomamos el camino de vuelta dirigiéndonos hacia la zona de la autovía, la del viaducto y fue ahí donde encontramos ambos buenas sensaciones, aunque Mercedes ya iba un poco justa de fuerzas y su pierna también le molestaba. Volvimos a cruzar el arroyo, ya con la infraestructura del viaducto delante nuestra y continuamos por un cortafuegos muy duro con un constante sube y baja que fue sin lugar a dudas lo más complicado, ya con las fuerzas más justas. Pero al final alcanzábamos la casa que está a 1 kilómetro y medio del Barranco de la Niebla, abrimos la puerta de la valla y tomamos la antigua nacional para alcanzar el coche. Merche iba ya muy muy justa y estuvo a punto de parar y quedarse esperando a que apareciera con el coche, y es que estuvimos casi 4 horas sin comer ni beber apenas, demasiado. Pero finalmente continuó y sin más llegamos a nuestro destino.

Buena tirada, buen entreno difícil de olvidar.

He aquí unas fotos











SÁBADO 23: LO QUE SE SIENTE AL NO HABER INICIADO EL RETO

Ya hace tres años que se me vino a la cabeza la idea de realizar un reto muy especial para mi: salir una madrugada de Valdepeñas y completar a través de caminos los 105 kilómetros que separan mi pueblo del de mi mujer, Linares. Tras haber medido 3 recorridos distintos, parecía que el reto ya tenía fecha, la madrugada del 23. Este año el calendario era propicio, porque íbamos a pasar la Nochebuena con mis suegros y venía bien porque estimaba mi llegada antes de cayese la noche del sábado. Podría descansar, celebrar la natividad y regresar el lunes 25 en tren los cuatro. El recorrido que finalmente elegí era el de Santa Cruz de Mudela, Las Virtudes, Aldeaquemada, Vilches, Linares, e incluso Mercedes se había animado a realizar la mitad del recorrido conmigo, desde Aldeaquemada, donde me hubiera estado esperando con mi suegro. Pero hay que ser valiente para llevar a cabo estos desafíos y yo no lo he sido. A última hora mis molestias en los isquios, que se habían convertido en algo más que molestias, y el hecho de verme de madrugada pasando frío y con dolores me hizo desistir...

Así que el sábado por la mañana salí a correr con sensaciones extrañas, sin dejar de pensar dónde me encontraría en ese preciso instante, qué sensaciones tendría, etc. Una sensación de fracaso, de ver pasar un tren que ya no volverá a pasar. En cualquier caso pude constatar con los 18 kilómetros nada ambiciosos que hice que no estoy para mucho; pronto comencé a notar el dolor en el semimembranoso aunque traté de abstraerme y no sentirlo, y fuí corriendo con ese run run constante y desagradable. Como me lo tomé con tranquilidad me llevó 1 hora y 57 minutos realizar 18 kilómetros, lo que da una idea del ritmo.

Ante mí unas largas vacaciones, nuevos proyectos laborales encima de la cabeza y la sensación de que algo se me termina, algo se está muriendo de mi y que tengo que hacer nacer una luz de distinto color.


sábado, 23 de diciembre de 2017

CRÓNICA DEL 10.000 DE DAIMIEL. MERCHE HACE PLENO DE MEJORES MARCAS EN 2017

Absolutamente maravilloso el año que se ha marcado mi mujer. En menos de 365 días ha batido en dos ocasiones su marca en maratón, rebajándola de 4 horas y 1 minuto en los actuales 3 horas 52, ¡ahí es nada!. Pero además, ha corrido dos medias maratones en 1 hora 51 minutos, la primera, en Torralba, supuso batir su marca en casi dos minutos y la segunda, la dura media maratón de Utrera, hecha con un calor de justicia me dejó claro que está para bajar de 1 hora y 50 minutos, pero eso ya tendrá que ser en 2018. En cuanto a los 10.000, una distancia que no le gusta nada, disputó sólo dos, el de Valdepeñas en verano, con 35 grados, y estuvo a punto de bajar su marca, con unos 51 minutos y pico, pero ha sido en Daimiel donde se ha destapado, como podréis comprobar ahora en mi crónica. No puedo olvidar, ni debo, el gran Ultra Trail de los Castillos en el que resultó ganadora, o las pruebas de montaña que se ha marcado, un total de 9 (3 del circuito de Ciudad Real, 2 del circuito de Jaén, dos del circuito extremeño, una en la provincia de Málaga y otra en la provincia de Cuenca), y con 7 trofeos que sumados al obtenido en el de los Castillos..., pues que os puedo decir..., ha sido como un sueño.

Pero vamos a la crónica...

Nos desplazábamos a Daimiel Inés, Merche y yo, sabiendo que íbamos a pasar bastante frío. Cuando llegamos todavía no había mucho ambiente, a pesar de que luego en la carrera hubo casi 1500 locos en la línea de salida. Yo me encontraba bastante desmotivado, por razones obvias, y por ello resultó una jornada algo triste para mi, pero salpicada con el subidón de ver a mi mujer a tope. Eso sí, me costó hablar con los conocidos, me sentía un poco fuera de lugar por mis circunstancias.

A las 11 horas y 30 minutos daban la salida y casi no me dio tiempo a relajarme. Me situé en el kilómetro 5, al lado de la entrada al estadio y a los 15 minutos y pocos segundos pasaban los dos primeros, ¡vaya cracks!, Merche pasaba por el ecuador de la prueba con un tiempazo de 24 minutos 30 segundos. No me cabía duda de que iba a pulverizar su marca. Pero es que en unos pocos minutos ya llegaba el primero. A partir de ahí las sensaciones fueron agridulces, viendo llegar a los corredores y no sintiéndome corredor.

Merche me dio la alegría de la mañana marcando finalmente 49´y unos pocos segundos, 2 minutos menos que su anterior marca.

Tras estar de charla con los amigos y saborear las ricas cosas que había puesto la organización (yo no tomé nada, porque no me lo había ganado), nos fuimos a casa con la sensación de que el año ya se había completado, ¡y vaya año el de Mercedes!







EL BALANCE DE LA SEMANA TRAS EL RESETEO

Semana extraña, en tanto en cuento no he hecho lo que suelo hacer, salir a correr casi todos los días. Toca ver las cosas desde otra perspectiva, toca esperar. El sábado había hecho una larga y reflexiva tirada larga por Despeñaperros, yendo suave y sufriendo bastante las molestias/lesión que arrastro. El domingo salí por la tarde, ya que por la mañana Merche había disputado el 10.000 de Daimiel (pasé mucha envidia como espectador), y las sensaciones no fueron malas del todo, aunque no forcé y el lunes, martes y jueves los destiné a rodar en bici estática en el gimnasio, algo que resultó positivo porque no sentí molestias, pero sí las había sentido, y muy claras, en el entreno que hice con Mercedes el miércoles por la noche; en la última parte del mismo los isquios me avisaron con un claro dolor, y eso que no iba forzando.

Lo que comentaba, toca ver las cosas desde otro punto de vista..., está bien lo del reset que me practiqué.

Este es el resumen:



SEMANA 5 (un nuevo inicio)
Sábado 16: tirada de 25,5 kilómetros por Despeñaperros. Suave
Domingo 17: 11 kilómetros suaves pero en progresión
Lunes 18: 10 kilómetros en bicicleta estática
Martes 19: 7 kilómetros en bicicleta estática con cambios de ritmo.
Miércoles 20: 10 kilómetros con cuesta con Mercedes.
Jueves 21: 11 kilómetros de bicicleta. Casi una hora
Viernes 22: descanso
TOTAL: 74,5 KILÓMETROS
Sin saber dónde voy a pesar de acabar de comenzar nuevamente